Desde Santiago de Chile
Con 30 grados de sofocante calor y las barreras de seguridad aún terminándose de instalar, el presidente argentino Alberto Fernández y la primera dama Fabiola Yáñez cruzaron la Plaza de la Constitución para encontrarse en la puerta del Palacio de La Moneda con sus símiles chilenos Sebastián Piñera y Cecilia Morel. Esta es la primera visita de Estado del Presidente, que en noviembre del año pasado hizo un viaje a Uruguay. Mientras sonaba el himno argentino de fondo, los transeúntes de la calle Agustinas, repleta de Bancos, notarías y un Starbucks miraban con curiosidad el protocolo, sin posibilidad alguna de acercarse. “¡Bienvenidos a Chile!”, diría Piñera para romper el hielo, tras cantar el himno chileno y hacer sonar –una vez más– el de la Argentina. Ambos mandatarios firmaron una serie de acuerdos y una declaración conjunta que Fernández sintetizó en la necesidad de “entender la importancia del desarrollo de la unidad entre latinoamericanos” y trabajar afrontando “el futuro juntos, chilenos y argentinos, en unidad, como corresponde, y tratando de ver cómo ponemos de pie a nuestros países y al continente, después de un golpe muy duro como ha sido el de la pandemia”.
Estas formalidades marcaron la primera visita de Fernández al país trasandino que se concretó al mediodía. Una cita que había estado marcado por desencuentros entre ambos gobiernos básicamente sobre las estrategias de contención del covid-19. Hoy, sin embargo, el tema parece olvidado y archivado. O casi, ya que Fernández señaló: “A veces los medios se esmeran por ver cuáles son las diferencias entre dos hombres que conducen países y en verdad nunca miran cuáles son las coincidencias, que tal vez son muchas más que las diferencias”. Fernández agradeció a Piñera por “su cordialidad, por su afecto y por estar siempre” ante cualquier problema entre ambos países y “porque en este tiempo difícil también el presidente me llamó más de una vez para preguntarme qué podía hacer por nosotros y qué podíamos hacer juntos, y yo creo que eso es lo más importante”.
Entre lo importante para Fernández es el futuro y la unidad en estos tiempos difíciles. Y lo dejó en claro al citar a Juan Domingo Perón cuando dijo que el año 2000 “podría encontrar a los latinoamericanos unidos o dominados” y que se expresaba en lo que denominó el programa ABC y “que se proponía como una unidad entre Argentina, Brasil y Chile”. “No era solo una consigna política, era lo que más convenía, vislumbrando lo que iba a ser la globalización 40 años después”, dijo Fernández y agregó que “aquella idea se mantiene vigente” y hoy “Argentina y Chile son países hermanos, indisolublemente hermanados, hermandad que tiene que estar todo América Latina en este tiempo que nos toca vivir, porque la pandemia nos ha sometido a que cada uno a su modo enfrente lo desconocido y a veces pienso que si hubiéramos estado más juntos y unidos seguramente podríamos haber sobrellevado mejor las cosas”.
Piñera –cuya aprobación es de un insólito 6 por ciento según la encuesta del Centro de Estudios Públicos (CEP), institución ligada a la derecha– venía saliendo de concretar un ajuste de gabinete, sacando del Ministerio de Hacienda a Ignacio Briones (un férreo opositor a los dos retiros del 10 por ciento de las pensiones de los jubilados debido a la pandemia, que terminaron aprobándose de todas formas) y designando al economista Rodrigo Cerda, colaborador de su primer mandado de 2010 a 2014. De todas formas, el presidente chileno, no dudó en compartir elogios como se suele hacer en estas instancias públicas, señalando que “esta visita refleja la voluntad y el compromiso de ambos gobiernos y países de seguir estrechando los lazos de amistad y de colaboración” y “esta primera visita nos ha permitido fijar una hoja de ruta de cómo seguir fortaleciendo y profundizando las relaciones de amistad y colaboración entre Argentina y Chile”.
Atrás parece haber quedado aquella crisis de abril del año pasado cuando Fernández señaló que “lo que le hace falta a Chile, es que vuelvan a unirse, que zanjen diferencias para poder recuperar el poder en favor de los chilenos” y “quiero que ocurra en Chile como ocurrió en Argentina, y quiero que ocurra en todos lados de América Latina para que todos volvamos a tener la tranquilidad de poder gobernar en favor de la gente y no en contra de la gente”. Declaraciones pronunciadas en el contexto de una videoconferencia organizada por el Grupo de Puebla, liderada entre otros por su cercano (y eterno candidato presidencial chileno) Marco Enríquez Ominami y el Partido Progresista Chileno (PRO), con la participación de la expresidenta de Brasil Dilma Rousseff y el expresidente de Ecuador Rafael Correa. Frases que evidentemente eran un guiño al “estallido social” de octubre de 2019, que tuvo por las cuerdas al gobierno del empresario chileno y que terminó con un plebiscito donde se aprobó el cambio de la Constitución de 1980, escrita bajo la dictadura de Pinochet y cuya prioridad era la clase empresarial. Todo esto llevó a que Piñera la calificara como “una injerencia en los asuntos internos” según un entonces comunicado de la cancillería chilena.
Más allá del protocolo los aspectos que se conversaron fueron la pandemia y la reactivación económica. La firma de acuerdos y la declaración conjunta se hizo en el Patio de Los Naranjos de la casa de gobierno chilena (ver aparte) donde, entre otros puntos, el Gobierno de Chile renovó su respaldo “a los legítimos derechos de soberanía de la República Argentina sobre las Islas Malvinas”, ratificando la necesidad de retomar “las negociaciones a fin de encontrar, a la mayor brevedad posible, una solución pacífica y definitiva a la disputa de soberanía”.
Aunque históricamente las relaciones entre ambos países podrían ser más fluidas, considerando la cercanía y los códigos culturales –la peregrinación de chilenos a Buenos Aires o Mendoza a visitar teatros, ver bandas de rock o adquirir libros (en Chile desde la Dictadura tienen un impuesto del 17 por ciento que se carga al valor total) es un clásico generacional– hay algunos datos importantes: Argentina es el sexto mayor socio comercial de Chile. El intercambio entre ambos países alcanzó los 2877 millones de dólares entre enero y septiembre de 2020, siendo los principales productos exportados de Chile a Argentina alimentos, maquinaria, celulosa, químicos y metales.
La visita incluyó un homenaje a Salvador Allende (ver aparte) y un encuentro con representantes de las Cámaras de Diputados y Senado, Diego Paulsen y Adriana Muñoz, respectivamente. El mismo Fernández lo resumió de la mejor forma ante la prensa: “Si hubiéramos estado más juntos y más unidos seguramente podríamos haber sobrellevado mejor las cosas, pero eso ya pasó (…) Ahora tal vez sea la oportunidad la que viene para entender la importancia del desarrollo en unidad entre argentinos y chilenos”.
El final de la primera jornada lo mostró al Presidente reunido en la residencia de la embajada argentina con dirigentes de la oposición transandina. Allí conversó junto al embajador Rafael Bielsa, con los presidentes de la Democracia Cristiana, Fuad Chahín; del Partido Socialista, el senador Álvaro Elizalde; del Partido Radical, Carlos Maldonado, y del Partido Progresista, Camilo Lagos, entre otros.