Nombrar las cosas es definirlas, darles un sitio en el mapa del mundo. Algunos hombres y mujeres ven eso con total claridad -casi como una revelación- y escriben, con hondura, más allá de sí mismos, para ser con los demás. Así lo hizo Jaime Dávalos, hijo pródigo de Salta que amplificó el cancionero popular con el vuelo de piezas memorables como “Las Golondrinas “, “Tonada del viejo amor” o “Zamba de la Candelaria”, junto a Eduardo Falú, o “La Nochera”, con Ernesto Cabeza, solo por mencionar algunas de sus creaciones.
Un día como hoy, 29 de enero, pero de 1921, el poeta llegó a la vida en San Lorenzo. Desde entonces han pasado cien años, y sus versos -hechos páginas y música- todavía conmueven. Entre aquellos que se emocionan también está Florencia Dávalos, hija menor del artista, quien desde hace años ha decidido regar la obra de su padre con cada uno de sus pasos. Y desde 2010 con el proyecto “Memoria de la semilla”, que incluye charlas, recitales y conciertos didácticos alrededor del hacedor de “Coplas al vino”.
Su voz se cuelga del aire cada vez que canta. Y lo hace ahora, en una conversación repleta de recuerdos: “Tengo algunas anécdotas con mi papá que están ligadas a la infancia, ese territorio maravilloso de juego e imaginación. La memoria, a veces esquiva y selectiva, me ha dejado pedazos de escenas vividas en familia que dan cuenta de que fui una niña feliz. Y eso fue gracias a mi mamá y mi papá. Pero él era especialmente juguetón, era un niño más en la casa. Le gustaba explorar, era curioso, y esa característica -que es muy de los niños- nos posibilitó conocer el mundo de un modo muy particular. Siempre hubo juego y, a través de él, explorábamos el mundo con la música, el dibujo, la pintura, los títeres. Lanzándonos sobre terrenos desconocidos que podrían ser tanto el patio de la casa de mis abuelos, la vereda y la calle de tierra de Villa Mazzoni en Zárate, el río Paraná y la isla, como el cerro de El Encón donde nos topábamos con toda clase de bichos y plantas, sentíamos la inmensidad de la montaña y la fuerza del río que corría al pie del cerro, el silencio y los grillos de la noche”, describe.
“En el breve tiempo en que vivimos en El Encón, en una casa que mi papá construyó arriba del cerro, íbamos al río que estaba al pie. Era de esos de montaña que crecen y corren furiosos en verano. Lo recuerdo sentado en el lecho del río abrazándonos a los tres -mis hermanos y yo- como si fuese una gran piedra. El agua rompía en su espalda y se generaba una especie de cascada que nos mojaba pero de ese modo nos cuidaba de que no nos llevara la correntada”, dice y añade: ”Otro juego que nos encantaba era las escondidas. ¡Parecía un duende!, tenía una habilidad impresionante para desaparecer. ¡Y mirá que era grandote como para no encontrarlo! De repente aparecía en el living sentado en el sillón después de largo rato de haberlo buscado por el enorme patio de la casa”, rememora.
Una fiesta para “El nombrador”
Jaime Dávalos es, por supuesto, uno de los artistas cardinales de Salta y para celebrarlo, hoy a las 20 se descubrirá una placa en la que fuera la casa de Juan Carlos Dávalos, escritor y padre del poeta, ubicada en la calle 20 de Febrero 647 de la ciudad de Salta, donde actualmente funciona la Sinfónica Infantil y Juvenil. El encuentro, al aire libre, conjugará a integrantes de la OSIJ y del Ballet Folklórico de la Provincia “Martín Miguel de Güemes” y se transmitirá en vivo por la cuenta de Instagram de la Secretaría de Cultura. Además, a las 21.30 el cuerpo de baile evocará al artífice de “Vidala del Nombrador” en la Casa de la Cultura (Caseros 460), en el marco del ciclo Historias Mínimas.
