Desde Roma
El gobierno italiano fue declarado oficialmente en crisis después que el martes, el primer ministro Giuseppe Conte presentara su renuncia a sus ministros, a los presidentes de la Cámara de Diputados y el Senado y al presidente de la República, Sergio Mattarella. Pero haber renunciado no significa que el gobierno de Conte desaparecerá inmediatamente.
Desde el punto de vista burocrático, el gobierno actual tiene la obligación de hacerse cargo de todos los problemas por resolver hasta tanto sea nombrado un nuevo primer ministro que para eso debe conseguir el voto positivo del Parlamento.
Desde el punto de vista político, según la normas italianas, el primer ministro presenta su renuncia cuando ve que su gobierno no puede contar con la mayoría en el Parlamento, condición sine qua non para aprobar las leyes o decretos que emita el gobierno. Pero será el presidente de la República quien tendrá la última palabra. Mattarella, en efecto, comenzará el miércoles por la tarde una serie de consultas con todos los partidos políticos para escuchar sus propuestas. Y según las conclusiones a las que llegue, podría darle a Conte la posibilidad de formar un nuevo gobierno o elegir a otra persona. Y si ninguna de las dos posibilidades logra conseguir la aprobación del Parlamento, no quedará más remedio que convocar a nuevas elecciones.
En la mañana del martes Conte se reunió con su gabinete. “Agradezco a todo el gabinete, a cada ministro en particular, por cada día de estos meses que hemos trabajado juntos”, dijo al presentarles la renuncia mientras los ministros estallaban en un gran aplauso afectuoso. Los jefes de los tres partidos de la coalición de centro izquierda que forman el gobierno, el Movimiento Cinco Estrellas (M5S), el Partido Democrático (PD) y Libres e Iguales (LEU), según trascendió, reiteraron su apoyo a Conte. “Hemos afrontado la pandemia, una de las fases más difíciles de la historia republicana, con todo lo mejor de nuestra capacidad y obteniendo muchos resultados positivos, gracias a la guía de Conte y al apoyo de nuestras fuerzas políticas”, declaró el dirigente del PD, Dario Franceschini, ministro de los Bienes y las Actividades Culturales. “El recorrido que hemos hecho nos permite pensar que esta coalición tiene un futuro, como área de fuerzas reformistas aliadas y no sólo temporalmente”, concluyó.
Mientras tanto dos viejos dirigentes del PD y ex primeros ministros, Paolo Gentiloni, hoy comisario de la UE para la Economía, y Romano Prodi, trataron de apurar las decisiones para elegir el nuevo gobierno. “Hago un llamado para una solución veloz. Esta crisis es un riesgo para toda Europa”, dijo Prodi en declaraciones televisivas. Gentiloni, por su parte, puso el acento sobre el Recovery Plan -el plan que está preparando el gobierno para usar los fondos destinados a Italia por el Recovery Fund de la UE y que debe ser presentado en Bruselas -, cuya aprobación por el Parlamento italiano corre riesgo de demorarse más de la cuenta por la crisis de gobierno. “El Recovery Plan es la ocasión de nuestra vida. Hay que utilizarlo no sólo para afrontar los daños provocados por la pandemia sino también para afrontar los puntos débiles de Italia”, declaró.
Y, como era de esperarse, la derecha salió a hacer críticas aplastantes. “En esta crisis hay solo dos certezas: los “grillinos” ( en alusión al fundador del M5s, Beppe Grillo) y Conte. Son incapaces que pronto pasarán a ser parte de los archivos de los pésimos recuerdos de la república”, dijo el senador de Forza Italia (FI, el partido de Silvio Berlusconi) Maurizio Gasparri. La derecha, integrada por FI, la Liga de Matteo Salvini y Hermanos de Italia (FdI) de Georgia Meloni, quieren derrocar a toda costa este gobierno para que se vaya a elecciones, convencidos de que obtendrán así la mayoría en las dos Cámaras además del gobierno.
Pero el panorama no es tan claro ni siquiera dentro de la derecha. Algunos sostienen, como el pequeño partido “Cambiemos”, que no es el momento para ir a elecciones y proponen a un hombre del mundo de las finanzas, que fue presidente del Banco Central italiano, Mario Draghi, como futuro primer ministro.
Los líderes de los tres partidos de derecha se reunieron hoy para discutir la situación. Del encuentro participaron también los líderes de pequeños partidos de centroderecha como Cambiemos, Nosotros con Italia y Unión de Centro. “Si todos los mejores se juntan para afrontar la emergencia con un gobierno de unidad nacional estable y serio, Forza Italia estaría de acuerdo”, dijo el vicepresidente de FI, Antonio Tajani, quien descartó sin embargo que FI pudiera salir del grupo de los partidos de centro derecha.
Dentro de la coalición de centroizquierda, el M5S quiere nuevamente a Conte como primer ministro. “Es la única persona que en esta fase histórica puede representar la síntesis y el pegamento de esta mayoría”, dijo el jefe político del M5S, Vito Crimi. También el PD y LEU están a favor de un Conte Ter (por tercero) como han bautizado a un eventual nuevo gobierno del primer ministro.
La pregunta que muchos se hacen ahora es qué hará Matteo Renzi, ex primer ministro y actual jefe político de Italia Viva (Iv) y quien desencadenó la crisis hace 10 días al retirarse de la coalición gobernante. Por el momento no se sabe qué hará él y su partido. El miércoles, a las 22.30, Renzi convocó a una asamblea de los grupos parlamentarios de su partido para, muy posiblemente, tomar una decisión.
En caso de que Conte fuera propuesto de nuevo como primer ministro, debería someterse al voto del Parlamento para su aprobación y según los números difundidos hasta ahora, en la Cámara de Diputados podría tener mayoría con 324 votos (sobre 630) pero no en el Senado donde contaría hasta ahora con 157 votos sobre 315. Por lo cual nuevas alianzas con enteros partidos o con parlamentarios que prefieran votar a favor de este gobierno, sería fundamental para que un nuevo Conte pueda salir adelante.
En caso de que el presidente Mattarella no considerara confiable la realización de un nuevo gobierno de parte de Conte u otro personaje y para evitar el llamar a elecciones en este momento tan crítico, otros presentan como opción lo que hizo el entonces presidente de la República en 2013, Giorgio Napolitano, quien creó dos comisiones con la misión de elaborar un programa de gobierno y de reformas institucionales a las que adhirieron varios partidos. Así nació el gobierno presidido por Enrico Letta (PD).
Según una encuesta realizada por el instituto Demopolis para la RAI (Radio y Televisión Italiana), el 56% de los italianos considera “inoportuna” la apertura de una crisis de gobierno y el 40% preferiría un nuevo gobierno Conte reforzando la escuadra de ministros. Sólo el 33% querría ir a elecciones inmediatamente. Pero si se fuera a elecciones, según la misma encuesta, los tres principales partidos del centroderecha (FI, FdI, Liga) obtendría el 49% de los votos mientras la actual coalición de centroizquierda al gobierno (M5S, PD y LEU) conseguiría sólo el 39%.