En medio de la pandemia, la artista cubana lanzó por streaming su disco Mariposas, y se sumó a diversas campañas en redes sociales para concientizar sobre los cuidados y las medidas de prevención frente al coronavirus.
La música marcó su camino al ponerle voz al feeling, un género que nació en Cuba en la década de 1940. Las interpretaciones de Omara Portuondo tienen potencia y en ellas calan profundo el tiempo, con sus amores y despedidas, y las ganas de hacer siempre al día. Su voz sin edad inmortalizó temas como “Drume negrita”, “Adiós felicidad”, “La última noche que pasé contigo”, “Dos gardenias”, “Lágrimas negras”, “Por eso yo soy cubana”, “Veinte años”, entre tantas otras.
Dueña de una interpretación singular, esta mujer que en octubre pasado cumplió 90 años acepta gustosa pasear por su vida, por ese pasado con acordes en familia que le permitió ser quien es, y por esa Cuba que “sigue adelante con sus cambios”, mientras cuenta los días para volver a los escenarios y reencontrarse con su público querido.
--En mayo pasado presentó Mariposas, su trabajo más reciente. ¿Cómo fue la experiencia de presentar el álbum de forma online?
--La verdad es que fue una delicia poder trabajar en este disco. Las canciones están compuestas por Jessee Suárez, un cantautor joven y muy talentoso. Con este disco hemos conseguido recientemente una nominación a los Grammy Latinos. El título del disco viene de la canción, que también forma parte de este trabajo, “Mariposas blancas”. Es una canción muy bella, con un texto muy positivo y esperanzador. Justamente en estos tiempos es cuando más necesitamos de un mensaje de amor optimista. El disco cuenta también con una canción de mi querido Silvio Rodríguez, “El día feliz”. Mariposas es un disco novedoso, con una sonoridad diferente y arreglos nuevos. Siempre me gustó participar en numerosos proyectos, nunca temí acercarme a la innovación y siempre disfruté trabajar con gente joven. El proyecto fue nominado a los Premios Grammy Latinos como mejor Álbum Contemporáneo/Fusión Tropical. No entiendo bien todos los detalles de las plataformas online pero sé que funcionan muy bien para conectarse con el público, así que no dudé en presentarlo de esa manera.
--¿Cómo ve la música cubana en la actualidad y qué opinión le merecen las nuevas voces?
--En estos meses la música cubana está sufriendo muchísimo debido a la pandemia. Poco a poco empezamos a volver a los escenarios y eso me llena de felicidad porque son muchas las personas que están involucradas en esta actividad. Las nuevas voces femeninas tienen mucha fuerza, aunque la situación es diferente a la de mi época porque no existen lugares para trabajar, ni el fuerte desarrollo cultural que había entonces. Lamentablemente hay menos lugares para hacer shows en vivo. La actividad se ha adaptado a los tiempos, pero hoy no contamos con los espacios en televisión, salas musicales o cabarets que alguna vez tuvimos en Cuba.
--En una oportunidad contó que lleva el arte en la sangre desde siempre, ¿pero en qué momento sintió que quería dedicar su vida a la música?
--Lo supe desde muy niña. En mi casa se escuchaba mucha música. Con muy pocos años ya seguía a María Teresa Vera, Benny More, al Trío Matamoros, Sindo Garay, Aretha Franklin, Edith Piaf y a Ella Fitzgerald, entre muchos otros. Mis padres fueron quienes me insistieron y apoyaron para que llegara a ser lo que soy. Le debo todo mi agradecimiento a ese cariño y respaldo. Yo diría que soy una autodidacta; mi escuela de música fue el oído y el corazón.
--¿Qué recuerdos tiene de su infancia?
