El 86 por ciento de las empresas recuperadas y cooperativas de trabajo están activas a pesar del coronavirus. Frágiles al final del gobierno macrista, comenzada la pandemia tuvieron un acceso limitado a herramientas como el IFE y los ATP, aunque en la segunda parte del año les llegó asistencia del Estado a través de programas como el Potenciar trabajo y la Línea 1. El sector, nacido de la resistencia a los cierres, tiene una enorme capacidad de aguante y atraviesa esta nueva crisis defendiendo sus puestos de trabajo.
Los datos son parte de una encuesta de alcance nacional realizada en 195 empresas autogestionadas y cooperativas, en las que trabajan 6 mil personas. Fue hecha por el programa Facultad Abierta de la Facultad de Filosofía y Letras (UBA) junto a la Universidad Nacional Arturo Jauretche, el Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social (INAES).
La investigación revela que el nivel de contagio entre los trabajadores del sector fue superior a la media del país: de en un 2,8 por ciento . En las recuperadas hubo la mitad de casos de covid-19 que en las cooperativas de trabajo. “Las diferencias podrían explicarse porque las cooperativas con más contagios desarrollan actividades en la vía pública, como recolección y reciclado de residuos urbanos o mantenimiento de espacio público, que los exponen más al contagio, mientras que el grueso de las ERT tiene otro tipo de actividades en los que esta exposición es menor”, apuntaron los investigadores.
Otro dato interesante es que el porcentaje de empresas recuperadas y cooperativas de trabajo ocupadas en tareas declaradas esenciales fue bastante alto, el 80 por ciento para el total de la muestra. Esto se debió al elevado número de cooperativas que realizan actividades esenciales. Y en algunos casos a que se reconvirtieron, como por ejemplo las textiles que pasaron a fabricar barbijos y ropa para el personal de salud, o alcohol en gel.
Las leyes argentinas reconocen de manera insuficiente la condición laboral del trabajo autogestionado. Al no ser considerados trabajadores asalariados ni tampoco empleadores, los integrantes de las recuperadas y cooperativas de trabajo “quedaron en una zona gris de la política asistencial, en la que no fueron contemplados para los subsidios ATP por no responder a una relación de dependencia, ni tampoco cubiertos del todo por el IFE, pues en muchos casos tenían incompatibilidades”, describe el informe. Esto generó desigualdades de ingresos en lugares de trabajo que tienen como tradición el reparto igualitario de sus ganancias.
“El problema comenzó a ser resuelto mediante dos medidas básicas, aunque juzgadas como insuficientes y tardías por la mayoría de las organizaciones. En primer lugar, la reactivación de la llamada Línea 1 del Programa Trabajo Autogestionado del Ministerio de Trabajo, que en su momento funcionó como un equivalente del REPRO para las cooperativas, que prevé un subsidio mensual que empezó con montos bajos, luego se actualizó al equivalente de un salario mínimo y, en los últimos meses, a medio salario mínimo”.
Otra forma de asistencia fue el programa Potenciar Trabajo, del Ministerio de Desarrollo Social. “Tanto las cooperativas de trabajo que ya venían percibiendo estos subsidios como las que lo obtuvieron en el último tiempo, continuaron haciéndolo durante la pandemia, y en la mayoría de los casos les resultó un ingreso más estable que aquellos provenientes de medidas temporales dictadas en el marco de la emergencia sanitaria”.
“Como en toda la economía, las recuperadas y cooperativas pasan por una gran crisis por la pandemia, que las afectó cuando ya venían de cuatro años muy malos por las políticas del macrismo”, resumió Andrés Ruggeri, responsable de la investigación. La encuesta muestra cómo se han adaptado, a pesar de que hubo algunas emblemáticas como el Hotel Bauen, que por la imposibilidad de recibir huéspedes y hacer eventos han tenido que cerrar”.
“Que en su mayoría hayan logrado sobrevivir habla de la capacidad de resistencia de los trabajadores y la llegada de asistencia del estado en la última parte del año, ya que por motivos estructurales las políticas de corte más económico, como los ATP les fueron limitadas”, dice la encuesta.
“Lo que hace falta para sostener el sector tiene dos aspectos, lo urgente y lo de fondo. Lo urgente son recursos para solucionar deudas generadas por las tarifas o los alquileres, e inyectar fondos para capital de trabajo. Por otro lado, que finalmente se estructure una política estratégica que las incorpore como sujeto político y económico. Creo que en ambas cosas se están trabajando, sobre todo desde la incorporación al ministerio de Desarrollo Productivo del INAES. Se han anunciado algunas políticas que están en curso, con una mirada productiva de las recuperadas y cooperativas de trabajo que no había existido antes desde el Estado. Eso, más allá de la pandemia, nos permite tener una pequeña dosis de optimismo en un momento muy complicado”.