El Ministerio de Salud sigue esperando la llamada desde Rusia para arrancar con los vuelos a Moscú en los que se traerán las dosis contratadas y previstas para antes de fin de mes. Por ahora, desde el Fondo de Inversión Directa de Rusia (RDIF por las siglas en inglés), que maneja la vacuna Sputnik V, no dieron el visto bueno, pese a que hace una semana dijeron que las vacunas estaban disponibles. Lo que ocurre con la Sputnik está ocurriendo con todas las vacunas: Pfizer tiene atrasadas las entregas más de un mes y la de Oxford-AstraZéneca recién empezaría a entregarse en Europa dentro de dos semanas. Una explicación posible es que las farmacéuticas sobrevendieron su capacidad de entrega y ahora están en dificultades para cumplir con lo firmado. En Europa hasta amenazan con juicios penales por los atrasos, con el tasfondo de una situación todavía más dramática por el rebrote y los toques de queda extendidos en muchísimos países.
La impresión en el gobierno argentino es que Rusia tiene voluntad de cumplir con lo firmado pero que fueron surgiendo problemas en la producción. Los términos y plazos del contrato los propuso Rusia o sea que no existió ningún aceleramiento respecto de lo planteado por el Instituto Gamaleya. Por eso la expectativa es que la señal de largada llegue en cualquier momento.
Del lado argentino está todo preparado. En Aerolíneas Argentinas se reconfiguraron los aviones y están designadas las tripulaciones. El CEO de la empresa, Pablo Ceriani, ya acordó con los pilotos la secuencia de rutas que, al no ser tradicionales, requerían del acuerdo del gremio. El contrato con el Fondo de Inversión contempla la llegada de cuatro millones de la dosis 1 y un millón de la dosis 2 antes del 31 de enero, pero a la Argentina le sería suficiente que vayan llegando en partidas de un millón de dosis por semana.
Con la mirada puesta en la llegada de vacunas, están adelantados los planes de vacunación. En la Provincia de Buenos Aires ya hay más de un millón de inscriptos, mientras que en CABA no se abrió el registro. El ministro de Salud porteño, Fernán Quiros, señaló que la inscripción se hará ni bien el gobierno nacional notifique que las vacunas están disponibles. La prioridad estará en los geriátricos y en los mayores de 70 años.
La batalla por las vacunas está planteada en todo el planeta. Estados Unidos, que no permite la exportación de vacunas, administró hasta el domingo 21 millones de vacunas. La proporción es que se vacunó a seis de cada 100 habitantes. En Europa la evolución es aún más lenta: dos de cada 100 habitantes. Y en ese panorama parece obvio que los países que no son centrales pasan a ser los relegados. Hay una absoluta oscuridad en los acuerdos con las farmacéuticas, pero una filtración de la Unión Europea permitió saber que esa alianza pagó 21.000 millones de euros por 2.300 millones de dosis. Semejantes cifras explican la afirmación de la Organización Mundial de la Salud que diagnosticó que millones de personas sin riesgos en los países centrales se van a vacunar antes que personas de más de 60 años y con riesgos en los países periféricos.
Las maniobras también son escandalosas en los precios. Como se sabe, en Sudáfrica surgió una variante más agresiva y el país está en una desesperada necesidad de vacunas. Según dicen las autoridades sudafricanas les están cobrando el doble por dosis de lo que se le cobra a los países europeos. En Israel igualmente la cuestión derivó en un escándalo, en principio porque se mantienen en secreto las cláusulas de los contratos. Al final se filtró que Israel paga un 50 por ciento más que Europa y que, además, provee de información detallada a Pfizer de los resultados y las secuelas. Dado que el sistema de salud es estatal, es el propio Estado el que maneja toda la información, incluyendo la evolución de los anticuerpos, las reacciones después de vacunarse, la cantidad de vacunados que de todas maneras se contagiaron después de la primera dosis y muchos otros datos que sin dudas le son esenciales al laboratorio.
En el marco de semejante guerra por las vacunas, la Argentina tiene un contrato firmado y espera que se cumpla. La primera señal debería ser una llamada desde Moscú indicando que el operativo aéreo puede empezar. Por supuesto que se sigue adelante con los otros planes, incluyendo el que parece más sólido: el acuerdo con Oxford-AstraZeneca por 22 millones de vacunas que llegarían en marzo. Sigue también el diálogo con Sinopharm, la vacuna china, que por primera vez habló de un precio -el doble que las demás vacunas-, pero no comprometió todavía ni una cifra de vacunas ni un plazo de entrega.