Con la misma audacia que demuestra a bordo de su moto Honda CRF450, el argentino Kevin Benavides, primer piloto latinoamericano en consagrarse campeón del Dakar en esa categoría, asumió que el rally es el deporte "más riesgoso del mundo", que requiere "una alta tolerancia al dolor" y que, pese al deseo de su padre, no tiene pensado dejar de correr.

El salteño, de recientes 32 años cumplidos, planteó que el Dakar obliga a sus participantes a "ir siempre hacia lo imprevisto", a diferencia de otras disciplinas como la Fórmula 1 o el MotoGP en las que "el piloto conoce, estudia y analiza" el circuito de competencia.

Desde su provincia, donde tuvo una bienvenida de héroe el pasado domingo, Benavides le reconoció a la agencia Télam que su logro en Arabia Saudita "es historia" para el deporte argentino y deseó que el reconocimiento por ello "traspase generaciones" en el futuro.

-¿Ya tomaste conciencia de lo que conseguiste?

-Voy tomando conciencia a medida que pasa el tiempo, ya instalado en Salta con mi gente. La verdad es que estoy feliz por lo que pude conseguir. No me puse a pensar con qué otro logro deportivo se podría comparar pero sí se que para mí ha sido el más importante de mi carrera. El Dakar es la prueba más difícil y riesgosa del mundo, por lo que creo que es un logro bastante alto a nivel mundial.

-¿Imaginás que puede quedar en la memoria como otros hitos del deporte motor, como por ejemplo las conquistas de Fangio en la F1?

-Creo que sí, en ese sentido es historia. Ojalá que este logro traspase generaciones. Ganar en motos, que es la categoría más competitiva del Dakar, tiene un saber muy especial.

-Dijiste después de ganar que te habías preparado toda la vida para eso. ¿De que manera?

-Sí, porque fueron muchos años de entrenamiento para llegar a esto, más allá de que obviamente entrené muy duro en 2020. Yo empecé a vincularme con las motos a los tres años. Toda la vida fui avanzando, creciendo, yendo por más para llegar a donde estoy hoy. Si no hubiera hecho eso durante todo este tiempo no hubiera llegado, por eso siento que fue un entrenamiento de toda la vida.

-¿De chico ya soñabas en el Dakar o fantaseabas con otras disciplinas como el MotoGP?


-No, lo mío fueron siempre los deportes de tierra. El MotoGP no era algo que me gustara. Y al Dakar lo empecé a ver en 2009 cuando vino a Argentina. Ahí me enamoré.

-¿Qué explicación tiene que nunca antes haya ganado un piloto latinoamericano en motos?

-Siempre fue más para los europeos, por eso que un equipo oficial (Monster Energy Honda) se haya fijado en mí ya era un logro en sí mismo. Como latino siempre pensaba que sería difícil llegar, por eso es muy importante haber sido el primero en ganarlo.

-La etapa 5 de la carrera fue emblemática en tu victoria porque sufriste una caída. ¿Efectivamente te fracturaste la nariz?

-No, fue una leve dislocación, no fue una fractura.

-Eso nunca te amedrentó. ¿Qué pensaste en el momento del accidente?

-Lo primero que sentí fue miedo a tener a abandonar, pensaba que no iba a poder seguir porque también me dolían los tobillos. Pero me levanté, seguí, seguí y después los dolores se fueron yendo.

-¿Para correr el Dakar hay que tener una alta tolerancia al sufrimiento?

-Totalmente, al dolor. Hay que tener el umbral del dolor alto.

-¿Cómo se consigue eso?

-Cuando uno tiene un objetivo o un deseo puesto en algo saca fuerzas para seguir. Si uno no lo toma así, ante cualquier golpe o rasguño lo deja.

-¿Cómo trabajás el aspecto mental para afrontar una carrera como el Dakar?

-Lo trabajo con un psicólogo que me ayuda mucho (Gustavo Ruiz). La mente se entrena también. Hacemos un muy buen trabajo durante el año y también nos mantenemos en contacto durante la carrera, vamos planificando día a día. Hablaba con él después de cada etapa, lo necesitaba para mantenerme enfocado.

-Después de la consagración, tu papá admitió que le gustaría que dejes de correr por el riesgo que implica una moto. ¿Cuándo le vas a hacer caso?

-Mis viejos lo sufren como padres y nosotros como pilotos también, somos conscientes del peligro que existe porque es el deporte más riesgoso a nivel mundial. Vamos corriendo arriba de una moto, por un desierto sin saber a dónde vamos, simplemente siguiendo una hoja de ruta, entonces vamos siempre hacia lo imprevisto. En cualquier otro deporte motor, sea la Fórmula 1 o el MotoGP, los pilotos conocen el circuito, lo estudian, lo puede analizar. Nosotros, nada. Eso es lo que hace diferente a este rally. Además hay que ir todo el tiempo pensando, leyendo y manejando la moto. Requiere mucha concentración. Pero bueno, yo no pienso en todo eso, sé que el riesgo existe pero me preparo para eso. Así que no creo que le haga caso a mi papá.

-¿Cómo fue la preparación previa durante la pandemia?

-La pandemia tuvo como positivo que no hubieron tantas carreras en el año, entonces el entrenamiento físico lo pude hacer más fuerte y continuo. Eso me ayudó. Aproveché la cuarentena para recuperarme de lesiones y golpes.

-¿Qué diferencias hay entre el Dakar sudamericano y el de Medio Oriente?

-Dos fundamentales: el Dakar en Sudamérica tenía el público, que era impresionante, muy motivador. Y también se cambiaba mucho de escenario, al pasar de un país a otro, cambiaban los paisaje. Allá es todo desierto, que es muy lindo pero más monótono. Uno tiene que aceptarlo así pero si me dan a elegir me gustaría volver a correr en Sudamérica.

-¿Por esa característica es que se dice que es más difícil la navegación?

-La navegación es más complicada porque la están haciendo más complicada para tratar de frenar más a la carrera, para que sea un poco más lenta. Este fue un Dakar muy técnico, de mucha navegación, de etapas muy largas, muy pesadas, así que para mí fue el más duro que me tocó correr.

Kevin participó en 2021 de su quinta edición, una más que su hermano menor Luciano (25), que este año abandonó en la novena etapa. Su desembarco en el rally más extremo del mundo se produjo en 2016, después de un consagratorio desempeño en el Enduro argentino y latinoamericano que desarrolló en simultáneo con sus estudios universitarios.