La técnica en enfermería y trabajadora social Vanuzia Santos, y la enfermera Mónica Calasanz, fueron las primeras en recibir en San Pablo la vacuna china Coronavac, horas después que la Agencia Nacional de Vigilancia Sanitaria (Anvisa) autorizara el uso por emergencia de las vacunas desarrolladas por Sinovac y AstraZeneca. 

Presidenta del consejo del pueblo indígena “Kaimbé, Filhos Dessa Terra", de la ciudad de Guarulhos, Vanuzia se refirió al virus que la contagió en mayo de 2020, y habló de la vacunación con hilo militante. 

Mónica, trabajadora negra de la primera línea de la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) del hospital Emilio Ribas, con un cuadro de diabetes e hipertensión, celebró con su brazo en alto y foto incluida que exigió Joao Doria, el gobernador de San Pablo y referente de la oposición. 

Otras lideresas indígenas como la enfermera Vanda Ortega Witoto, del Amazonas, y la cacica guaraní Kerexu Ixapiry, del estado de Santa Catarina, también inauguraron con sus cuerpos la campaña de vacunación. Como en un reality, sus inmunizaciones se transmitieron en vivo por Youtube. “Que la población crea en la vacuna. Hablo como brasileña, como mujer, como negra que cree en la vacuna”, alentó Mónica, que tomó coraje para inocularse “por todas las vidas que hemos perdido”.

En el capítulo final de Ciencia, cyborgs y mujeres. La reinvención de la naturaleza, titulado “Biopolítica de los cuerpos posmodernos”, Donna Haraway postula que en torno del modelo del sistema inmunitario se reproduce el poder de la biopolítica sobre los cuerpos, “un plan de acción para construir y mantener las fronteras de lo que se entiendo por “el yo” y por “el otro”, en el importante terreno de lo normal y de lo patológico”. Quizá cuando pase el temblor de la pandemia y el derrame vacunatorio resguarde de la enfermedad a todas las poblaciones, pueda comenzar a observarse si los cuerpos de mujeres y feminidades fueron campos minados por la intervención científica y de la biomedicina.