Todo conlleva una historia, hasta el encuentro con la verdad.

 

Martín Smud- Paso a distancia

Paso a distancia, el nuevo libro de Martín Smud, es un libro de crónica cotidiana e intimista, de reflexión urgente de lo que desmantela el planeta desde marzo del 2020 y nos interviene en tantos planos existenciales. El autor, prolífico, ya nos tiene acostumbrados a una copiosa y lúcida producción. Como dijo en alguna entrevista, escribe y publica desde los tempranos tiempos de estudiante universitario, como modo de comprender temas que lo acuciaban, la histeria (en ¿Dónde fueron a parar las escobas voladoras de las brujas?, 1998, editorial La Campana), la femineidad (en Lengua de Mujer. Historia condicionada del goce sexual. 2003, editorial Letra Viva), el amor (Era ella, 2005, novela, editorial Letra Viva), el duelo (Sobre duelos, enlutados y duelistas con Eduardo Bernasconi, 2001, editorial Lumen), la paternidad (Espero que no lo leas, 2009, prosa poética, editorial Letra Viva/Episteme), las generaciones actuales (Generación Play, 2015, editorial Letra Viva y Homo Selfie, 2019, Con la participación de Marcelo Rudaeff –Rudy-, editorial Letra Viva); también como traducción de la experiencia del recién recibido y del residente en salud mental que fue (En guardia. Crónica de una residencia en salud mental, 2000, editorial Letra Viva y Tiempo de atención. Que hacer en el tiempo del recién recibido, 2007, Letra Viva/Episteme)

El presente libro es el segundo que escribió en 2020, antes fue Pandemonio (Letra Viva) de corte aforístico, desde la cuna del ASPRO. En Paso a distancia Martín Smud realiza la peripecia de una “múltiple colocación” discursiva sobre la época inmediata. Habla como padre (el libro comienza cuando se levanta a las cuatro de la mañana y se encuentra con sus hijos en el living, jugando a la play), como docente universitario (desolado por tener que dar clases on line, mal dormido, con sensación de ahogo y mala conectividad, a cámaras apagadas, esperando una señal de vida del otro lado de la pantalla), como psicoanalista (que, lejos de la falsa seriedad, no se guarda nada, nos cuenta sus fallos, y atiende una urgencia en la cola de la ferretería), como espectador crítico de los medios de comunicación (analiza la potencia ideológica que puede tener que una periodista, como el eterno retorno de una ‘Doña Rosa’ versión hard, tome dióxido de cloro al aire), y como usuario forzoso y gozoso que sospecha de las tecnologías digitales, y afirma que el algoritmo no sustituye el lugar de la ideología sino que es su culminación, dentro de un aparato cultural ideológico de dominación geopolítica.

Pero este reflejo inmediato y necesario de la catástrofe que vivimos mundialmente, no sólo es descripción fenoménica. Exige retomar temas centrales que se van hilando sin ambages, como: el capitalismo y las desigualdades estructurales que produce, las diferencias generacionales, la incidencia de las tecnologías digitales en nuestras vidas y modos de pensar, la falta de legislación en el omnipresente mundo virtual, el lugar de la ideología que hace a una posición renegatoria, pero también el lugar del psicoanálisis, que renueva su vigencia en este mundo. El dilema ético, que enseña a sus estudiantes, aparece intermitente en el texto, traída desde la Antígona griega, vuelve a presentarse con distintos rostros frente a las injusticias renovadas: los cuerpos del terrorismo de Estado, los cuerpos desalojados de Guernica, los cuerpos de los muertos en pandemia que merecen una despedida comunitaria, familiar, un ritual funerario, y sólo tienen una muerte solitaria, aséptica.

Así va cercando el interrogante central que atraviesa el texto, la pregunta por el cuerpo que sufre el distanciamiento, en un tiempo de muerte salvaje, y una época pobre en rituales simbólicos que permitan el duelo, la tramitación de una despedida. ¿Cómo quedarán los cuerpos? ¿cómo quedará mi cuerpo con tu cuerpo?, se pregunta (quién sabe a quién se lo pregunta, pero lo importante es que siempre hay ‘otro’ del cuerpo). “Porque la locura del sin tiempo era la psicosis y la no responsabilidad del acto, hoy la locura es la falta de cuerpo”. Ese cuerpo que ha sido sustraído a las experiencias, a las más bonitas, y expuesto masivamente a la reclusión o la enfermedad.

Sin embargo, aun repasando todos los males de este mundo, todas las encerronas trágicas de la virtualidad y las consecuencias develadas de la desigualdad, el libro es un texto esperanzador, porque el autor es un fan del Windows ’95, que permitió trabajar “con todas las ventanas abiertas” --y no podemos dejar de pensar que es una metáfora--, pero también, como él mismo dice, “todavía quiere pelear el rumbo”. Por eso el libro comienza por el capítulo titulado “De la explosión del lugar”, pero termina con “La estudiante que me devolvió la sonrisa”. En una clase por zoom, con una señal defectuosa, aun así el devenir de la palabra despierta a ese “cuerpo otro” que “no está on line, es melancolía, es recuerdo, es lo que se yergue y cae, la latencia, la pulsación, lo alterno, la escisión, la sed”. Eso que no ha quedado capturado por el presente y gigantesco experimento social que ha trastocado nuestros cimientos civilizatorios.

Smud reafirma la propuesta psicoanalítica de la salida por la singularidad, la “singularidad como el rescate de esa mano que finalmente produce la amorosidad de algo que se da sin buscar un rédito, una ganancia individual, esa amorosidad que da algo a alguien, sin saber lo que da ni a quién lo da, esa amorosidad que produce un acto ético”, y propone que a la premisa lacaniana “no hay relación sexual”, hay que sumarle un nuevo estandarte: “el cuerpo resiste en la tierra”, por una militancia del encuentro del cuerpo del otro que resiste, luchar por mantenernos cerca, porque no hay (no) relación sexual a distancia. Una mención especial a la estética del libro, acompañada por los inquietantes collages fotográficos de Antonio Fernández, que no deja de ser una tácita apuesta al arte, a su “gasto improductivo”, como diría Bataille, y ético como “condición de tiempo humanizado”, tal como dice Smud.

En definitiva, un mientras tanto donde se acorte la distancia con la escritura, para que finalmente “cuando el covid se canse de seguirnos… nos quedemos horas observando la belleza de estar juntos".

Paso a distancia, de Martín Smud. Editorial Letra Viva, año 2020, edición digital.