--Los recuerdos de mi infancia son muy bonitos. Provengo de una familia pobre, humilde, a pesar de que mi papá fue jugador de béisbol y formó parte del primer equipo nacional de negros cubanos. Mi madre era profesora de español en una escuela y, aunque provenía de una familia pudiente, la desheredaron por casarse con mi papá, que era negro. La mía era una casa normal, sencilla, en el barrio Pueblo Nuevo, en el centro de la Habana. En casa vivíamos mi mamá, mi papá, mis hermanos Iván, Haydée y yo. En ese barrio vivía el bailarín y coreógrafo Santiago Alfonso, también director del reconocido Show del Cabaret Tropicana. Alfonso nos venía a visitar muy a menudo y crecimos juntos. Lo mismo que el historiador cubano Eusebio Leal. De alguna manera la música siempre formó parte del espíritu de nuestra casa.
--¿Cuánto cree que influyó la historia de sus padres en su arte y en su forma de encarnar la canción?
--Influyó, sin duda, tanto en la forma en que ellos nos educaron y amaron, como también por cómo vivímos su historia. Evidentemente eso es parte de mi entender y ver el mundo como persona y artista. Mi madre era una mujer de herencia española nacida en La Habana. Mi padre era de Santiago, hijo de un militar español y una esclava. El de mis padres fue un amor imposible, pero sobrevivió el amor. No hay ninguna duda de que aquello forma parte de mi existencia. Mi madre siempre me dijo que yo había nacido para cantar y representar a mi país en el mundo. Me acuerdo que antes de morir de cáncer, cuando yo tenía apenas 18 años, me dijo: “Dios te dio la posibilidad de representar a tu país con el arte y lo harás muy bien”.
--En su extensa trayectoria aparecen dos experiencias que tienen su nombre sellado a fuego: el Cuarteto Las d’Aida y Buena Vista Social Club. ¿Cómo recuerda estas vivencias?
--Queríamos formar un grupo junto a Elena Burke y mi hermada Haydé. Así que fuimos a hablar con Aida Diestro, tremenda pianista. Ella propuso la participación de una cuarta voz femenina, Moraima Secada, y así, a principios de los años ‘50, nació el Cuarteto Las d’Aida. Trabajamos la musicalidad a través del jazz y el bolero cubano y tuvimos muchísimas presentaciones. Eramos muy activas tanto en radio como televisión, además participábamos en cabarets acompañando a otros artistas. También tuvimos la oportunidad de girar por varios países. La de Buena Vista Social Club fue una experiencia muy linda, donde pude reencontarme con amigos y conocidos. Estaba grabando unas canciones mías en el mismo estudio donde estaban grabando el proyecto de Buena Vista Social Club; por destino todo sucedió al mismo tiempo y me invitaron cantar una canción con Compay (Segundo). Fue todo muy natural... Hemos creado una hermosa familia, pero sobre todo llevamos la cultura cubana por todo el mundo y eso me produce un profundo respeto.
--Se la conoce como “La diva del Buena Vista Social Club” y “La novia del feeling”. ¿Qué significa para usted, después de tantos años, que la sigan llamando de este modo?
--Significa el reconocimiento del público. Quizás se deba a mi forma personal de interpretar la canción, independientemente del género. Como su significado en inglés, el feeling significa sentimiento y se interpreta con amor. El feeling fue un movimiento en Cuba que se creó en la década de ‘40, donde participaron muchos artistas. El género empezó a crearse en La Casa del Trovador Ángel Díaz, con la participación de grandes artistas como José Antonio Mendez, César Portillo de la Luz, Facundo Rivero, Orlando de la Rosa, El Niño Rivera, Marta Valdez, Elena Burke, Aida Diestro, Margarita Lecuona... En fin, muchos más. Tuve el placer de formar parte de un género que quedó en Cuba para siempre.
--Por cómo las interpreta, hay algunas canciones que parecieran estar tatuadas en su alma. Entre ellas, “Veinte años” y “La era está pariendo un corazón”. ¿Qué hizo que estas canciones las sienta tan propias?
