El paseo por este barrio playero, donde un Luna Park retro invita a revivir tiempos de kermesse y tren fantasma, junto a una reserva natural donde al atardecer se puede tener la suerte de avistar algún fairy pinguin, es un “must do” de Melbourne. Si se trata de recorrerlo en clave gastronómica, un itinerario de dos kilómetros con cinco paradas invita a probar la pastelería artesanal de Baker D. Chirico y comer en Stokehouse (formal en la planta alta, fish and chips y parrilla informal en la planta baja) o Donovans (tradicional restaurante italiano con vista a la playa). Siempre en el barrio, Monk Bodhi Dharma encara una propuesta vegana y Tulum propone probar la moderna cocina turca.