Desde Berlín
Ercan Karakoyun mira dos veces por encima de su hombro cuando sale de su casa de Berlín para asegurarse de que nadie lo está siguiendo.
Es un seguidor del clérigo musulmán Fethullah Gulen, a quien el presidente turco Recep Tayyip Erdogan culpa por un intento de golpe militar en Turquía el verano pasado. Karakoyun, de 37 años, quien es la cara pública del movimiento Gulen en Alemania, dice que ha recibido varias amenazas de muerte desde el abortado derrocamiento.
La hostilidad no aumentó más allá de las amenazas anónimas, pero la experiencia de Karakoyun es una que está sucediendo en toda Europa, ya que el gobierno de Turquía trata de erradicar y castigar a los partidarios de Gulen, con sede en Estados Unidos, tanto en Turquía como en el extranjero, con un referéndum crucial a fines de esta semana.
“La cacería de brujas contra nosotros alcanzó un nuevo nivel”, dice Karakoyun, hijo de inmigrantes turcos y portavoz de la Fundación Diálogo y Educación afiliada a Gulen en Alemania. Rodeado de libros religiosos en la oficina de la fundación en Berlín, cuenta cómo la policía alemana lo contactó la semana pasada y le advirtió que no viajara a Turquía.
Karakoyun figuraba entre las más de 300 personas y decenas de instituciones en una lista que la agencia turca de inteligencia extranjera MIT dio a su homólogo alemán. El MIT pidió que los nombrados fueran vigilados. Ante la irritación de Ankara, funcionarios alemanes en cambio contactaron y advirtieron a los individuos en la lista, que incluía al menos dos legisladores alemanes.
“Por desgracia, por supuesto, las organizaciones de inteligencia comparten esa información entre sí. Esto no se debiera filtrarse a ningún lado. Pero está claro que esta información en Alemania fue entregada a fuentes gubernamentales y la usaron “, dijo el primer ministro turco, Binali Yildirim. “Esto, en primer lugar, no es ético. No encaja con las prácticas de inteligencia”.
Gulen está radicado en Estados Unidos desde 1999 en un exilio autoimpuesto. Su movimiento, centrado en las enseñanzas islámicas, dirigía escuelas y universidades que se convirtieron en una red mundial en la que, según Turquía, sus seguidores fueron preparados y eventualmente infiltrados en órganos estatales, incluyendo el poder judicial, la policía y el ejército.
Las autoridades turcas dicen que los golpistas arrestados en la noche del golpe eran partidarios de Gulen. Entre las pruebas que ofrecieron en su contra hay una aplicación de mensajería cifrada que los fiscales dijeron que los planificadores del golpe utilizaron para comunicarse entre sí.
En Turquía, decenas de miles de seguidores de Gulen perdieron su empleo o fueron encarcelados. Erdogan también le pidió a las naciones que tomen medidas contra la gran red de escuelas y organizaciones benéficas del movimiento Gulen fuera del país.
La tensión entre los partidarios de Gulen, que ha rechazado cualquier participación en el fracasado golpe de Estado, y los aliados de Erdogan, se ha vuelto especialmente intensa en las últimas semanas. El gobierno de Erdogan estuvo haciendo campaña en Alemania y otras naciones europeas para tratar de ganar apoyo para un referéndum el domingo que ampliará los poderes del presidente.
El puesto de presidente solía ser mayoritariamente ceremonial, pero bajo el nuevo sistema –si los votantes asienten– Erdogan podrá mantenerse en dos ciclos electorales más, lo que significa que si gana las encuestas de 2019 y 2024 podría permanecer como un poderoso jefe de Estado hasta 2029. También podría regresar a la dirección del Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP), que co-fundó, y que tiene una abrumadora mayoría en el parlamento.
Un estimado de tres millones de turcos expatriados pueden emitir su voto en lo que se espera que sea un voto ajustado. Casi la mitad vive en Alemania. Los intentos de los funcionarios turcos de reunir apoyo para el referéndum en otros países europeos causaron amplia irritación en Alemania. Varios de sus eventos públicos planeados fueron cancelados. Erdogan acusó a los funcionarios alemanes de actuar como nazis, lo que a su vez impulsó a la canciller Angela Merkel a condenar públicamente su comentario.
Las tensiones también estallaron en los Países Bajos cuando el gobierno holandés bloqueó a dos ministros turcos el mes pasado para hablar en manifestaciones políticas. Los turcos que se reunieron fuera del consulado del país en Rotterdam se enfrentaron brevemente con la policía después de que el ministro turco de asuntos familiares no pudiera entrar en el edificio y fuera escoltado de regreso a la frontera alemana.
Situaciones similares han tenido lugar en otros lugares de Europa. En Dinamarca, más de 500 niños abandonaron 14 escuelas que el gobierno turco señaló como muy relacionadas con Gulen. En Alemania, donde el movimiento dirige docenas de escuelas, centros educativos y clubes juveniles, muchas familias también los abandonaron.
Un alto legislador austriaco presentó documentos el mes pasado alegando mostrar una red de vigilancia turca global, dirigida a socavar las organizaciones leales a Gulen. El Ministerio del Interior de Alemania dijo la semana pasada que los fiscales están investigando a 20 personas sospechosas de espiar para Turquía en Alemania a personas que se cree son partidarios de Gulen. Turquía rechazó acusaciones anteriores de usar una red para espiar a los críticos de Erdogan, y un alto funcionario del gobierno calificó las declaraciones más recientes de “completamente falsas”.
Varias llamadas y correos electrónicos comentando sobre estas acusaciones por la Unión de Demócratas Turcos Europeos, que está cerca del AKP de Erdogan, quedaron sin respuesta. Los seguidores de Gulen no son los únicos que se quejan de las amenazas de los partidarios de Erdogan.
Sevim Dagdelen, una parlamentaria turco-alemana del partido de izquierda, dice que recibió amenazas de muerte después de hablar en público en contra de Erdogan. Después de que los periódicos turcos publicaron su foto y la censuraron como traidora, la gente en Alemania la atacó o insultó en la calle, dice ella. La han puesto bajo protección policial y le han advertido que no salga con sus hijos en público. La miembro del parlamento tampoco puede viajar a Turquía, aunque es la experto de su partido sobre el país.
Dagdelen, hija de trabajadores turcos invitados que llegaron a Alemania en los años 60, le pide al gobierno alemán que ayude a proteger a los disidentes del régimen de Erdogan tanto en Alemania como en Turquía, pero expresa pocas esperanzas de que la situación mejore pronto.
“No creo que Erdogan se deje influenciar por el resultado del referéndum en abril”, dice. “Ya ha tomado las decisiones con respecto a su agenda hace mucho tiempo, es decir, convertir a Turquía en un régimen islamista opresivo”.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Páginal12.
Traducción: Celita Doyhambéhère.