Un experimento de la Universidad de Navarra demostró la dificultad para garantizar el distanciamiento social de 1,5 metros entre personas en situaciones de movilidad en espacios como centros comerciales o grandes superficies.
El estudio publicado en la revista científica Scientific Reports incluyó a más de cuarenta voluntarios que fueron coordinados por el departamento de Física y Matemática Aplicada de la Facultad de Ciencias junto con la Escuela de Arquitectura del centro académico.
La investigación buscó averiguar si es posible mantener el distanciamiento social dentro de una multitud en movimiento, por lo que los voluntarios tuvieron que caminar en un recinto cerrado de 75 metros cuadrados con el conocimiento previo de que tenían que intentar mantener la distancia social.
“Nuestros resultados demuestran que, cuando nos movemos, no somos capaces de mantener la distancia de seguridad impuesta, incluso en condiciones de muy baja densidad y en las que nuestro único propósito es mantener dicho distanciamiento”, señala Iñaki Echeverría, doctorado de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Navarra y autor principal del estudio.
Los resultados de este experimento coinciden con la implementación de nuevas restricciones ante la tercera ola de la pandemia, varias de las cuales abarcan a centros comerciales y grandes superficies.
“El estudio pone de manifiesto que el cumplimiento del distanciamiento social en estos espacios nos resulta en muchas ocasiones físicamente imposible, por las propias limitaciones tanto de espacio como de densidad, y, por lo tanto, es mejor evitarlos”, agrega Echeverría.
El trabajo sugiere a su vez que, para garantizar la distancia mínima de un metro y medio, la densidad no debe ser superior a 0,16 personas por metro cuadrado, es decir, 6 metros cuadrados por persona.
“Basándonos en la regulación española, la capacidad de los centros comerciales en condiciones normales es de 0,5 personas por metro cuadrado. En el momento más crítico de la pandemia (meses de abril y mayo del pasado año), debido a las reducciones de aforo, las densidades bajaron a 0,17 personas por metro cuadrado”, indicaron los investigadores.
Otra de las conclusiones del estudio está relacionada con la velocidad de los peatones: “Caminar rápido hace que el número de veces en los que se infringe el distanciamiento social es mayor. Por otro lado, el tiempo que se necesita para resolver estos conflictos (para volver a una situación en la que la distancia con el peatón más cercano sea segura) es menor”.
“Así, no está totalmente claro qué es lo más conveniente para evitar el incumplimiento de la norma”, reflexiona Echeverría y plantea que esta investigación podría continuar con el análisis de situaciones más realistas y cotidianas, como aglomeraciones en calles, centros comerciales y otros espacios donde resulta difícil mantener la distancia recomendada.