"Vengan y vean la desesperación de no tener agua y el miedo a contagiarnos". Las palabras de Ramona recorrieron el mundo. Los vecinos llevaban 12 días sin agua. Una semana después la referenta social fue internada con coronavirus. Falleció el 17 de mayo.
Ramona era tucumana. Charlatana y solidaria, amaba bailar y contagiaba alegría. En la Villa 31 formó su familia. Con Alexis tuvieron a Guadalupe y Maia. Como responsable de salud de la Garganta Poderosa, Ramona planificó actividades para tener un botiquín en cada barrio, sostuvo la posta sanitaria en las ollas para personas en situación de calle y formó una red con los centros de salud barriales. Sus compañeras recuerdan su taller de Educación Sexual Integral que permitió que muchas mujeres se animaran a hablar.
Victoria fue su vecina y amiga. Sus casas estaban pegadas en el bajo Autopista y la falta de espacio hacía que pasaran más tiempo en la vereda que en sus casas: "Compartimos los mates, las asambleas, la organización. Ramona te daba todo lo que tenía, y lo que no tenía también".
Su hija Guada tiene Síndrome de West y de Aicardi, lo que le genera convulsiones y no le permite hablar ni caminar sola. Ramona trabajaba para que no le faltara nada. Se dedicaba al transporte de niños y niñas con discapacidad, hacía rosquetes y pan casero para vender, y luego se sumó a la Casa de la Mujer y las Disidencias. Lilian, militante de La Poderosa, recuerda las enormes tortas que hacía para el día de las niñeces: "Llegaba con bolsitas de pochoclo a las reuniones y se preocupaba por todos. Con ella sabías que nunca ibas a estar sola".
La falta de agua, el hacinamiento y la desidia llevaron a que la villa 31 fuera una de las más afectadas por el coronavirus. En ese contexto, los vecinos volvieron a exigir la relocalización. Desde 2016 mil familias que vivían bajo la traza de la autopista esperaban las viviendas que el Gobierno porteño se había comprometido a entregar en 2019, en el marco de la urbanización.
Los doce días sin agua agravaron las cosas. Ramona era diabética. Tenía miedo de contagiarse, pero su mayor miedo era por Guada. Vivir en un espacio de 26 metros cuadrados, con un baño compartido entre doce personas y sin agua, implicaba riesgos. La realidad de Ramona era la de todos y el barrio se levantó. Sus palabras aún resuenan: “Así no se puede vivir más. Hay una pandemia que nos está consumiendo, mueren vecinos todos los días. Y nosotros seguimos sin agua".
Ante la presión, las autoridades iniciaron la relocalización. Pero en la nueva vivienda de Ramona la silla de ruedas no pasaba por la puerta y el baño no estaba en condiciones. La respuesta al reclamo fue el maltrato. Ramona insistió, pero ya era tarde. Fue internada con coronavirus y conectada a un respirador. Falleció poco después.
"Ramona puso el cuerpo para reclamar por los derechos de los vecinos y le costó la vida. Dejó un vacío enorme. Hoy siguen faltando soluciones estructurales y políticas públicas discutidas en el territorio. Hay compañeras que cumplen una tarea esencial y no hay reconocimiento", dice Lili.
Ramona se hizo bandera. Una brigada de salud de 400 voluntarios lleva su nombre en La Plata; Roger Waters, León Gieco y Arbolito le rindieron homenaje. La Casa de las Mujeres y las Disidencias que la vio luchar hoy se llama Ramona Medina. "Nos marcaste el camino", dicen sus compañeres. Y se comprometen a seguirlo.