Hay una idea que aunque todavía no he logrado conceptualizar con precisión, reaparece porque son los hechos los que la traen de nuevo a la superficie. Los hechos son la marea. La idea parte de la base de que recién ahora han quedado al descubierto con total claridad los dos modelos de país de los que nos pasamos hablando los últimos años. Sabíamos que se trataba de inclusión o exclusión, de concentración o de redistribución de la riqueza. Pero en qué medida, en qué dimensión, hasta que límites esta vez llegaría el modelo de saqueo que salvo dos breves interrupciones siempre se reservó el poder político, no. No lo sabíamos y resultó ser éste, que a su vez está inscripto en un modelo de mundo que arde.
Hablábamos bastante del choque de paradigmas cuando se podía hablar. No hemos podido seguir esa discusión pública, sencillamente porque los paradigmas chocaron y van ganando ellos, y en el modelo que ganó el pluralismo es una mentira más. Volvimos a un pensamiento único, pero ya no es el mismo, porque está agujereado por las nuevas tecnologías. Eso obliga a los medios adictos a decir y reafirmar más mentiras. Claro que hay grieta, como la hubo a lo largo de toda la historia. Ellos dicen “unión de los argentinos” como podrían decir que les encanta la primavera. Dicen mentiras todo el tiempo por televisión, ensucian gente, porque tienen a la televisión en el puño de la pauta. Ellos dan órdenes. Son empresarios que sólo saben dar órdenes. A la negociación política la reemplaza la violencia y el autoritarismo.
La grieta es muy profunda, y esta vez es global y nos va a tragar muy pronto, esta vez los riesgos van mucho más allá del hambre y del sufrimiento al que la derecha siempre condenó a las clases populares. Hoy los riesgos son esos y son otros, mucho más profundos y radicales. Quiero decir: pueden terminar con este país como escenario de lo que se les antoje. Y siempre se les antojan las guerras. Es gente peligrosa, que funciona como un gobierno global, haciéndose caso por afinidad, extorsión o espionaje, y alineando cada vez a más países bajo su órbita. El verdadero poder, Macri ya lo ha cedido a los de afuera.
La idea sigue por ahí. Hay muchas veredas antagónicas que se pueden trazar (una un poco metafórica que me gusta, es la barbarie versus la civilización pero invertidas: las hordas bárbaras hoy gritan “desaparecieron los que tenían que desaparecer” o son familias orgullosas de su apellido, sobre las que pesan antiguos exterminios de pueblos enteros, y que ahora aumentan el precio del agua mineral en una ciudad inundada: eso es barbarie). Pero la vereda antagónica más visible y táctil que cruza hoy a este país, es que estamos frente a un modelo de desempleo, que le ganó las últimas elecciones por un punto y medio a un modelo de empleo que, en el polo opuesto a que lo se aplica hoy, sostenía los puestos de trabajo porque la demanda interna, el consumo, sobre todo el popular, era estructuralmente el motor del tipo de economía que imperaba, y a su vez imperaba porque aquel modelo era eminentemente político, y simbólicamente estaba sostenido en el valor positivo de la equidad y de su traducción en la economía, que es la movilidad social ascendente. Era un rumbo regional que no completó su ciclo. Fue abortado. La orden del norte fue desde 2009: aborten.
De modo que, siguiendo esa idea, hoy hay que visualizar la escena política plagada de avasallamientos y corrupción, comprendiendo que este modelo no se equivoca ni se desvía cuando destruye la industria, cuando detiene los avances científicos, cuando acalla voces, cuando reprime a piqueteros o a docentes, cuando amenaza con una flexibilización laboral mucho más monstruosa que la conocida en los 90, cuando tira gas pimienta en la olla de un comedor popular. Es ése el modelo. El modelo desnudo. El modelo nos lleva rápidamente al FMI –como era evidente, como era cantado cuando un grupo de legisladores elegidos para defender el modelo opuesto, avalaron en 2016 leyes que empujaron ese rumbo. Cuesta creer que haya tanta gente ingenua ocupando lugares tan relevantes–. El FMI no sólo está pidiéndole al mundo que eleve la edad de las jubilaciones, sino que dice claramente que uno de los problemas de la crisis mundial es la expectativa de vida. No son metafóricos los recortes en el PAMI. Este modelo no quiere tantos viejos. No quiere tantos estudiantes. No quiere tantos trabajadores. No quiere tantos científicos. Quiere todo lo contrario. La gente sobra, sobre todo si es pueblo y reclama.
Esta semana, por otra parte, se consolidó más el discurso sobre el que basarán las próximas violencias. Los medios de comunicación adictos están prestando un servicio esencial, no sólo desinformando sobre todo aquello que las audiencias no deben saber para no obligar a los funcionarios a pronunciarse sobre ello, sino generando ese discurso dislocado, jorobado, ridículo como un traje demasiado chico, al calor del cual va emergiendo el nuevo enemigo interno. Las “armas disuasivas” que acompañan a las Tazer son las que se usaron en el golpe contra Zelaya, en Honduras, en 2009. Un camión militar estacionado en la puerta de la embajada de Brasil, donde estaba refugiado Zelaya, emitía ultrasonidos que provocaban descomposturas colectivas dentro de la sede diplomática. Aquello motivó una dura protesta de Brasil.
No son casuales las declaraciones de funcionarios culpando a los maestros de la represión, y la línea editorial de los grandes medios, y los exabruptos radiales en el que cayó Baby Etchecopar diciendo que goza viendo cuando le dan palazos a los negros. Los medios cómplices elaborarán muy pronto una nueva doctrina del enemigo interno de uso doméstico, para ser utilizada en salas de espera, taxis y oficinas. Sus audiencias no podrán sostener ese discurso sin odio. Son un monstruoso dispositivo de inoculación de odio no sólo a la ex presidenta, que junto con Milagro Sala son los dos exponentes más obvios de lo que este modelo quiere arrancar: una mujer convertida en fetiche del veneno que para ellos significa el populismo (ellos detestan concretamente el colectivismo), y otra que ejemplifica que los nadies deben renunciar a querer ser alguien.
Sigue habiendo dos modelos, esté quien esté al frente, esté quien esté resentido, esté quien esté herido o quebrado, hasta impersonalmente sigue habiendo dos modelos de país y de mundo. Hoy sabemos perfectamente de qué se trataba la nueva generación de gobiernos de exclusión. De esto. La dimensión del daño es demasiado grande para quedar atrapados en lo k y lo anti k. Este fue otro ciclo, es doméstico y es otra discusión. Pero hay una anterior. Hay que volver al modelo que defendía el mundo del trabajo. Primero que nada, como eje, como norte, como desafío para futuras alianzas, hay que pensar que lo ineludible es volver al modelo que defendía el mundo del trabajo. Hay que hacerlo antes de que los argentinos seamos parte de los migrantes que escapan del desastre que han hecho estos mismos tipos con sus países. Los que ya se fueron y los que vendrán deben darnos la chance de esa cordura política.