Cuando el entonces ministro de Hacienda y Finanzas, Alfonso Prat Gay, anunció el fin del denominado “cepo” había prometido una lluvia de dólares resultado del shock de confianza que el gobierno de Macri estaba generando. En esas semanas, cuando viajó a Davos junto al presidente, quien fue acompañado de Sergio Massa, aseguró que había una gran cantidad de empresas deseosas de invertir en el país ante el nuevo contexto nacional. Para el gobierno, la nueva gestión y las señales positivas que se estaban generando permitiría una cantidad enorme de inversión extranjera que luego se traduciría en un “efecto derrame” al conjunto de la población. Nada de eso sucedió.
También habían dicho que el shock de confianza generaría que buena parte de los activos dolarizados que los argentinos había fugado retornarían al sistema para generar más producción y trabajo. En los hechos ha sucedido todo lo contrario: el Banco Central tiene que subir las tasas de interés para que los ahorros de los argentinos no se dolaricen aún más.
En un mercado cambiario totalmente desregulado y con una histórica tendencia a la dolarización de los excedentes, si el Banco Central baja las tasas de interés habría más propensión a comprar dólares que a depositarlo en el sistema bancario o comprar Lebac. Las altas tasas de interés es el termómetro de la inexistencia de ese publicitado shock de confianza. Además, las altas tasas como resultado del encarecimiento del crédito tienen consecuencias negativas en la economía real .
Lo que sí está ingresando al mercado local son dólares pero no en forma de inversión extranjera directa (es decir, la instalación de una empresa como habían prometido), sino como inversión especulativa de corto plazo. Elevadas tasas de interés más la baja expectativa de una nueva devaluación en el corto plazo provocó que un fuerte ingreso de dólares para valorizarlos financieramente.
Esto es, en lugar de venir empresas para instalarse en la Argentina, están viniendo fondos especulativas de corto plazo en busca de una alta y segura renta especulativa alimentando de esta forma una “burbuja financiera” en forma peligrosa para la estabilidad de la economía. Esta política no es un shock de confianza y sí, en cambio, es el armado de un esquema macroeconómico que permite altas rentabilidades financieras seguras y de corto plazo. Es más, no sólo no se produjo un ingreso masivo de inversión extranjera directa, sino que aumentó la remisión de utilidades por parte de las multinacionales ya instaladas en el país.
Deuda
La famosa lluvia de dólares se generó también vía endeudamiento externo del Estado nacional. El arreglo con los fondos buitre le permitió al gobierno de Macri volver nuevamente al sistema financiero internacional. La baja deuda que posee el Estado en relación al Producto), como resultado del proceso de desendeudamiento durante la etapa kirchnerista, le da un gran potencial al gobierno para tomar deuda en el extranjero. De esta manera, comenzó un nuevo ciclo de endeudamiento externo con la colocación de un bono por 16.500 millones de dólares, de los cuales el 75 por ciento no ingresaron al país porque fueron para pagar la cuenta de los fondos buitre y a los pagos atrasados con de bonistas que habían participado de las reestructuraciones de la deuda en el 2005 y 2010. Ese contexto, llevó a que provincias y empresas del sector privado inicien una ola de endeudamiento externo para conseguir más dólares.
Es decir, que el shock de confianza no es una masiva entrada de empresas que vienen a invertir al país generando puestos de trabajo, sino más bien es la entrada de dólares especulativos de corto plazo (generando un grado alto de inestabilidad debido a que así como entran también se van) y vía endeudamiento externo generando nuevamente una dependencia creciente del país al sistema financiero internacional.
Fuga
Por otro lado, el shock de confianza generado por el macrismo se puede observar en la fuga de capitales. Es decir, no sólo que no hay una desesperación de los argentinos por traer sus dólares anteriormente fugados, sino que a partir de la eliminación de la regulación cambiaria (“cepo”) hay un recrudecimiento de la fuga de capitales. Estos dólares que se fugan además no son conseguidos por un superávit comercial ni por la mayor inversión extranjera, sino que provienen de la especulación financiera de corto plazo y el endeudamiento externo. Además, si el Banco Central bajara las tasas de interés, la compra de dólares y la fuga de capitales serían aún mayor.
El shock de confianza entonces es deuda externa, especulación financiera de corto plazo, aumento de la remisión de utilidades de las empresas extranjeras, fuga de capitales y altas tasas de interés. Es la construcción de una “burbuja financiera” peligrosa para la estabilidad de la economía.
* Economista integrante de EPPA.