El Museo del Prado ya presentó la programación prevista para este año. A pesar de la amenaza del confinamiento, su director, Miguel Falomir, se muestra optimista; en sus planes está nada menos que proceder a la reordenación de la colección permanente, que afectará a la de pintura europea del siglo XVIII, las salas de Goya y la pintura del siglo XIX, esta última con un discurso completamente nuevo y con más peso para las mujeres.
El objetivo de estas remodelaciones es, según Falomir, tener un Prado "más inclusivo". La remodelación incrementará el numero de obras de mujeres y también incluirá obras de periodos históricos y países que tradicionalmente han estado fuera de la colección permanente.
El Prado tomó esta decisión movido por el éxito de 'Reencuentro', la exposición de su colección que preparó para la reapertura tras el confinamiento por la pandemia y que proyectaba una mirada sobre la Historia del Arte nueva, fresca y revolucionaria.
Explica Falomir que la exposición 'Reencuentro', con la que el museo abrió después del confinamiento, sirvió de "banco de pruebas" para estudiar por dónde debía de ir la relectura. "Quisimos contrastar nuestra opinión con la del público", explica Falomir, "y el 90% de los que dieron su opinión estuvieron a favor de esa nueva mirada. Desde que llegué al museo en 1997 [como Jefe del Departamento de Pintura Italiana y Francesa] dije que había anacronismos y que, en algunas partes, se seguían modelos decimonónicos obsoletos. La reorganización de la colección era una asignatura pendiente", indicó.
En los últimos años, el Prado fue acogiendo obras de mujeres artistas, pero de manera tangencial. Precisamente por esta falta de rotundidad en la inclusión de mujeres le llovieron recientemente críticas. 'Invitadas', una muestra sobre arte oficial del siglo XIX y XX con intenciones feministas, fue denostada por parte de algunos colectivos de mujeres por tratarse de "una oportunidad perdida", ya que esperaban "una reflexión mucho más profunda", comentaban las expertas de la Red de Investigación en Arte y Feminismos en las Artes Visuales (MAV). Por su parte, la gestora cultural y comisaria de arte Semíramis González redactaba un artículo titulado ¿Tienen que ser invitadas las mujeres para estar en el museo? en donde lamentaba de igual manera el enfoque de El Prado.
A raíz de estas críticas, Carlos G. Navarro, experto en pintura del siglo XIX y comisario de lnvitadas, explicó en una entrevista a elDiario.es a finales de noviembre que "el museo es heredero de un legado machista que repasa activamente, y este repaso se debe a una conciencia líquida que ha amparado la aparición de esta exposición autocrítica". Añade que "el museo entiende el mensaje que ha recibido de la sociedad" y que están trabajando en ello, pero que "todavía faltan muchas manos y esfuerzos". "Esta exposición no es el final, es el principio", remarcaba.
Teniendo en cuenta sus declaraciones, no parece precipitado concluir que el giro de timón que tomó la directiva del museo tiene todo que ver con la impugnación social que se ha hecho a lo largo de los pasados meses. En este sentido se pronunciaba Peio H. Riaño en Twitter: "A todas las que habéis empujado para cambiar el rumbo de la institución desde fuera, enhorabuena".
Siguiendo esta misma línea, los responsables del museo se propusieron crear una beca de investigación específica sobre mujeres artistas, convirtiéndose así en el primer museo español en hacerlo, como subrayaba Falomir. Esta visión será feminista pero también más plural social y culturalmente: "Habrá una visión más plural del XIX español, se dará una mayor visibilidad a las mujeres, la pintura social y la de otras procedencias geográficas", concluye.