En las últimas semanas asistimos a dos hechos aparentemente contradictorios. Uno, el aumento significativo de los casos de infectados y muertos por Covid 19 en el país. La mitad de los mismos acaece en AMBA, que llevó a incrementar las advertencias de mayores cuidados deteniéndose el ascenso, en cifras elevadas, de ambos datos.
Por otra parte, pareceres y discusiones varias sobre el inicio de las clases en todos los niveles, basado en la insoslayable importancia que conlleva la actividad presencial, de notable valor, no sólo educativo. Por ello se opta, por diversas razones, por el reinicio de las mismas.
Se menciona que la actividad escolar se hará con “todos los cuidados”, cuyos detalles con precisión en CABA no conocemos. A esta decisión de actividad presencial, sin simultáneo análisis de la situación epidemiológica empeorada, en principio, cuesta aceptarla totalmente y sin reparos.
Es destacable la premura en el reinicio de clases en CABA, cuando aún sólo se vacunó parte del personal de salud pero no se inició la campaña de vacunación entre el personal docente y de colaboradores en la escuelas. Pareciera, en principio, que se tiene una valoración más importante de la actividad docente, no avalada durante los 13 años de gobierno en la ciudad de Buenos Aires, que la situación de salud y la aparición de nuevos riesgos eventuales. Se soslaya que la movilización de gran número de niños, jóvenes, padres, uso de medios de transporte público junto a otros trabajadores, y su eventual y posible impacto negativo, en una Ciudad donde la cifras son por demás preocupantes, podría agravar la cifra de infectados y muertes.
En efecto, como se puede observar en el cuadro 1, la tasa de infectados por 100 mil habitantes en la Capital, sin el conurbano, es de 6743 personas, muy superior a la de San Pablo, Nueva York y Berlín. Es algo mayor también que la del DF de México y algo menor que en Madrid.
En el cuadro 2 puede observarse que además de la alta tasa de infección CABA presenta el preocupante saldo de ser una de las ciudades grandes del mundo con las cifras de mortalidad más elevada.
Esto fue así desde la segunda mitad del año 2020, cuando se produjo el pico más alto de infección e incremento de las muertes asociadas.
Se sabe que a mayor tasa de infectados, se produce mayor número de enfermos con evolución complicada, necesidad de internación en terapia intensiva, y de muertes. Las cifras en ascenso se observaron en otras regiones del país, siendo CABA y provincia de Buenos Aires las que presentan las mayores tasas (considerar que la PBA tiene en sus 40 distritos del AMBA cuatro veces más habitantes que la ciudad de Buenos Aires.)
No es fácil atribuir a una sola causa este cuadro de situación, pero indudablemente la falta de seguimiento de los conocidos e indispensables cuidados que acontecieron para fin de año y la mayor actividad, aún en exteriores, contribuyen al ascenso de infectados y fallecimientos en las últimas semanas.
En CABA, las cifras de los últimos siete días nos alarman al comprobar que el promedio de infectados fue de 1290 por día (12 por ciento del total de infectados) y 15 muertos diarios que con sólo 3 millones de habitantes representan casi el 7 por ciento de los fallecidos en el país, durante ese tiempo en la Ciudad de mayores recursos.
La situación del deteriorado estado de salud al empezar la pandemia hacía temer por desborde de los servicios de salud -probabilidad mayor en las grandes áreas con población de menores recursos y servicios asistenciales deficientes y en especial en los 40 distritos del conurbano aledaño a la Capital. A los casi 3 millones de habitantes en CABA distribuidos en 203 kilómetros cuadrados se le suman, en continuidad geográfica, los llamados cordones que la rodean con 11.669.084, es decir cuatro veces mayor población, en 12 mil kilómetros cuadrados. La mayor extensión se asocia a menores conglomerados urbanos. En contraposición, CABA es la ciudad más rica del país, con el mayor presupuesto, con gran número de hospitales públicos y los centros privados de atención con grandes recursos terapéuticos más los centros asistenciales que disponen diversas obras sociales.
¿Qué sucedió comparativamente en estas dos subregiones del AMBA?
En el cuadro 3 se compara la incidencia: infectados confirmados cada 100 mil habitantes, que en CABA son 6673/100 mil mientras que en el primer y segundo cordón, integrantes del AMBA, son 4616 y 4424 /100 mil habitantes respectivamente.
Con esas cifras de infectados se observa que CABA tiene las más altas tasas de mortalidad con 2032/100 mil habitantes mientras que en los 40 distritos del conurbano (AMBA sin CABA), en gráfico 4, se registraron 1547/100 mil habitantes (primer cordón 1536 y segundo cordón 1429), es decir 41 por ciento más en CABA que en el conurbano.
Las cifras en el AMBA, no CABA, mejores, podrían deberse a las mayores extensiones en que se distribuye esa población cuatro veces mayor, pero es de destacar el papel del enorme equipamiento que logró la PBA casi triplicando el número de camas de terapia intensiva y respiradores más todos los recursos necesarios para evitar la infección del personal de salud. Se logró mediante una gran inversión de dinero y un programa exitoso de compra y traslados de equipos en 32 vuelos de Aerolíneas Argentinas a China y el envío de seis barcos. No se observó una inversión ni parecida en CABA, donde durante largo tiempo asistimos a quejas en hospitales por falta de insumos básicos.
Me llama la atención el silencio de las autoridades del gobierno de CABA ante estas realidades, ejemplificadas en las cifras mencionadas. En el tercer trimestre de 2020, con cifras similares al promedio de la última semana, se tenía restricción de muchas actividades, las escuelas estaban cerradas y se discutía la apertura restringida de actividades al aire libre como los recordados “runners”.
Sin detallados comentarios, análisis, de esta realidad preocupante, todo gira alrededor de abrir prematuramente las actividades escolares, sin conocerse aún cuándo y cómo se iniciará la vacunación de los grupos etarios de mayor riesgo, retaceando una información que los habitantes de la Ciudad mayoritariamente reclamamos públicamente.
* Se agradece a la doctora ingeniera Marcela Goldschmit, Profesora UBA, la confección de los 4 cuadros, base de este escrito, con datos tomados de entes oficiales que se consignan al pie de cada figura.