Cuando Eddie Palmer es detenido por la policía y el pequeño Sam comienza a correr detrás del patrullero, gritando y llorando ante la inminente ausencia de su padre putativo, el recuerdo de El pibe –el film de Charles Chaplin que, casualmente, cumple por estos días cien años– vuelve a la memoria del espectador como un tótem cinematográfico inoxidable. Allí se acaban las similitudes, ya que el film de Fisher Stevens, actor devenido realizador hace ya muchos años, no adhiere en lo más mínimo a los caminos de la comedia, optando en cambio por aquello que el cine independiente estadounidense viene explorando desde hace décadas: el drama psicológico con protagonistas en busca de alguna clase de redención. Palmer, que tendrá su estreno global en la plataforma Apple TV+ el próximo viernes 29, está protagonizada por el músico e histrión Justin Timberlake, en la piel de un expresidiario que, a poco de salir de prisión, regresa al pequeño pueblo sureño que lo vio crecer para reencontrarse con su abuela paterna y, quizás, iniciar una nueva vida. Algo que, desde luego, no será tarea sencilla.
“Cuando leí el guion de Cheryl Guerriero me di cuenta de que era una película que podía producir con mi equipo y tener control artístico del resultado final”, afirma Stevens en comunicación con Página/12 desde Los Ángeles. Palmer es el primer largometraje de ficción de Stevens en siete años luego de Tres tipos duros, policial con Al Pacino y Christopher Walken del cual, recuerda, “fue un trabajo por encargo, no era un proyecto personal”.
Su carrera delante de las cámaras comenzó en los años 80 en films como The Brother from Another Planet, del “papá” del indie americano moderno, John Sayles,y Cortocircuito, el exitoso film de aventuras juvenil de John Badham. Incansable, la actuación continuó siendo su oficio central hasta que, en 2002, debutó en la realización con Sólo un beso, punto de partida de una filmografía que ha sabido alternar títulos de ficción con documentales de alto perfil, entre ellos el reciente Before the Flood, producido y narrado por Leonardo DiCaprio. Colaborador frecuente de Wes Anderson, los espectadores aficionados a las series reconocerán su rostro por la interpretación de Hugo Baker en la exitosa saga Succession.
“Trump acababa de ser elegido presidente cuando leí el guion y me pregunté cómo eso era posible”, reflexiona Steven a la hora de detallar las razones que lo llevaron a abrazar el proyecto. “Esta es una historia sobre gente que termina acercándose, en una región ‘roja’ de nuestro país, como solemos llamar a esas zonas que votaron fuertemente por Trump”. En la ficción, Palmer termina haciéndose cargo de un pequeño de siete años llamado Sam, cuya madre –interpretada por la británica Juno Temple– insiste en abandonar regularmente, a veces durante semanas.
Así comienza la improbable relación entre un hombre rudo que acaba de salir de la cárcel y un niño que gusta vestirse como princesa y usar hebillas en el cabello, y cuyos gustos y preferencias están a años luz de los de sus compañeros varones. El acoso estudiantil, la caída en desgracia de una joven promesa del fútbol americano, la posibilidad de redimir pecados del pasado son algunos de los temas que Palmer pone así en el centro de su relato.
-¿Hubo algún otro elemento del guion que le resultó atractivo al leerlo por primera vez?
-A los siete años, mi sobrino era muy parecido a Sam: usaba vestidos y le gustaba jugar con muñecas. Todos sus amigos eran niñas. Mi hermana y su marido fueron muy comprensivos y le dieron todo su apoyo, nunca le dijeron ‘dejá de hacer eso’. Ellos viven en una parte liberal del país, en Chicago, pero era interesante imaginar qué ocurriría si la situación era transportada a otra parte de nuestro país. Un lugar cuyas ideas, en general, suelen ser las opuestas. Llevó bastante tiempo lograr que el rodaje fuera un hecho. Palmer fue filmada en 2019 y la intención siempre fue que se presentara en festivales y tuviera un estreno comercial en salas de cine, pero la situación de la pandemia no lo permitió.
-¿Cuándo y cómo se decidió que el papel central lo interpretara Timberlake?
-Parte de la tesis alrededor de la idea de hacer la película era trasladarse a un mundo nuevo. Fue un desafío elegir a Justin porque es una súper estrella en todo el mundo y su imagen es bastante diferente a la del papel. Un año antes de la filmación, cuando el nombre del actor aún no estaba decidido, hubo algunos problemas de financiamiento, así que tuvimos que volver a comenzar. Fue algo casual: el representante de DiCaprio –productor de dos de mis documentales– también tenía en su agenda a Justin, y a él le pareció que era ideal para el papel. Creo que decidió aceptar porque lo veía como un desafío, un dejarse llevar por un papel distinto a los que había encarado antes. Toda esa idea de las segundas oportunidades lo atrajo: vidas arruinadas en busca de una suerte de redención. Y lo que hizo fue notable, es un gran actor.
-¿Fue difícil hallar al niño que interpreta a Sam?
-El personaje tiene siete años pero, desde un primer momento, pensé que el actor debía ser un poco mayor, más maduro. Sin embargo, luego de varias lecturas con otros chicos, resultó evidente que Ryder Allen era el indicado, a pesar de su corta edad y de no haber actuado previamente. Palmer es una película de presupuesto bajo e hicimos muchos ensayos, porque sabíamos que el rodaje sería breve. Quiero además decir algo que me parece esencial: tanto Justin como yo somos padres de hijos pequeños, y ambos estamos de acuerdo en que esta es una película que no hubiéramos podido hacer antes de transformarnos en padres. Hay un tipo de sabiduría que sólo puede darte la vida.
-¿Cree que hay un componente político en la historia?
-Para mí lo más importante sigue siendo la relación entre Palmer y Sam. Pero es interesante hablar, como estoy haciendo ahora, con periodistas extranjeros: ustedes estuvieron viendo desde afuera el hecho de que casi nos transformamos, de alguna forma, en una dictadura. La voluntad de los ciudadanos casi deja de estar por delante de todo. Desgraciadamente, aún hay 35 millones de personas que creen que las elecciones no fueron claras. Pero más allá de a quién haya votado cada espectador, Palmer es una película que gira alrededor de la idea de poder acercarnos, de la unidad. Espero que este sea el momento apropiado para su estreno.