Ya sabemos que la pandemia hace que se replanteen todas las categorías con las que estábamos de acuerdo y que nos tenían tranquilos… y en este estado de incertidumbre y descreimiento, una cosa triunfó: la tecnología de internet y sus versiones. Si esto es para bien o para mal... que lo piense otro.
Pero sí podemos, como resultado de lo que pasó, encontrarnos con algunas nuevas posibilidades. La certeza número uno que vamos a desterrar es la del valor de lo real sobre lo virtual. O, dicho de otro modo, lo único que sobrevivirá, aparentemente, es la posibilidad de los materiales de cambiar de género, de apariencia de materialidad, etc. En el arte lo podemos comprobar a cada instante. Estamos superpoblados de muestras virtuales y de invitaciones a la comprobación de que todavía es posible reconfigurarse en el arte. Y si es verdad que el arte contemporáneo fue el primero en pensar cómo se presentarían las nuevas subjetividades, también ahora pueden pensar en otro modo de lo trans: lo transmaterial y los transmateriales.
Las Chiachio & Giannone, artistas bordadoras consagradísimas de la escena artística internacional, que siempre están a la vanguardia de subjetividades, materiales y estilos, se dedicaron, durante esta pandemia a seleccionar y curar una serie de obras que expusieron en la galería Isabel Croxatto de Santiago de Chile, pero que, por efecto benéfico de la pandemia (como si hubiera alguno), se puede visitar en la pagina web (www.isabelcoxattogaleria.com ), hasta el 10 de marzo, en un recorrido digital maravilloso como si estuvieras caminando por la galería y que si oscurecés un poco las luces de tu cuarto y te servís antes una copita de vino blanco Carménère (la cepa chilena por antonomasia), es exactamente como si estuvieras en el “vernissage” de inauguración, abierto solamente para vos.
La muestra se llama "CUIR", el nombre que se usa para designar la disidencia, tanto de la norma patriarcal, como de la nueva norma que ha creado la institucionalización y la normalización de todos los movimientos queer, que detentan el espacio del juicio, la amenaza o, meramente, la uniformidad ideológica; o lo que la teoría de la cultura muestra ahora como los grupos de protesta que saben hacerle el juego al poder.
Como les curadores conocen tanto el campo de su trabajo como el medio con el que trabajan, la muestra tiene ese efecto que nos permite ir desde el tema de la crítica de la norma y la heternorma (que ya es un clásico de la cultura lgtb), a otro tema que es la crítica de la relación que hay entre los materiales, sus posibilidades exhibitivas y en general una reflexión nueva que es ahora necesaria sobre la representación en general y las políticas de representación. Por eso, también, les artistas seleccionades para la muestra forman parte de un universo global, que es donde se da lugar a estas nuevas disputas. Algunos de ellos, son Aaron McIntosh (Estados Unidos), Cristina Coll (Argentina), Curtis Putralk (Chile/Francia), Joey Terrill (Estados Unidos), Juvenal Barría (Chile), Max Colby (Estados Unidos), Rodrigo Mogiz (Brasil), y Sebastián Calfuqueo (Chile), entre otros, reuniendo bordado, fotografía, dibujo, pintura, video y performance.
Y, además, la muestra está pensada en un espacio deliberadamente nocturno, como para que no sepas si entrás a una muestra, a una disco o a un dark-room. O, como dicen les curadores: “Queríamos que fuera una escena de noche. Que este un poco borrado el límite entre la exposición y la fiesta.”
Es decir, se trata de mezclar una serie de experiencias que son muy heterogéneas pero que coinciden en una misma perspectiva. Lo plantean así: “Cuando comenzamos a pensar en el proyecto la idea era enorme; queríamos reunir artistas que nos interesaban de todas partes. Y, al final, con la pandemia logramos hacerlo más viable. Porque era organizar un mundo virtual. Los criterios que nos interesaban reunían a los veinte artistas en varios ejes: amor y sexualidad, identidad, familia, y otro, muy importante, es el de las generaciones. Hay artistas de veinte hasta de más de sesenta. De modo que es intergeneracional y reúne distintas épocas”.
Por un lado se pueden ver los materiales de una experiencia personal individual e íntima del universo erótico con sus espacios de realización y de fantasías (desde las zapatillas para danza hasta el gloryhole de baño público); por otra parte está la experiencia política de la segregación o de la discriminación en el espacio público, laboral o social (como puede ser la re estetización o la sobre estetización de la pornografía); pero además se puede pensar a partir de la muetra en el modo en el que las disidencias sexuales y las discriminaciones frente a la norma, generan zonas, materiales y técnicas que ya de por sí, contienen la idea de una heterodoxia del uso (el tapiz porno, el bordado, el collage, etcétera). Los mismos Chiachio & Giannone, que se incluyen en la muestra que curan, como para señalar que se está hablando de un colectivo de performance, más que de las individualidades, saben cómo usar materiales aparentemente "menores" o "degradados" para provocar una obra crítica de la distribución de prestigios y honores a la obra y sus “autores”.
La muestra es una narración donde, más allá de les autores, se va contando un devenir como quien te cuenta cómo fue la fiesta en la que estuvieron la noche anterior.