Desde Londres
En el Reino Unido de Boris Johnson la política frente al coronavirus es un continuo sube y baja sin dirección precisa. El viernes el primer ministro anunció en una sombría conferencia de prensa que la cepa británica no solo era mucho más contagiosa (70% más) sino más letal (30% más). El domingo asesores científicos del gobierno, entre ellos un co-autor del informe que fundamentó las afirmaciones de Johnson, aclararon que no había ninguna certeza al respecto. Mike Tildesley, miembro de SAGE, que agrupa a los asesores científicos gubernamentales, fue uno de los más categóricos. “Demasiado prematuro para sacar conclusiones tan fuertes sobre una data relativamente pequeña. Me sorprende que se haya dado a conocer ahora en vez de esperar una o dos semanas a tener datos más firmes”, señaló a la BBC.
Con los anuncios de Johnson suele pasar lo que con su pelo: reina la confusión y el enredo. Ignoró el coronavirus en febrero del año pasado, lo minimizó en la primera mitad de marzo y una semana más tarde le comunicó a la población sin anestesia que decenas de miles de “sus seres queridos” morirían a causa de la pandemia. Es parte de su camaleónica biografía política. Una de las decisiones más importantes de su carrera y del país - su posición respecto al referendo por el Brexit - la tomó después de escribir dos notas para el Daily Telegraph, una a favor de salir de la Unión Europea, otra a favor de quedarse, ambas igualmente convincentes.
Como se trata del Reino Unido en un planeta azotado por la pandemia, el dato que dio Johnson sobre una mayor letalidad de la B117 trascendió los confines de estas islas y diseminó la confusión con la misma velocidad que se propaga la cepa británica que, según la Organización Mundial de la Salud, ya está presente en al menos 60 países. En Asia y Europa, en el Golfo Pérsico y Centroamérica, en Italia y Argentina el anuncio generó titulares y preocupación. ¿Se trata de mucho ruido y pocas nueces?
Borrosa realidad
El anuncio de Johnson se basó en un informe del New and Emerging Respiratory Virus Threats Advisory Group (Nervtag) que entre sus conclusiones estimó que había una “realistic possibility” de que la cepa británica produjera una mayor letalidad. Con esa información, el primer ministro dijo que “además de diseminarse más rápido, parece que ahora hay pruebas de que la nueva variante, puede estar asociada a un mayor grado de mortalidad”.
A su lado el principal asesor científico del gobierno, Sir Patrick Vallance, reconoció que había incertidumbre en torno a los números, pero que los datos indicaban que la nueva cepa podía ser un 30% más letal, algo que ilustró con una comparación. “Con 1000 personas de más de 60 años infectadas con la cepa anterior, se calculaba que unos 10 morirían. Con la nueva variante, calculamos que fallecerán 13”, dijo Vallance.
En declaraciones al programa radial Today, de la BBC, uno de los co-autores del informe, el profesor Graham Medley, puso paños fríos a estos números alarmantes. “El tema sobre si la nueva cepa es más peligrosa en términos de mortalidad no está resuelto. En términos de empeorar una situación que ya es mala no es determinante (…not a game changer ….)”, dijo Medley.
La situación es, como dijo Medley, (very) “bad”. El sábado el Reino Unido registró 1348 muertos, según la Public Health England (PHE), que registra como fallecidos por covid a los que murieron en un período de 28 días de dar positivo en el test. La medición de la Organización Nacional de Estadísticas (ONS), que contabiliza a todos los decesos que incluyan en su certificado de defunción al covid, ha dado siempre números más altos. Según la ONS hace rato que se pasaron los 100 mil fallecidos desde el comienzo de la pandemia: para la PHE esta cifra se alcanzará recién esta semana.
En todo caso, los números sobrepasan generosamente las estimaciones oficiales más pesimistas del año pasado. En abril, los asesores científicos gubernamentales calculaban que el peor escenario de la pandemia serían unos 50 mil decesos. Al ritmo actual de muertes diarias se triplicará ese número en unos dos meses. En enero se rompió el límite simbólico de los 1000 muertos diarios y desde entonces los números han aumentado. En los últimos siete días el promedio ha sido de 1224 decesos por día mientras que los contagios verificados por test rondan los 38 mil diarios y hay un número similar de hospitalizados con el virus. En este contexto, la evaluación del impacto de la nueva cepa es clave: hay hospitales que están a tope o desbordados y el personal sanitario tiene unas 100 mil personas con licencia, la mitad contagiada por la covid.
El director de Nervtag, Peter Horby, defendió la decisión del gobierno de hacer este anuncio. “Los científicos, que estamos analizando la posibilidad de una severidad mayor de esta cepa, llegamos a la conclusión de que es posible. Tenemos que ser transparentes al respecto. Si no lo dijéramos, nos acusarían de encubrir la realidad”, dijo Horby.
Los dilemas de un gobierno
No cabe duda que la covid plantea dilemas muchas veces insolubles a gobiernos que tiene que adoptar decisiones en tiempo real y con información insuficiente. ¿Hay que informar en nombre de la transparencia aunque no haya suficiente certeza o hay que esperar a tener los datos para evitar falsas alarmas? ¿No conviene alertar sobre un posible riesgo a una población que a menudo no entiende la gravedad de la situación que se vive en los hospitales?
La credibilidad del comunicador es fundamental. En el caso de Boris Johnson su estilo “laissez faire”, su continuo zigzagueo y un imprudente optimismo de macho británico ganador de la segunda guerra mundial (“en navidad estaremos todos abrazándonos”, dijo en junio luego de convocar en los primeros meses a los británicos a resistir el virus con el mismo heroísmo con que se resistió el Blitz nazi) complican mucho esa parte esencial de una política pública en tiempos de pandemia que es la comunicación con la población.
Las imágenes televisivas, los spots publicitarios del Servicio nacional de Salud (NHS) y los reportajes periodísticos de personal sanitario han hecho más por transmitir la gravedad de la situación en las últimas semanas que los cambiantes y con frecuencia contradictorios anuncios del gobierno. En cuanto a la letalidad de la nueva cepa, la BBC suele actuar el rol de ecuánime comunicador de una información compleja. “Hay una enorme incertidumbre respecto a la letalidad de la nueva variante. La frase precisa que usaron los científicos que observaron los datos es “realistic possibility”. Esto es como decir que hay un 50-50 de posibilidad de que sea cierto. Solo se sabrá con tiempo y, lamentablemente, por la cantidad de nuevos decesos. Lo que sí sabemos es que esta variante va a matar más gente porque es mucho más contagiosa”, escribió el corresponsal de temas de salud y ciencia James Gallagher.