El sistema capitalista, en el cual según sus leyes vive la mayoría de la población mundial, ha surcado diferentes etapas desde su génesis, a inicios del siglo XV. En la actualidad, sobreviven aspectos de ciclos anteriores pero como fase dominante impera la etapa neoliberal. Sus aspectos esenciales, sin ser taxativos, son:
1. Supremacía financiera sobre la actividad productiva.
La emisión descontrolada de dólares sin respaldo generó las condiciones para que fuera posible la dominación de lo financiero sobre lo productivo y, en definitiva, la posibilidad de imponer el proyecto político neoliberal. Fue detonante para que esto ocurriera que en 1971 Estados Unidos generó el primer saldo de balanza comercial negativo posguerra.
Se sumaba a lo anterior los enormes gastos públicos derivados de la guerra de Vietnam. En respuesta esa situación crítica, el entonces presidente Richard Nixon toma la unilateral decisión el 15 de agosto de 1971 de derogar los acuerdos de Bretton Woods, firmados en 1944.
En dicho acuerdo se establecía que la moneda internacional sería el dólar pero con respaldo oro: cada 35 dólares tendría el respaldo de una onza troy de oro. La balanza comercial negativa implicaba que las bancas centrales de los 44 países firmantes de ese acuerdo podían enviar dólares excedentes cobrados por importaciones de Estados Unidos a la Reserva Federal y recibir oro a cambio.
A partir de esa maniobra mundial se pasó a multiplicar dinero de la nada y Estados Unidos pasó a ser hasta hoy el país más endeudado y tener el déficit comercial más elevado y consecutivo del mundo. Esto posibilitó un nivel de vida desigual y ficticio en su población a expensas del hambre de miles de millones de seres humanos en el resto del mundo.
Luego se sumó la caída del muro de Berlín en 1989 y la aparición de teorías delirantes como la del “fin de la historia” de Francis Fukuyama, que suponían el dominio ”definitivo” del proyecto neoliberal. Reiterando como farsa el grueso error de Hegel que, en su época, alegaba con la monarquía absoluta “el fin de la historia”
A partir de ese momento de euforia efímera, el poder económico mundial montado en el complejo militar, financiero e industrial de Estados Unidos consideró el momento ideal para destruir el denominado “Estado de bienestar”. Este estaba basado en salarios creciendo por encima de la inflación como mecanismo de potenciar el consumo, y así posibilitar crecimiento económico y, tan esencial como lo anterior, la redistribución social equitativa de dicho crecimiento y de la riqueza.
Sin salarios por encima de la inflación el mercado interno es una quimera. Se pierde uno de los dos motores de la economía, quedando subordinados al mercado externo. La dependencia de las imposiciones del mercado mundial, ubicados en países dominantes, resulta un factor importante de concentración del ingreso y de la riqueza.
Relacionado con lo anterior, y para marcar a fuego la dominación neoliberal, se derogó en Estados Unidos, en 1991, la ley Glass-Stegall de 1933 que evitaba grandes crisis similares a la de de 1929. A la vez se promulgó la ley Gramm-Leach-Bliley que permitía grandes fusiones y la actividad bancaria financiarizada para todos los bancos, incluidos los de inversión. Se pueden conocer detalles de los efectos de la barbarie neoliberal a través del documental (premio Oscar) Inside job (Netflix).
A partir de abolir el respaldo oro y la derogación de la ley Glass-Stegall, la economía se transformó en una timba planetaria, con su efecto lógico: la gran crisis mundial iniciada en 2008 en la bolsa de Wall Street y la destrucción de millones de empleos y caídas del PIB. Argentina no pudo salvarse del neoliberalismo durante tres gobiernos con finales catastróficos: la dictadura cívico-militar y los gobiernos de Carlos Menem, Fernando de la Rúa y Mauricio Macri.
2. Salarios de subsistencia y/o por debajo de su valor.
Las personas que reciben ingresos que no cubren la Canasta Básica Total (pobreza) y, más aún, la Canasta Básica Alimentaria (indigencia=hambre) reciben salarios por debajo de su valor. Existen varios mecanismos para desvalorizar el salario, pero el más efectivo y considerado válido hasta por Keynes es la inflación.
La diferencia entre salario nominal y salario real es el monto exacto del saqueo que sufren millones de trabajadores. Esa exacción está provocada por formadores de precios -poder económico concentrado cuando en forma oligopólica y en función del dólar fijan precios con impunidad.
Sectores de clase media consideran natural que el salario se degrade. La ignorancia no permite entender que cuando salarios y jubilaciones crecen por debajo de la inflación, caen también ingresos como beneficios de empresarios pymes, comerciantes y de profesionales porque implica la caída de la potencialidad del mercado interno.
3. Predominio del mercado y/o adecuación del Estado.
En cuanto al Estado, no se trata de devastarlo al estilo de la “mano invisible” del mercado de Adam Smith, sino de transformarlo como un medio que provoque la caída de los salarios y jubilaciones, la financiarización del mercado financiero potenciando la “bicicleta” y la fuga de divisas, y el aumento de la inequidad del ingreso y la riqueza.
4. Conclusión.
Tanto la supremacía de lo financiero sobre lo productivo, como salarios de subsistencia y dominio del mercado sobre el Estado, son premisas de ideológos neoliberales, principalmente de Friedrich von Hayek y Milton Friedman.
Sin crecimiento de los salarios por encima de la inflación no habrá crecimiento virtuoso. Es posible crecer a costa de ingresos financieros que pasarán a ser nocivos, pero no se crecerá en base a la producción que generará empleo y circulo económico virtuoso.
Si políticamente no se asume la proposición anterior, no se debe esperar otro resultado que crisis con expansión de la esfera financiera, con una distribución asimétrica del ingreso y la riqueza. O sea, crecimiento raquítico con su consecuencia en caos político.
El peronismo es la antítesis del neoliberalismo. Es el freno en Argentina de la explotación neoliberal. Es la “felicidad del pueblo y la grandeza de la Patria” a partir de la política.
Se debe recordar entonces otra frase histórica para no equivocar el rumbo político, del cual depende la economía: ”No creo en el axioma de que cuando se gobierna se cambia convicción por pragmatismo. Eso constituye en verdad, un ejercicio de hipocresía y cinismo” (Néstor Kirchner).
* Integrante del Club Argentino Arturo Jauretche. Docente. Economista. Contador Público. [email protected]