Es, qué duda cabe, uno de esos Momentos Cumbre de la Historia del Rock. Como Jimi Hendrix en el amanecer de Woodstock o prendiéndole fuego a la viola en Monterey Pop, como el barco de Sex Pistols o Elvis Presley en la tele, como el grito de “Judas!” a Bob Dylan, el Live Aid o -más acá en la geografía- el show de Serú Girán en la Rural, BA Rock 82 o Soda Stereo frente a 250 mil personas en la 9 de julio. Una foto icónica que volvió a dar vueltas en estas horas, al cumplirse el 52º aniversario del show de The Beatles en la terraza de Savile Row 3. El regreso y despedida. El agridulce final de un grupo que cambió la cultura universal del siglo XX.
La historia es conocida y repetida: The Beatles ya no eran lo que habían sido. El proyecto Get Back, pensado como un retorno a la actividad en vivo, había mutado a registro audiovisual y finalmente a pesadilla. Las diferencias no eran solo artísticas, de fricción humana por una década demasiado intensa, de enfoque: también estaba la puja interna por encargarle los asuntos financieros a Allen Klein o a Lee Eastman, en la que Paul McCartney perdió la votación frente a John Lennon, George Harrison y Ringo Starr y subió un par de grados de ira. Para colmo de males, la intervención del productor Phil Spector le dio a Let It Be un ambiente sonoro en el que Macca no tuvo voz ni voto, una afrenta intolerable. Harrison se fue y volvió. Lennon editó su primer tema solista (“Give Peace a Chance”) aún dentro del grupo. Los Fab Four ya no sonreían bajo el flequillo: se mostraban los dientes.
En ese contexto, los 42 minutos de la terraza de Apple pueden ser considerados un milagro. En el sótano del edificio, un tal Alan Parsons registró los cinco temas que sonaron hasta que la policía interrumpió la ceremonia: tres tomas de “Get Back”, dos de “Don’t Let Me Down”, dos de “I’ve Got a Feeling”, “One After 909” y “Dig a Pony”. Las tres últimas terminaron formando parte de Let It Be, pero más milagroso aún fue que después de las decepcionantes sesiones de ese disco el cuarteto volvió a meterse en el estudio EMI para levantar notablemente la puntería con Abbey Road.
Todo eso forma parte del anecdotario recreado alrededor de la efeméride del 30 de enero. Pero también es sabido que la historia de The Beatles se ha vuelto circular, algo que vuelve periódicamente y no solo por las memorias. No solo por los ya añejos Anthology, sino por la concienzuda reedición de toda su obra en cada fecha redonda, que permite mejorar el sonido, rescatar tomas inéditas y reactualizar el legado, demostrando que los boys de Liverpool funcionan en toda edad.
2021 no será la excepción. El lanzamiento fuerte del año se vincula de cierto modo con aquel Let It Be... Naked que McCartney impulsó en 2003, una nueva versión que borraba a conciencia todas las decisiones de producción de Spector. Quizá los Beatles vivientes y los herederos se hartaron de que se señale –con bastante razón- al documental de Michael Lindsay-Hogg como un triste epílogo que, en la frialdad de los estudios Twickenham, dejaba demasiado al descubierto la mala onda imperante entre los músicos. Quizá era muy tentador no llevar a cabo una suerte de operación-Anthology con esa pila de material registrado en 1969. Lo cierto es que, en 2018, el campamento Beatle le entregó 55 horas de filmaciones a Peter Jackson, director de –entre otras cosas- El señor de los Anillos, King Kong y El Hobbit.
“Las 55 horas de imágenes nunca vistas y 140 horas de audio aseguran que esta película será la experiencia definitiva de ‘la mosca en la pared’ con la que los fans de The Beatles soñaban desde hacía tiempo”, dijo el realizador neocelandés. “Es como si una máquina del tiempo nos transportara a 1969 y nos sentáramos en el estudio a ver a estos cuatro amigos hacer gran música juntos”. El director apuntó precisamente a desmontar la teoría universalmente aceptada sobre lo que fue el proyecto Get Back. “Me sentí aliviado al descubrir que la realidad es muy diferente al mito: tras ver todo el material que Michael Lindsay-Hogg filmó 18 meses antes de la separación, es simplemente el descubrimiento de un tesoro histórico. Seguro que hay momentos dramáticos, pero no esa clase de discordia con la que este proyecto siempre fue asociado. Ver a John, Paul, George y Ringo trabajando juntos, creando canciones que ahora son clásicos desde cero, no es solo fascinante: es divertido, edificante y sorprendentemente íntimo. Estoy encantado y honrado de que se me haya encargado estre trabajo: hacer esta película será puro disfrute”.
Para el film, cuya estreno se espera para agosto, Jackson apeló al mismo equipo con el que realizó They Shall Not Grow Old, el impactante documental en el que restauró, colorizó y sonorizó imágenes de la Primera Guerra Mundial: cuando se trata de The Beatles, queda claro que la historia siempre puede ser reescrita.