En los últimos días, los brasileños viven pegados a una hipnotizante nueva versión de telerrealidad: los videos emitidos casi sin interrupción de poderosos exejecutivos encarcelados acusando de corrupción al presidente, Michel Temer, y a casi todos los políticos relevantes del país.
Las novelas cuentan con sus romances melodramáticos y los reality shows con sus telegénicos exhibicionistas. Pero las estrellas de este show, que aparecen sin descanso en todas las cadenas, son en su mayoría grises hombres de mediana edad.
Su historia, sin embargo, es la más explosiva que ha vivido Brasil en décadas. Son los 77 exejecutivos de Odebrecht, la constructora más importante de América Latina, que se han declarado culpables de haber participado en la mayor red de sobornos de la historia del país.
Con la esperanza de reducir sus sentencias, los exdirectivos se abrieron a los fiscales, explicándoles cómo la empresa gestionaba un departamento especial para comprar a cada partido y a la mayoría de los políticos más influyentes del gigante sudamericano.
Durante meses, todos esos testimonios –en forma de declaraciones grabadas y documentos escritos– permanecieron bajo secreto. Pero en la noche del martes, el juez de la corte suprema Edson Fachin autorizó investigar a alrededor de cien políticos basándose en sus relatos. Poco después, las “delaciones premiadas” se hicieron públicas.
Sin molestarse en maquillar sus temores, los legisladores vaciaron el Congreso tras conocer la esperada lista. El jueves, víspera del feriado de Viernes Santo, no había señales de regreso.
Aunque lejos de Brasilia, los políticos no podrán evitar que las televisiones sigan emitiendo los testimonios, ahora que la corrupción se ha convertido en un espectáculo casi en vivo.
El máximo protagonista de las grabaciones es Marcelo Odebrecht, expresidente de la compañía familiar y, hasta su arresto en 2015 en el marco de la megaoperación anticorrupción conocida como “Lava Jato”, uno de los empresarios más prestigiosos de Brasil. Odebrecht fue condenado a 19 años de prisión en 2016. En los videos, no obstante, aparece vistiendo camisa y a veces una chaqueta de traje, transmitiendo todavía la imagen de un ejecutivo seguro de sí mismo, al tiempo que enumera sus delitos –y a sus supuestos socios políticos– al detalle. Al ex CEO de la poderosa constructora se le escucha decir que suministró ilegalmente unos 144 millones de dólares a los políticos investigados.
Odebrecht y sus antiguos colegas señalan a todos los grandes líderes brasileños, incluyendo al presidente Michel Temer y todos los exmandatarios vivos desde el retorno de la democracia a mediados de los años 80.