Al cumplirse seis años de la muerte de Alberto Nisman, hubo un acto público en la Ciudad de Buenos Aires en el que como es habitual en cada aniversario, un grupo de personas que creen que Nisman fue asesinado se juntó en la Plaza del Vaticano. Fueron unas cien personas entre las que dijeron presente Patricia Bullrich, presidenta de Pro y el diputado Waldo Wolff. En todos estos años, la convocatoria apuntó contra el peronismo y el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner y eran más bien concentraciones para denunciar el supuesto homicidio del fiscal y la complicidad kirchnerista. El acto de este lunes no fue la excepción. Sin embargo, la teoría del asesinato --y la causa judicial-- se fueron cayendo a pedazos y eso fue debilitando la campaña que hoy sólo es sostenida por algunos grandes medios y, menos ampulosamente, por algunos dirigentes de Cambiemos y de la dirigencia de la comunidad judía. Nisman será recordado por su familia en una ceremonia íntima en el cementerio de La Tablada pero los allegados --como publicó la Agencia Judía de Noticias-- no quisieron revelar ni el día ni la hora de la ceremonia frente a la tumba del fiscal.
El sexto aniversario fue recordado por la DAIA sólo con un video y por la AMIA con un comunicado. El texto de la mutual judía plantea “la imperiosa necesidad de que la Justicia actúe con celeridad y de manera imparcial ante un trágico hecho que conmocionó a toda la sociedad”. En su comunicado, la AMIA no califica la muerte como un asesinato: dice, al pasar, que la justicia lo investiga como un homicidio, pero esquiva hacer su propia calificación.
La DAIA, por su parte, redujo su presencia en el aniversario a un video de 50 segundos cuyo eje es la exigencia de justicia, sobre la base de la marcha convocada por los fiscales el 18 de febrero de 2015. En un tramo de tres segundos se ve la leyenda “seis años exigiendo el esclarecimiento de su asesinato”.
Lo que surge con toda claridad es que, al menos por ahora, los dirigentes de la comunidad judía bajaron un cambio respecto del descomunal alineamiento con Cambiemos que protagonizaron en los últimos años. Estuvieron detrás de las acusaciones contra CFK e hicieron una presentación en el expediente respaldadando la vergonzosa imputación por traición a la Patria.
Lo cierto es que en este 2021 ni las colaterales de Cambiemos ni las instituciones de la comunidad judía convocaron a concentración alguna. La marcha del año pasado, al lado del Teatro Colón, fue organizada supuestamente por dos entidades civiles poco conocidas, Equipo Republicano y Equipo Banquemos, que se hicieron notar --poco-- en convocatorias anteriores a cacerolazos. No obstante, el 18 de enero de 2020 concurrió buena parte de la dirigencia de Cambiemos, empezando por la exministra Patricia Bullrich, Elisa Carrió, Fernando Iglesias y Waldo Wolf, todos ellos del sector denominado halcones de la alianza opositora. Previendo el durísimo contenido de la convocatoria no estuvieron ni la DAIA ni la AMIA ni la corriente dialoguista de Cambiemos. Estuvo, eso sí, la madre del fiscal, Sara Garfunkel.
En general, las convocatorias se fueron debilitando en número con los años, pero pasaron a depender de los humores políticos y mediáticos opositores. Sin embargo, el escenario de fondo es que tanto la causa de la muerte como la causa del Memorándum con Irán se fueron diluyendo porque se hizo evidente que no hubo delito en ninguno de los dos casos.
En primer lugar porque las pruebas indican que Nisman se suicidó: no se encontró evidencia alguna de que alguien haya entrado al edificio ni al departamento y menos todavía al baño; no hay lesiones de defensa en el cuerpo y la pericia indicó que existían rastros en las manos del fiscal “compatibles con disparo de arma de fuego”, según estableció el laboratorio del Ministerio Público Fiscal de Salta. Tampoco le encontraron a Diego Lagomarsino ninguna conexión con el supuesto comando homicida, una hipótesis que ya partía de un delirio: era obvio que el informático no iba a proveer un arma, registrada a su propio nombre, para un asesinato de repercusión mundial.
Y, en segundo lugar, respecto del Memorándum --que fue la denuncia original de Nisman, cuatro días antes de su muerte--, el tratado ni siquiera entró en vigencia y las órdenes de captura con alertas rojas de Interpol no se levantaron en ningún momento. De hecho, siguen vigentes hasta hoy. Pese a eso, se llegó al extremo de acusar --con la DAIA como querellante-- a la expresidenta y al fallecido canciller Héctor Timerman por el delito de traición a la Patria. Hoy, el juicio y la acusación también se están diluyendo.
Las maniobras para politizar el suicidio del fiscal tropezaron en todos estos años con las evidencias que surgieron sobre una fortuna oculta e inexplicada, con cuentas no declaradas de Nisman en Estados Unidos y Uruguay y propiedades en Punta del Este y en Palermo, CABA. Se intentó atribuir la aparición de esos bienes a una campaña de desprestigio, pero la denuncia fue hecha por la expareja del fiscal, la jueza Sandra Arroyo Salgado, aduciendo que tal vez lo mataron por esa fortuna escondida. De hecho, uno de los que depositó dinero en la cuenta de Nueva York, Damián Stefanini, desapareció el 17 de octubre de 2014 y no se sabe nada de él desde entonces. Poco después de la muerte de Nisman quedó en claro además de que llevaba un tren de vida tan lujoso como inexplicable. Por esa razón, el juez Marcelo Martínez De Giorgi ordenó el embargo de todos los bienes de Nisman y su familia y una pericia sobre la evolución patrimonial del fiscal, realizada por peritos contadores de la Corte Suprema expertos en corrupción.
La única respuesta judicial-mediática a la situación es la misma que repiten hace varios años: que llamarán a declarar a decenas de agentes de la exSIDE porque aquel fin de semana de 2015 se comunicaron entre sí y con funcionarios del gobierno. Es una medida que constituye lo que llaman en el argot judicial una excursión de pesca, ilegal, a ver si consiguen algo ante la ausencia de pruebas. El exnúmero dos de la Agencia Federal de Inteligencia explicó que el 17 y 18 de enero de 2015 estallaron numerosos conflictos que explican las comunicaciones. Desapareció un misil en La Plata, había rumores de que las barras bravas de River y Boca iba producir muertes en su trayecto a Mar del Plata, se apuntó a un supuesto espía como artífice del tratado con Irán y estaba la duda si Nisman concurriría al Congreso el lunes 19.
En cualquier caso se trata de producir mucho humo porque la realidad es que no pudieron formular ninguna imputación precisa y ni siquiera existe una hipótesis sobre quién constituyó el supuesto comando de sicarios que habría matado a Nisman. En seis años no encontraron ni un solo sospechoso de haber participado de la supuesta operación en la que, a esta altura, no cree ni la propia coalición política, judicial, mediática alineada con Cambiemos.