Germán Tolosa presentó un proyecto de editorial de historietas como tesina de grado de administración de la UBA. Propuso lo que le gustaría pitufar –perdón, hacer-, explica. Tres años más tarde esa idea se hizo realidad: Tolosa fundó Merci Editorial. “Uno se convierte en editor, en un mercado tan extraño como este, por vocación, por amor al noveno arte”, justifica. De ese amor surge también el primer título del sello: el clásico de la bande-dessinnée Los Pitufos, creado por Peyó en 1958 para el semanario Le journal de Spirou como “Les Schtroumpfs”.
El primer volumen ya circula por comiquerías y el circuito especializado. Al leerlo se entiende por qué ostenta su estatuto de clásico. El trabajo del belga Peyó era excepcional, fluidísimo en los dibujos, gracioso incluso para los adultos y con un ritmo envidiable. Esta entrega compila los dos primeros álbumes de la edición francófona, con un total de cinco historias completas. Lo seguirán, anticipa Tolosa, otro con La aldea de las chicas (suerte de spin-off de la película de 2017), que irá alternando con las aventuras del creador en febrero, abril, junio y agosto.
Material hay de sobra: Los pitufos aun se publica en Europa (ahora los hacen en el “Estudio Peyó”, guiado por su hijo) y aún si Merci sólo publicara el material del autor original, alcanzaría para otros ocho volumenes. Tolosa confía en poder tener publicada toda esa base hacia fines de 2022. Si la cosa prospera (o pitufa) además de los siguientes álbumes también hay cantidad de tiras humorísticas e incluso la primera aparición de los personajes dentro de otra serie del belga: Johan y Pirlouit.
“Cuando empecé a fantasear con la idea pensé que hacía falta atraer a los chicos en las librerías. En ese sentido, siempre consideré que era un título que serviría mucho para eso, porque mantienen vigencia”, plantea Tolosa a Página/12. “Por otra parte siempre está bueno poder editar algo que sea conocido, que a uno le guste y que tenga cierta viabilidad comercial. Los Pitufos tenía todo eso y aportaba a la difusión de la historieta”.
Tolosa cuenta que aprendió a leer de tan chico que ni siquiera recuerda cuándo fue. Lo que no olvida es uno de sus primeros materiales de lectura: una aventura protagonizada por el Pitufo Tontín. “Para mi generación los pitufos son mágicos. Pero después descubrí la obra original y vi que más allá de mis recuerdos de infancia, era un cómic buenísimo. Entonces me llevaba a lo mejor de mi infancia y al mismo tiempo podía disfrutar como adulto”.
El flamante editor entiende que la TV y el cine jugaron un papel fundamental para mantener vigente en este lado del mundo a los personajitos azules. “Los Pitufos trascendieron la historieta e incluso sus dibujos animados para pasar a ser parte de la cultura popular”, observa. “Entonces cuando un producto llega a ese punto sobrevive al paso del tiempo. Es como el Ratón Mickey. Hoy no le interesan a casi nadie los cortos clásicos. Quizás ni siquiera están tan buenos. Pero el personaje sigue siendo famoso y está vigente. Los Pitufos tienen la suerte de que aparte de todo eso tienen unos cómics originales que son maravillosos. Además este tipo de caricaturas tienen la virtud de ser tan agradables a la vista que siempre resultan lindas de ver”.
Una de las curiosidades de esta pitufa infantil es que –además de ponerle “pitufo” a todo, como si fuera un juego de Twitter- disparó infinidad de interpretaciones sobre los simbolismos de los personajes y su comunidad. Interpretaciones, por momentos, igual o más delirantes que sus propias aventuras. No falta quien los vincula como una denuncia (o incluso, ¡un elogio!) de los pecados capitales, quien los ve como una comunidad gay o una comuna socialista.
“A mí la de los pecados capitales me parece una tremenda pavada –descarta Tolosa-. De hecho, el villano Gárgamel está más cerca de ser un mago negro que un sacerdote, aunque tenga sotana. ¡Hasta tiene un grimorio de magia negra! Dentro de las interpretaciones bizarras me gusta mucho una que los pone como en una especie de anarquistas o comunistas por eso de que viven en comunidad, trabajan de manera cooperativa. Esa visión sí me resulta muy linda porque tengo un poco de ideal anarco en la cabeza y es hasta una vida soñada: una comunidad que trabaja en colaboración entre todos. Es discutible la figura del lider autoritario, pero acá es también el veterano sabio. Ahí habría que analizar: en un tomo que sale más adelante aparece Pitufo Financiero y eso hace cambiar muchas cosas. Es una historia muy interesante esa”, comenta.
Lo dicho: es una historieta ideal para que pitufen los niños, pero que los adultos también pueden perfectamente pitufar. Y hasta el próximo pitufo.