Casita Azul es un edificio de Mar del Plata, que nada tuvo de “casita”, y menos de azul, un color que en psicología es asociado al cielo, a la paz y la protección. Casita Azul fue un lugar de horror, un símbolo nefasto de la trata de personas en una ciudad que hace diez años tenía 40 causas judiciales abiertas por denuncias contra prostíbulos donde eran víctimas de explotación sexual centenares de mujeres Tras su clausura en 2010 y cuando termine un largo trámite de expropiación, la casita será de verdad azul porque se convertirá en sitio de memoria contra la trata.

El inmueble será transferido a la Municipalidad de Mar del Plata, tal como lo establece la ley de expropiación 14.592. En este enero de pandemia, se delinearon las primeras acciones para avanzar con el proyecto, en el que trabajarán en forma conjunta el municipio, el Gobierno bonaerense, y la Mesa Interinstitucional contra la Trata, que impulsa la creación del Centro Marplatense de Memoria y Lucha contra la Trata, el primero del país en su historia.

La iniciativa contempla la reconstrucción de Casita Azul, ubicada en la calle 20 de Septiembre 57, en el barrio de La Perla. Para avanzar, la Mesa realizó gestiones ante la Subsecretaría de DDHH y el Ministerio de las Mujeres, Políticas de Género y Diversidad Sexual de la Provincia de Buenos Aires; la Oficina Provincial de Lucha contra la Trata de Personas; y el Comité Ejecutivo de Lucha contra la Trata de Nación.

Semanas atrás, la ministra de Mujeres, Género y Diversidad Sexual, Estela Díaz, participó de una recorrida por el edificio. Ya se coordinaron algunas acciones concretas para dar cumplimiento a la ley de expropiación, que fue sancionada en abril de 2014 y cuya ejecución pudo avanzar recién en diciembre de 2010, gracias al esfuerzo realizado por las organizaciones que hoy componen la Mesa contra la Trata. El edificio todavía conserva, a pesar del deterioro, su puerta, postigos, persianas y paredes pintadas de azul.

En una declaración, la Mesa sostuvo que el objetivo principal es “construir una memoria que no quedará anclada en el pasado, sino en diálogo permanente con el presente y apostando a un futuro cada vez más justo y con más derechos”.

Para eso se necesitan “políticas públicas efectivas para prevenir, sancionar y erradicar la trata, y asistir a sus víctimas”, objetivo que impulsó, en 2012, a la constitución de la Mesa. En la declaración se recalcó que “esos objetivos siguen pendientes, a pesar de los esfuerzos” realizados.

A fines de diciembre pasado, por primera vez, integrantes de la Mesa pudieron ingresar a Casita Azul, por gestión del Ministerio de las Mujeres y la Subsecretaría de DDHH. El 29 de diciembre se realizó “un primer encuentro de diálogo con especialistas en gestión de sitios de memoria”. Participaron especialistas que vienen trabajando en estos temas desde el Colectivo Faro de la Memoria y la Comisión Provincial por la Memoria.

Consideran que “los delitos de lesa humanidad y el delito de trata de personas tienen algunas similitudes, y muchas otras diferencias, que empezamos a analizar, y esperamos seguir generando nuevas instancias de diálogo con quienes sostienen los sitios de memoria que resignifican centros clandestinos de detención y tortura”.

El proyecto del Centro Marplatense de Memoria y Lucha contra la Trata “es construir futuro, con vistas a una sociedad libre de violencias como lo son la trata, la explotación sexual y la prostitución para quienes piden alternativas de vida, y pocas veces se las oye”.

La historia

Casita Azul funcionó como prostíbulo durante veinte años. Su fin comenzó a escribirse en enero de 2010, cuando el fiscal general de Mar del Plata, Daniel Adler, pudo avanzar en varias causas contra lugares de explotación sexual en la ciudad balnearia.

Las causas marplatenses, en ese momento, eran cerca de 40, y avanzaban con muchas dificultades. Los dueños de Casita Azul fueron procesados y detenidos. Los imputados principales eran una mujer, su hijo y el concubino de ella, propietarios del lugar.

Las víctimas de explotación sexual, en su mayoría, eran mujeres procedentes de República Dominicana y Paraguay. Eran investigados otros cuatro hombres, todos por mantener esclavizadas a las mujeres, víctimas de explotación sexual.

Una de ellas declaró que vivía en Paraguay con sus padres y una tía, que trabajaba como empleada doméstica y también se dedicaba a cuidar niños. En enero de 2009 viajó a Mar del Plata. En Casita Azul dormía, junto con otras mujeres, “en las mismas habitaciones donde trabajaban”.

Además de explotarlas, tenían que pagar 130 pesos por semana, en concepto de “alquiler, luz, compra de profilácticos y papel higiénico”. Eso, además de dejar en manos de sus explotadores el 60 por ciento de lo que recaudaban. La causa estuvo en manos del juez Rodolfo Pradas.

Recién en septiembre de 2019, el juez en lo Contencioso Administrativo Simón Isacch, falló a favor de la expropiación de Casita Azul, respaldando la ley aprobada en 2014. Entre esos años, Casita Azul fue usurpada, sufrió un incendio y quedó prácticamente en ruinas. El fuego estalló el 4 de octubre de 2016 y nunca se pudo establecer si fue intencional.

Ahora se espera que avance el proyecto de sitio de memoria, en una ciudad donde el Poder Judicial encabeza, a nivel nacional, el combate contra la trata. Ya hubo 25 veredictos condenatorios, la cifra más alta del país, donde se registraron 213 sentencias en total.