Nos dejó Miguel Teubal, uno de los mas importantes y consecuentes economistas agrarios de este “granero del mundo” que no claudicó a las modas o los cambios de tendencias en la profesión. Mantuvo su eje analítico durante casi 50 años de ejercicio profesional.
Hijo de un exitoso e influyente inmigrante de Alepo, que lo alfabetizó en francés, vivió unos años en los Estado Unidos, asi como sus estudios de posgrado, su acento agringado hacia pensar que era mas bien un foráneo que un nativo de estos suelos.
Contó que su padre quería que formase parte de su exitoso negocio textil al salir de la universidad, a lo que él se resistía constantemente. Así es que al recibirse de economista, el ahora mítico Julio G.H. Olivera, por entonces director del Departamento de Investigaciones Económicas del BCRA entre 1959 y 1962, le ofreció integrarse a su equipo, lo cual para Miguel fue un honor (Olivera fue su profesor de Teoría Económica en la UBA), y a la vez un estupendo desafío profesional con solo 23 años. Su padre, don Ezra Teubal, luego de discusiones familiares, decidió usar su influencia sobre el presidente Frondizi, quien habló directamente con Olivera para que deje sin efecto el nombramiento. Alli es cuando decidió partir hacia Berkley a hacer su doctorado.
De personalidad locuaz, distraída (vivía perdiendo cosas), era muy divertido charlar con él. Vasta cultura, podía hablar de economía, sociología, literatura, cine, teatro y su otra pasión: la música. Pocos saben que ya de bastante grande, e incentivado por los estudios de uno de sus hijos, envió a un concurso una composición de una pieza clásica contemporánea (perdón a los puristas por la definición del género) que ganó y fue ejecutada por la orquesta auspiciada por un desaparecido banco. Entrar a su casa en Coghlan era un placer. Libros por todas partes, hermosas pinturas, y en el centro un piano de cola que brillaba en semejante entorno.
Si habría que encasillarlo doctrinariamente estaríamos en serias dificultades, fue el más heterodoxo de los heterodoxos. Claro es que la dictadura no tuvo problemas con ello, por lo que debió partir al exilio en México. Estiró los marcos de análisis económicos de un modo que pocos lo hicieron, en especial en la economía agraria. Fue un profundo analista de la llamada ruralidad, no sólo desde la óptica mas macrosectorial, sino también desde una visión casi antropológica y microeconómica. Pocos lo hicieron con la ductilidad y solidez con que él estudio los temas, que tambien transfirió a los que fueron sus discípulos.
Cuando le otorgaron la beca Oscar Braun en el Insitute of Social Studies de La Haya hizo una investigación a partir de los pensadores del regulacionismo francés adaptada a la economía agraria, de la que varios "robamos", y muchas veces sin el debido reconocimiento, las categorías que desarrolló.
Su análisis de los sistemas alimentarios globales, así como su contribución al impacto de la globalización, que lo llevó a ser fellow del Transnational Institute de la mítica Susan George en Amsterdam, fue incorporando de manera consistente, y al comienzo poco entendida, aspectos de sustentabilidad y equidad que hoy son imprescindibles en cualquier análisis serio. Su “sociedad” intelectual y afectiva con la socióloga Norma Giarraca también los mancomunó en la producción de materiales de inmenso valor analítico.
Realmente una gran perdida su muerte, lo vamos a extrañar, pero nos deja una gran bibliografía de la que podremos seguir beneficiándonos con su sapiencia.
* Economista.