“Mi casa es su casa” dice una expresión de la vida cotidiana por la que se invita amistosamente a algún recién conocido a compartir el espacio donde se habita.
Algo de esa invitación resuena en la La música es mi casa, la muestra de Gastón Pérsico –curada por Mariano Mayer– que tiene lugar en la Sala 1 del Malba. Toda la muestra se abre como una gran invitación que, desde los sonidos “sampleados” a través de diferentes relaciones con diferentes expresiones artísticas, abren la puerta al mundo ilusorio creado por Pérsico para hacer de la música su casa y de esta casa un sitio de pasaje y apropiación para todos los espectadores/visitantes.
Dice Mariano Mayer en su texto curatorial: “La producción artística de Gastón Pérsico, compuesta mayormente por esculturas de ensamble, publicaciones e instalaciones, se caracteriza por proponer escenarios en los que confluyen diversos intereses personales. En efecto, la música, la literatura, las subculturas, la vida nocturna, la amistad y sus redes de influencia son para el artista materiales artísticos. Investigar los archivos de la cultura contemporánea, para vincular temas y zonas de encuentro de distintos campos, es tanto una proposición de nuevas relaciones como un modo alternativo de construcción de significado”.
Si bien la exposición se centra en la experiencia sonora –el fuerte de Gastón Pérsico–, los sonidos esta vez conviven con otras disciplinas como la poesía, las artes visuales y por supuesto la música, un soporte del que Pérsico se vale para plasmar un concepto en ideas. “Creo fervientemente en la energía, frescura y lucidez de casi todos los diferentes movimientos underground –expresó en una oportunidad– desde el dadaísmo en adelante. Elijo rescatar de cada uno el espíritu, la necesidad de generar, más allá del tipo de reconocimiento que hayan podido tener. De la extensa lista de preferencias pondría a la banda Sonic Youth como un buen ejemplo de síntesis que combina música, arte, estilo y actitud. Sus trabajos colaborativos, los artistas con los que trabajan en sus discos, videos, performances, exposiciones. El nombre de uno de sus discos a manera de lema: Experimental Jet Set, Trash and No Star”.
Algo de esa declaración podría marcar el statement de esta novedosa experiencia expositiva donde el espacio constituido por una siìntesis de lenguajes remite a diferentes situaciones en las que es posible reflexionar sobre la percepción. Pero la casa a la que se invita es un concepto, una abstracción más bien: en la sala no se aprecian representaciones ni de un hogar ni de una disco. Incluso tampoco suena música, nos encontramos frente a analogías formales, alusiones y moldes temaìticos. Y ese procedimiento marca la originalidad de la muestra y posibilita un recorrido inquietante. Tanto es así que desde allí se posibilita el uso y la recontextualizacioìn de diferentes referencias culturales, histoìricas y esteìticas que buscan desarrollar relaciones inesperadas y alentar contrastantes capas de sentido y experiencias vivenciales.
La obra que da tiìtulo al proyecto es una pieza de audio en la que tres voces recitan las letras de un DJ-set de muìsica house traducidas al espanÞol pero sin muìsica. El resultado es un ejercicio de traslacioìn de un medio a otro, haciendo referencia y trazando viìnculos entre discoteca y poesiìa concreta; entre los cuerpos, su ausencia y el lenguaje.
En la sala, la voces son las protagonistas pero conviven con distintas piezas escultoìricas realizadas a partir de deconstrucciones de entornos arquitectoìnicos y materiales asociados a muebles hogareños, discotecas, salas de ensayo y conciertos. En este plano tridimensional se puede ver un cubo de madera negro que se puede tomar como una referencia directa al monitor de retorno que usan los músicos en un concierto. También se aprecian cuadros realizados con superposiciones de esas telas negras –tajeados a lo Lucio Fontana– que se usan para las tapas de los parlantes de los equipos de audio domésticos. En este plano, se incluye además una escultura hecha con pies de micrófonos y sobres de vinilo, hechos de papel blanco, remitiendo así al white label: los discos que habitualmente usan los DJ son copias promocionales sin rótulo, ni inscripción ni créditos, o directamente piratas. Finalmente, nos topamos con una escultura hecha con las vigas que se usan en las parrillas de iluminación de una sala de conciertos que va del piso al techo, como un pilar, y otra recostada. “El objetivo es otra vez que varias disciplinas y materiales entren en colisión para que a partir de ese choque aparezca algo nuevo”, confirmó el artista.
La música es mi casa, a su vez, se compone de dos bisagras que se moldean en su movimiento sincrónico. Por un lado se desplegará una experiencia llamada Featuring, una serie de participaciones e intervenciones de artistas invitados agrupados por la que pasarán David Lamelas, Pablo Schanton, Lucio Capece, DJs Pareja y Miguel Mitlag. Por otra parte, todo se completa con dos publicaciones: la que lleva el nombre de la muestra, realizada a partir de las traducciones de letras de música house incluídas en la obra sonora del mismo nombre, se presenta como un libro de poemas que explora la posibilidad visual del ritmo y la musicalidad en la repetición de la palabra impresa. La otra publicación toma el nombre de la experiencia Featuring y propone una serie de lecturas y acercamientos a los distintos ejes que trata la obra a partir de escritos, realizados para la ocasión por Mariano Mayer, Pablo Schanton, María Salgado y Marina Zuccon. En ellos reflexionan sobre música, poesía, arquitectura y sonido, formas de percepción, cultura disco y comunicación sonora, entre otros. Featuring incluye el texto de una conferencia de Yves Bonnefoy sobre Mallarmé y la música, seleccionado por el artista como una lectura que complementa y amplía la propuesta de esta exposición intrigantemente multidisciplinaria.u
La música es mi casa se puede visitar en Malba, Av. Figueroa Alcorta 3415, Sala 1. Entrada gratuita sólo a esta sala. De lunes a domingo de 12 a 20. Martes cerrado. Hasta el 2 de julio.