Dora Barrancos es socióloga, historiadora e investigadora. Se ha dedicado a estudiar el desarrollo del feminismo en Argentina, los movimientos sociales de principios del siglo XX, las revoluciones llevadas a cabo por las mujeres, los movimientos socialistas y anarquistas, y el rol de la educación en la historia argentina. En 1968 se graduó como licenciada en Sociología en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. En la actualidad dirige la Maestría y el Doctorado en Ciencias Sociales y Humanidades de la Universidad Nacional de Quilmes. Desde mayo de 2010, es directora del CONICET en representación de las Ciencias Sociales y Humanas, y en 2016 recibió el Premio Konex Diploma al Mérito de las Humanidades en Argentina. "Las mujeres siempre han estado contribuyendo al conocimiento humano. Hay una manera de traducir la especie Homo Sapiens dentro del sistema educativo como si fuera El Homo Sapiens, entonces no hay posibilidades de encontrar a las mujeres en contribución directa con el conocimiento. De modo que es un gran trayecto, un largo camino, pero el reconocimiento en la producción científica es otra cosa. Han sido siglos de posponer esta cuestión, recién ahora estamos haciendo un trabajo de revisionismo y pudiendo reconocer a las mujeres que participaron en la historia", dijo.

La investigadora sostuvo que el no reconocimiento de las mujeres en la ciencia no siempre se dio de la misma manera. "Hay momentos en la historia en que es muy probable que aquellas sabias competentes hayan sido reconocidas, como por ejemplo lo que ocurrió con una famosa doctora de la antigüedad en Egipto, Merit Ptah, que al parecer era extraordinaria en materia de conocimiento médico, más que los varones de su época. Es cierto que a veces esos conocimientos son tan deslumbrantes que hay una actitud mitológica, pero no sólo con respecto a las mujeres, sino también a los varones", afirmó. También contó que en otra época se relacionaba ese saber del género femenino con fuerzas sobrenaturales, muchas veces denominadas con el término de "brujas", ya que se tornaba insoportable la integridad de las mujeres al mundo de los conocimientos. "La ciencia ha ido por un camino sinuoso, a menudo más mitológica que científica. Por eso la tradición francesa dice que tenemos ciencia, la ciencia normal que hoy conocemos, recién desde el SXVII para acá", expresó.

 

“En otra época se relacionaba el saber del género femenino con fuerzas sobrenaturales. Las llamaban ‘brujas’”.

 

"Existe un quiebre entre el Siglo XVIII y el XIX, en donde las nuevas mujeres de la burguesía son tomadas como el ángel del hogar. Hasta el último tramo de ese siglo no se admitían mujeres en las universidades y por lo menos hasta 1948 no tenía el mismo valor el título que en el caso de los varones", comentó Barrancos, quién agregó: "En Argentina las mujeres egresadas al principio fueron en Medicina, continuando con el legado de que eran las encargadas del cuidado de la vida en su rol de protectora. Sobre todo se dio un aumento en la obstetricia. La química fue un área amigable también para ellas, en contrapartida con derecho, la que fue hasta no hace mucho considerada carrera sólo para hombres, ya que había una línea que marcaba que las leyes estaban hechas a favor de estos últimos".

La ganadora del Konex remarcó que la ciencia tiene una constitución desde su principio patriarcal, diferencia que se acentuó sobre todo en el Siglo XIX. "En este momento, el CONICET tiene mucha más participación de mujeres que en etapas anteriores. Exactamente un 53 por ciento, pero hay un gran número en la categoría de asistentes, cuando en el nivel superior sólo contamos con un 25 por ciento de participación. Hay una estructura jerárquica que no cambió", y a su vez añadió: "Las dificultades de reconocimiento ha encendido la luz de los grupos feministas porque cada vez se buscan formas de discriminación más sutiles dentro de los laboratorios o áreas donde se desarrolle la investigación".

Barrancos destacó el gran movimiento de feminización de la Universidad, lo que marca un avance en estas cuestiones. "Necesitamos más democracia en la ciencia, igualdad de posibilidades, retirar todo rastro de machismo y discriminación dentro de ella. Cuanta más pluralidad haya, más interesante será el conocimiento, porque la ciencia es un bien cultural", concluyó.