--“Veinte años” es la canción que mis padres me enseñaron cuando era niña. Es una composición de María Teresa Vera, a quien pude conocer personalmente. La interpreté una cantidad incalculable de veces y todavía me sigue emocionando mucho. Me acuerdo que la canté con Silvio (Rodríguez) por primera vez en el año 1971, en la Casa de la Américas. Y sí, otra canción muy significativa para mí es “La era está pariendo un corazón”, de mi gran amigo Silvio.
--Aunque no suele hablar de política más de una vez manifestó su reconocimiento a Fidel Castro. ¿Qué recuerda de los tiempos de la Revolución Cubana?
--Es cierto que no me gusta hablar de política, pero lo que puedo decir es que fueron momentos de cambios para mejorar al pueblo cubano, bajo la dirección de Fidel, con sus altibajos como en todo, ya que era una revolución que empezaba a formarse en Cuba. Pero supuso muchas transformaciones sociales y logros en los ámbitos de la educación, la medicina y la cultura.
--¿Cómo es Cuba hoy y cómo era la Cuba de su infancia?
--La Cuba de estos tiempos sigue adelante con sus cambios. Pasaron muchos años de la Cuba de mi infancia, pero hoy camina realizando cambios para conseguir mejorías en todos los sentidos y protegiendo mucho a su pueblo, que es lo fundamental. Somos un pueblo hermoso; un pueblo grande y fuerte que merece todo el cariño y la atención. Quién sabe qué pasará en los próximos años, yo no estaré, pero mi espíritu de mujer estará con mi pueblo, al que amo y he amado tanto en tantos años.
--¿Cómo ve la lucha de las mujeres por la igualdad y reivindicación de derechos en el mundo?
--El tema de la mujer sigue siendo un problema mundial que no acaba de tener solución, aunque la mujer sigue ganando más fuerzas en el mundo y también en Cuba. He participado en muchos eventos en Cuba y en el mundo; soy miembro de la Cruz Roja Internacional, donde he logrado hacer muchas obras y sigo luchando para que se termine la explotación de la mujer y el machismo en todo el mundo. También he trabajado mucho a favor de los niños realizando diferentes actividades y donaciones, sobre todo con el tema del cáncer que golpea tanto a niños, mujeres y hombres, y me siento muy implicada con este tema. En estos tiempos he estado muy involucrada con la situación mundial de la pandemia, con mensajes de concientización en la televisión y en las redes sociales. Y es público mi apoyo a la increíble labor de los médicos y científicos cubanos que han hecho un papel tan importante en el mundo y en mi país.
--¿Qué proyectos tiene entre manos y cómo imagina los tiempos pospandemia?
--Actualmente estoy grabando mi disco por los 90 años, con muchos invitados que me quieren y que yo respeto profundamente. El disco cuenta con la producción musical de la cantante Gabi Moreno, una tremenda arreglista de origen guatemalteco que reside en Los Angeles. En Cuba cuento con la colaboración de Pedro Pablo Cruz en la producción de las colaboraciones internacionales, además del grupo Failde y de mi hijo Ariel Jiménez Portuondo, que es el productor ejecutivo. Esperamos que este trabajo pueda salir en el transcurso de este 2021. Estoy muy contenta con este proyecto --que no hemos interrumpido ni con la pandemia del coronavirus-- que estuve grabando en mi casa y está quedando espectacular. Además, vienen nuevos proyectos, con un documental sobre mi vida y un posible musical, pero de momento no puedo revelar más detalles. Espero que podamos volver a la normalidad muy pronto y que hayamos aprendido de esta situación. Ha sido muy duro para muchos; de corazón espero que todos podamos estar bien lo antes posible. Estoy contando los días para poder volver a los escenarios. A los 90 años, deseo poder realizar mi gira mundial de despedida y tener una chance de reencontrarme con mi público querido.
--¿Le gustaría revivir algún instante de su vida?
