Desde París
El tercer encierro de Francia se aproxima a pasos agigantados ante la ya incontrolable propagación de la covid 19. Con esa tercera ola vendrán también otras opciones para ensayar un nuevo intento de detenerla. El ministro francés de Salud, Olivier Véran, teme una “ola más fuerte que las precedentes” mientras que los sectores médicos consideran ya “ineluctable” una expansión más fuerte. Reconfinamiento, confinamiento “apretado” o algunas de las “50 variantes de reconfinamiento” que se están analizando, Francia navega en estos días sobre un mar de incertidumbres.
Recién el lunes próximo se sabrá qué solución plantea el Ejecutivo a la continua propagación de la pandemia y sus variantes. 2020 terminó con la perspectiva de la vacuna en el horizonte y 2021 empezó al revés de las previsiones. Se calculó que luego de un 2020 dramático plagado de muertos, 2021 sería el año de la campaña de vacunación, es decir, de la salvación, pero acabó siendo el año de las variantes de la pandemia. Las próximas medidas pasarán esta vez por otros canales. Para hacer aceptar a la sociedad nuevas restricciones a la libertad, el Ejecutivo proyecta que estas sean adoptadas por un voto en la Asamblea y luego en el Senado. Según varias fuentes internas, esa es la mecánica que el primer ministro, Jean Castex, expuso este jueves en el curso de encuentros con varios responsables políticos. La última vez que se modificaron las condiciones de circulación fue el pasado 16 de enero cuando se instauró un toque de queda a partir de las seis de la tarde (antes entraba en vigor a las 8 de la noche). Sin embargo, el ministro de Salud precisó ayer que esa medida “no era plenamente eficaz”.
La perspectiva de un reconfinamiento ha dividido a la dirigencia política. Primero se descartó, pero en las últimas horas volvió a sonar esa alternativa para reemplazar el toque de queda de las 6 de la tarde. Se manejan hoy dos alternativas: sea un reconfinamiento total como ocurrió entre marzo y mayo de 2020, sea un “confinamiento apretado” con el probable cierre de las escuelas, un confinamiento total el fin de semana o la prohibición de desplazarse entre las regiones del país. Los médicos que exigen otro confinamiento total son mayoritarios. El profesor Eric Caumes, jefe del servicio enfermedades infecciosas del hospital Pitié-Salpêtrière (Pari), dijo en el canal BFMTV que sería preciso un confinamiento “duro y corto. Hace falta confinar de forma rigurosa durante cuatro semanas en vez de un confinamiento blando que durará mucho más”.
Desde el próximo lunes, en todos los casos, nada será igual. La aparición de la variante británica de la covid-19 aguó todas las perspectivas alentadoras y alejó el sueño de una recuperación parcial de la libertad y de la economía. La variante británica ya representa 9,4 % de los casos descubiertos entre el 11 y el 21 de enero en la región Ile-de-France (incluye París). Los médicos de la asistencia pública proyectan porcentajes todavía más alucinantes. Pierre-Yves Boëlle, epidemiólogo en el Instituto Pierre-Louis de Epidemiología, estima que “a este ritmo la variante británica debería ser mayoritaria de aquí a marzo o abril”. El Ejecutivo compara la situación actual con la del otoño de 2020. En octubre había 3.400 personas en reanimación, hoy son 3.100. La tasa de ocupación de los servicios de reanimación llega en este momento al 60%. El diagnóstico diario es enorme: según reveló el Ministro de Salud, cada día hay 250 personas que ingresan en reanimación y se diagnostican 20.000 casos diarios, ”una cifra que aumenta en un 10% cada semana”.
El virus, potenciado por sus variantes, ha vuelto a correr más rápido que las medidas eficaces para contenerlo. La paciencia de la sociedad se agota con la misma constancia con que crece la desesperanza. La campaña de vacunación, su lentitud, la acumulación de las medidas prohibitivas y, más recientemente, la polémica en torno a la vacuna, así como las evidentes dudas del Ejecutivo sobre la dirección más idónea cambiaron la postura de la sociedad.
El gobierno diseñó una campaña para vacunar a 7 millones de personas, pero los laboratorios solo entregaron 1,5 millones de dosis. El diferencial entre la ambición y la realidad no ha hecho más que incrementar las dudas y la desconfianza, ambas muy arraigadas en un país varias veces azotado por escándalos sanitarios protagonizados por los laboratorios (por ejemplo, la sangre contaminada con el virus del Sida). Hoy, 52% de los franceses se opone a un reconfinamiento total (encuesta Elabe BFMTV del miércoles 27 de enero). A su vez, 48% está igualmente en contra de un ‘confinamiento “liviano”. No parece haber una salida pronta y se ha instalado lo que los especialistas en modelos sociales llaman “una crisis de aceptabilidad” (Bernard Sananès, presidente del Instituto Elabe). Las cifras comparativas traducen el hartazgo: en marzo de 2020, 93% de los consultados aprobaba la instauración del primer confinamiento, el porcentaje bajó a 67% en octubre de 2020 y en enero de 2021 llega al 48%. La covid-19 ha arrasado también con una generación de jóvenes: universidades cerradas, exámenes pospuestos o caóticos e imposibilidad de encontrar cualquier fuente de trabajo sumieron a la juventud en un desastre generacional muy hondo.
El poder político pierde poco a poco la adhesión de la sociedad y se corta igualmente de la juventud. La búsqueda de “un punto de equilibrio” entre protección, libertad y actividad económica se ha tornado insostenible. El “punto” vuela por los aires bajo la tempestad de un virus que rompe todo lo que se construye. El virus es un mutante, su velocidad se multiplica y nos encierra en su mundo.