Florencia, como era de esperarse, dejará su huella con canciones en un evento ideado para invocar a su padre : “Durante 2020, a pesar de un contexto totalmente adverso, en que los artistas no pudimos prácticamente trabajar en los escenarios, empecé a pensar y a desarrollar junto a Gilda Sosa, productora y gestora cultural, el proyecto Jaime Dávalos 100 Años. La idea es celebrar su centenario durante el 2021 con diversas actividades artísticas y culturales para visibilizar su obra. La primera celebración será el 29 de enero -día de su nacimiento- con un concierto que fue grabado y filmado en vivo en el Centro Cultural Kirchner, en donde participa un equipo de talentosas mujeres dentro y fuera del escenario”, comenta sobre el estreno virtual que sucederá hoy a las 20, por el canal de YouTube del CCK. Mientras, las palabras se expanden:
-Para el concierto le pusiste música a versos de Jaime que permanecían inéditos ¿cómo viviste ese proceso de, en algún punto, diálogo con tu padre, con su obra?
-Sus poemas me vienen acompañando desde hace muchísimos años y creo que fue a partir de ellos que fui armando un rompecabezas de quién era, de cómo era, no sólo como poeta sino como hombre. No te olvides que se murió cuando yo tenía once años. ¡Lamento tanto no haberlo podido disfrutar más tiempo! Siento que fui tendiendo un puente con él, al leer sus poemas, textos y canciones, conversando en soledad, y reconociéndome en él, en esa identidad; bebiendo la savia de esa raíz profunda que representa mi papá y su historia, que es la mía.
Para la presentación del CCK, rescaté una canción que compuse a partir de un poema suyo. Se llama “La Hilandera” y estaba en un libro de poesías inéditas editado después de su muerte. Hace dos o tres años que le puse música. Y allí estaba escrita y cantada en algún audio perdido en mi compu, pero no me animaba a mostrársela a nadie.
El año pasado empecé a rescatar todas las canciones que había escrito y reapareció esta hermosura de poema que se convirtió en una zamba. Me pareció que era momento de cantarla. ¡Qué mejor que celebrar los 100 años con una canción nueva!
-¿Qué significado cobra para vos esta fecha, ese siglo de Jaime?
-En el terreno de lo artístico y personal, hace muchos años, he decidido hacer honor a su legado, difundiendo su obra dondequiera que vaya. Es una militancia que me he dispuesto a sostener, que no responde a una fecha en particular, aunque los números redondos nos hacen parar la pelota y prestar más atención. En realidad, creo que es interesante que la sociedad toda se acerque a la obra de Jaime Dávalos, que la conozca, la disfrute y la comparta.
¿Qué significado tiene para mí? Me dan ganas de celebrarlo, de cantar todo lo que no pude hasta ahora, de grabar canciones nuevas o versionar clásicos y de compartirlo con muchos otros artistas. Su obra sigue siendo un fuego encendido alrededor del cual muchos nos sentimos convocados. Me gusta compartir y vibrar en ese amor colectivo.
-¿Cuál creés que ha sido el mayor aporte de tu padre a la cultura argentina, y por qué es importante reconocerlo?
-Creo que Jaime fue uno de los primeros poetas (de un movimiento que se extendió a otros escritores) que incorporaron la poesía y las figuras literarias a la canción popular folclórica, hasta ese momento reservadas para las elites culturales. Entendiendo cuál era su rol como artista popular, su compromiso con la tierra en que vivía lo llevó a recorrer el país de punta a punta. Siempre digo que fue un poeta que metió “las patas en el barro”, no se quedó en su escritorio, cómodo, hablando siempre con los otros escritores de los que se rodeaba, porque venía de una casa donde la literatura se respiraba. Ya de joven se largó por los caminos, conoció y entendió que su trabajo era ponerle palabras al silencio de su pueblo. Un pueblo que no estaba siempre de fiesta, un pueblo que también sufría injusticias, temas de los que ninguna canción había hablado hasta ese momento.
“Ay Patria, que mi voz rompa el silencio que para la conciencia nunca es tarde”, dijo alguna vez.
Jaime Dávalos, salteño de origen, argentino en toda la extensión de la palabra y con conciencia suramericana, soñaba una “Patria Grande” que contenga a todos, un país donde la dignidad se hiciera costumbre, y la vida no fuera una pilcha sin valor.
Era un ser de extraordinaria sensibilidad que elevó con su poesía a los invisibles del país y los inmortalizó en canciones y poemas inolvidables.