Curtis “Talwst” Santiago es un artista canadiense con ascendencia trinitense que gusta recolectar antiguas cajitas de anillos. No por mera afición a la acumulación de adminículos vintage, valga la aclaración. Es precisamente dentro de cada petit estuche donde este hombre monta sus delicados dioramas en un doble intento: el de sorprender a quien los abre, y el de apelar al simbolismo de la mentada caja en tanto “estructura que protege y transporta objetos preciosos a través de generaciones”. Claro que, lejos ya de las costosas joyas, lo precioso que Talwst busca preservar son narraciones de la cultura popular y de la historia reciente, que él recrea con pulso envidiable. “La idea es plasmar la amplitud y fragilidad del mundo en el que vivo; y los fugaces recuerdos que tengo sobre el mismo”, advierte quien ha hecho celebrados dioramas que eternizan: los asesinatos de los afroamericanos Michael Brown, Freddy Gray y Eric Garner, epítomes de la violencia y discriminación racial de la policía estadounidense; las violaciones a mujeres indígenas en su país natal, Canadá; la travesía de refugiados que huyen de zonas en conflicto vía precaria embarcación; las manifestaciones del movimiento Black Lives Matter; a “San Papier, santo patrón de los migrantes sin visa”; etcétera. “Hago arte para no volverme loco, pero también para contar historias que no quiero que sean olvidadas, a menudo marginadas del relato oficial”, subraya el artista. Y consultado por el tamaño (ínfimo) de sus piezas, admite: “No sé por qué hago miniaturas. Pero sí sé que fue probablemente provocado por mi infancia. Vengo de la generación de Dónde está Wally y Los Sims. Siempre pienso en la primera vez que la gente vio una foto de la Tierra desde el espacio. Y a menudo, cuando trabajo en esta escala, siento que estoy en un mapa de Google haciendo zoom hasta cierto punto”. Un punto que amerita lupa, sobra la aclaración.