Desde Lima
Regresa la pesadilla. Con la angustia marcada en el rostro, una mujer busca con desesperación una cama en cuidados intensivos para su madre, que necesita con urgencia un respirador para seguir viviendo. No la encuentra. En la puerta de un hospital, ya ha recorrido varios, pide, suplica, ante las cámaras de la televisión, que la ayuden. Otras imágenes muestran el mismo drama con diferentes protagonistas. Otra vez hospitales saturados, enfermos que mueren sin poder ser atendidos, largas filas para comprar oxígeno en negocios privados que aprovechan que para miles conseguirlo es la diferencia entre vivir o morir para especular con su preciof, mientras las autoridades observan sin actuar porque dicen que el modelo defiende el libre mercado. Escenas dramáticas que impactaron al país meses atrás cuando estalló la pandemia del coronavirus y ahora se repiten como una pesadilla que vuelve.
El Perú, uno de los países más afectados en el mundo por la pandemia del coronavirus, enfrenta una segunda ola de contagios, luego de unos tres meses que los casos estuvieron a la baja. Las cifras comienzan a acercarse al peor momento de la pandemia, entre julio y agosto del año pasado, cuando el Perú ocupó el primer lugar en el mundo en cantidad de muertes por la covid -19 en relación a la población del país. En esos meses, se tenían unos diez mil contagios y más de doscientas muertes por día, que para diciembre habían bajado a un promedio diario de unos mil contagios y cincuenta muertes. En enero las cifras se han comenzado a disparar. Cada día suben. En las últimas 24 horas se reportaron 5.842 contagios y 181 muertes. Según datos oficiales, los casos totales son 1.093.938 y las muertes 39.608, aunque diversos especialistas señalan que la cifra real de fallecidos superaría los 85 mil. Con 1.232 muertos por millón de habitantes, según los datos oficiales, el Perú ocupa el primer lugar en Sudamérica en esta trágica estadística.
Para agravar las cosas, se ha reportado la presencia en el país de la más agresiva mutación británica del virus. Los médicos han señalado que ahora la salud de los contagiados se agrava en mayor proporción y con más rapidez. La segunda ola está comenzando y ya ha desbordado los precarios servicios de salud, abandonados durante largo tiempo por el modelo neoliberal. Hay 10.998 hospitalizados y 1.779 pacientes graves en cuidados intensivos conectados a un respirador, lo que significa una ocupación del 94 por ciento de los respiradores, de los cuales quedan disponibles solamente 110 en todo el país. Pero esa es una cifra global, en diversas regiones, incluyendo Lima, la capacidad de las unidades de cuidados intensivos ya ha sido rebasada, no quedan respiradores libres.
En medio de una grave crisis política que llevó a que en noviembre pasado el país tuviera tres presidentes -Martín Vizcarra, destituido por el Congreso; el legislador Manuel Merino, que en solo seis días cayó por masivas protestas; y el actual mandatario transitorio, Francisco Sagasti, que gobernará hasta julio cuando asuma quien salga elegido en las elecciones de abril- el país quedó rezagado en las negociaciones para adquirir las esperadas vacunas. Recién a fines de este mes deben llegar las primeras vacunas, un millón de dosis del laboratorio chino Sinopharm.
Hace unos días se anunciaron nuevas restricciones para enfrentar esta segunda ola, cuestionadas como insuficientes por diversos especialistas. Se ha ampliado el toque de queda, que ahora comenzará a las 19 horas y los domingos todo el día en siete regiones consideradas en “alerta muy alta” (aproximadamente 25 por ciento de la población); a las 21 horas en otras doce regiones en “alerta alta”, entre ellas Lima, en las cuales los domingos no pueden circular vehículos particulares (63 por ciento de los peruanos); y se mantiene entre las 23 horas y las 4 de la mañana en cinco regiones en “alerta moderada”, donde no hay otras restricciones los domingos (12 por ciento de la población).
Se han cerrado las playas, aunque se permite que los surfistas puedan ingresar al mar, lo que ha multiplicado improvisados aficionados al surf. Están suspendidos los vuelos de Europa y todo viajero que llega al país debe presentar una prueba molecular negativa para ingresar y hacer una cuarentena de catorce días.
Al gobierno se le cuestiona mantener abiertos centros comerciales, gimnasios, casinos y restaurantes, a pesar de la llegada de la segunda ola. Los aforos en estos espacios varían entre 20 y 60 por ciento, dependiendo del rubro y la situación de cada región, pero hay poca capacidad para controlar que se cumplan.
“Las medidas tomadas por el gobierno han sido insuficientes, tardías y en algunos casos incoherentes. No se entiende que Lima, con la capacidad hospitalaria saturada y con un alto número de contagios, no haya sido calificada en alerta muy alta. Se ponen limitaciones para movilizarse en el interior de las ciudades, pero no para trasladares entre regiones de alto contagio y de bajo contagio. Se deberían poner restricciones más severas, como cuarentenas focalizadas, y se deben cerrar espacios como restaurantes, casinos, gimnasios. El gobierno ha privilegiado la economía sobre la salud”, le declaró a PáginaI12 el exministro de Salud, Víctor Zamora, que ocupó el cargo entre marzo y julio últimos, durante la primera ola de la pandemia, cuando se puso una cuarentena general.
El decano del Colegio Médico del Perú, Miguel Palacios, ha calificado las medidas adoptadas por el gobierno como “tímidas”. Palacios, que demanda cuarentenas focalizadas, advierte que “la velocidad que tiene esta segunda ola que está comenzando hace prever que va a ser más fuerte que la primera”. En un mensaje en Twitter la exministra de Salud, Patricia García, ha escrito: “Estamos en segunda ola, la gente está muriendo, no hay camas en cuidados intensivos. Retrocedan en la apertura económica, ya”.
En respuesta a las críticas, la presidenta del Consejo de Ministros, Violeta Bermúdez, ha dicho que las medidas “buscan un equilibrio entre la salud y la economía de la población”. Ha señalado que una cuarentena general “es inviable por razones económicas”, pero no ha descartado la posibilidad de cuarentenas focalizadas “si la situación se agrava más”. “Esperamos no llegar a eso “, ha declarado Bermúdez.
El exministro Zamora apunta al impacto del modelo neoliberal en los servicios públicos y en las condiciones de vida como la principal razón para que el Perú sea uno de los países más afectados por esta pandemia. Un modelo que en esta crisis desnudó sus inequidades y debilidades.
“En esta segunda ola -dice Zamora- nos va a ir igual de mal o peor que en la primera, porque si bien durante la primera ola aumentamos en forma importante las camas de cuidados intensivos el sistema de salud sigue siendo muy frágil, producto de muchos años de falta de inversión, y una importante cantidad de la población vive con empleos precarios, en pésimas condiciones. Esos son los rostros del modelo neoliberal, que funciona en el país hace 30 años y que ha desplazado a un rol subsidiario al Estado, desfinanciando los servicios ciudadanos, como la salud. La pandemia ha puesto en dramática evidencia ese abandono de los servicios públicos”.