--Creo que elegiría disfrutar más de mi madre y mi hermano, que emigraron de Cuba en los años 1960 y 1964, y compartir más tiempo con los hijos de mis hermanos. Habría querido estudiar piano para poder acompañarme con la voz, pero las circunstancias económicas no lo permitieron. Como mujer divorciada y luchadora no pude concretar mi sueño de ser diplomática cultural, pero estoy eternamente agradecida a mi hijo, a mi nieta y a muchas personas que ya no están, que me han ayudado a vencer muchas cosas de la vida. Estoy profundamente agradecida; he podido compartir mucho en esta vida.
--¿Cómo se mantiene viva la pasión con el correr los años?
--La clave es amar lo que uno hace; y entonces sale así, del alma. Yo tengo dos motores, mi familia --mi hijo y mi nieta que me dan fuerza y apoyan--, y la música. Cantar forma parte de mí, es casi casi como respirar o beber agua; cantar es una necesidad que tengo para sentirme viva y tener el corazón latiendo. Por eso me queda mucho aún por cantar.
Voz y leyenda de la música cubana
Omara Portuondo nació el 29 de octubre de 1930, en el barrio de Cayo Hueso, en La Habana, en el seno de una familia humilde, con escasos recursos materiales, pero con música en abundancia. Hija de una mujer de familia española que abandonó los mandatos para casarse con un jugador negro del equipo nacional cubano de béisbol, Omara lleva la música en la sangre desde siempre.
Conocida como “La diva del Buena Vista Social Club” o “La novia del feeling”, comenzó su carrera junto a su hermana Haydée como bailarina del cuerpo de baile del famoso cabaret Tropicana de La Habana, en 1950. En 1953 se unió al Cuarteto Las d’Aida, famoso grupo de cantantes cubanas, formado por Elena Burke, Moraima Secada y las hermanas Omara y Haydée Portuondo, y fundado y dirigido por la pianista Aida Diestro.
En los ‘70 cantó con la Orquesta Aragón, con la que viajó por todo el mundo.
En 1997 llegó Buena Vista Social Club a su vida. Omara ya era una artista consagrada cuando el músico Ry Cooder visitó La Habana para grabar un disco. Portuondo ensayaba para la gira de uno de sus discos solistas cuando la llamaron para cantar 20 años con Compay Segundo.
Una de las figuras más representativas del cancionero popular cubano, en su interpretación y voz inconfundibles se destacan las notas de “Adiós”, “Llanto de Luna”, “Noche Cubana”, “La Tierra del Son”, “Canción de un Festival”, “Veinte Años”, “Dos Gardenias”, “Lágrimas Negras”, “Es lo que me queda por vivir”, “Son de la Madrugada”, “Guitarra en Son Mayor”, “Drume Negrita”, entre tantas otras.
Su discografía abarca más de treinta títulos y ha grabado con grandes artistas internacionales. A lo largo de su vida recibió múltiples premios y reconocimientos, entre ellos, en 2001 fue nominada al Premio Grammy Latino por Buena Vista Social Club presenta a Omara Portuondo, en la categoría de Mejor Álbum de Música Tropical; en 2009 recibió el Grammy Latino por Mejor Álbum Tropical Contemporáneo, con el disco Gracias; recibió el Premio Nacional de Música, el más prestigioso de su tipo en Cuba; nominada en los Premios Grammy Latinos 2018, en la categoría Mejor Álbum de Fusión Tropical, con el disco Omara siempre. En 2019 fue galardonada con el Latin Grammy a la Excelencia Musical y la medalla de oro al Mérito en las Bellas Artes que concede el Gobierno de España. Mariposas, su disco más reciente, fue nominado a los premios Grammy 2020.
En 2019 había anunciado su gira “El último beso” por Asia, Europa y Oceanía, pero la pandemia dejó los planes para más adelante. Trabaja en nuevos proyectos mientras cuenta los días para volver a los escenarios.