Matones metidos en un embrollo que empeora, entre órdenes recibidas y soluciones fallidas. También son amigos, que ven empeorar lo que debiera salir fácil, mientras esperan la llegada del jefe, de la policía, la de un gitano salvador y la de una vecina que sabe cómo enfrentar problemas. Tiroteos, pastillas que alucinan, dólares perdidos, se suman en Una tumba para tres, la película que dirige Mariano Cattaneo y es estreno en Cine.ar Play.

Con las actuaciones de Diego Cremonesi, Daniel Pacheco, Demián Salomón, junto a Mónica Villa, Gerardo Romano y Chucho Fernández, la película de Cattaneo disfruta de su serie de eventos desafortunados pero meticulosamente organizados, gracias al guión escrito junto con Nicanor Loreti (Diablo, Kryptonita). Para Cattaneo, Una tumba para tres es su primer film de corte industrial. “Previamente y de forma independiente, realicé Incidente, un found footage, y Corazón Muerto, que fueron el camino que me enseñó y preparó. Ahora creo que pude plasmar muchas cosas que quería porque tuve los medios, más allá de que fuesen achicados o escasos”, dice el director a Rosario/12.

-Por sobre todo, se nota que es una película realizada desde el disfrute.

-Antes que director y escritor, soy espectador. Me encanta ir al cine. Y creo mucho en la idea del cine-espectáculo. Cuentes lo que quieras contar, el cine es un momento para reflexionar, entretenerse, reírse, pensar, pero sigue siendo siempre espectáculo. La pasé muy bien haciendo la película, porque amo hacer esto, y porque creo que esa energía termina estando en la obra. Cuando uno se junta con gente muy positiva eso se termina por reflejar. Cuando la veo, noto que hay algo divertido en su esencia, y eso está buscado. Hice esta película porque creía como espectador que iba a ser entretenida.

-Algo que dejan entrever los mismos intérpretes.

-El elenco fue soñado y elevó la película. ¡Me han hecho quedar bien a mí (risas)! En mi forma de trabajo creo que el guión no es de hierro y les doy libertad. Si bien la estructura de personajes no se puede correr demasiado, el texto puede ser adaptado y permito que lo hagan a su manera, para que salga natural y no forzado. Hubo mucho trabajo y surgieron cosas excelentes. Acá lo único que importa es la película y no el ego de nadie. Es la película la que tiene que sobresalir. Fue así como surgieron cosas muy divertidas, y es así como el actor y la actriz trabajan relajados.

-¿Cómo fue la colaboración con Loreti?

-El mérito es suyo. Él escribió un primer guión, que se llamó “Un día perfecto”. Allí estaba la semilla de la película y la mayoría de estos personajes. Como tenemos puntos en común y nos gustan las mismas cosas, él quería que la dirija yo. Pero eso no avanzó. Hasta que un día lo leo y me pareció que estaba buenísimo. Así que le propuse coescribirlo, metiendo cuestiones que siempre quise a partir de referencias o estéticas que tenía dándome vueltas en la cabeza, así como el tipo de amistad que quería mostrar: en el primer guión, los personajes eran tipos más grandes, pero yo los volví más jóvenes porque quería una amistad barrial, la de gente que se está molestando de cara pero se defiende de espalda. Manuel y Juan (Daniel Pacheco y Demián Salomón) están todo el día picándose pero cuando uno no está, el otro pone el pecho para defenderlo. Así fui sumando cosas, como si fuera un monstruo de Frankenstein.

-Destaca la coreografía de las peleas y los tiroteos, se las nota muy planificadas.

-Para lograr una película en poco tiempo y sin margen de error, aun cuando pueden fallar muchas cosas, además de un elenco impresionante y un equipo técnico que sea una garra y te acompañe es muy importante planearla. A la película la tenía grabada en la cabeza. Y si bien me doy libertades, la coreografía de las peleas y los tiroteos los armé plano a plano. La pelea estaba ensayada y algunos diálogos están leídos. Estuvo muy preparado. A Franco Burattini de Piromanía FX, “el hombre de los tiros”, le pedí exactamente lo que necesitaba.

-¿Hubo situaciones surgidas en el rodaje?

-Durante la espiral de locura de Víctor (Diego Cremonesi), lo que sucede con el cuadro y con los angelitos se me ocurrieron en el momento, también la escena del truco entre Manuel y Juan, algo que me pareció una trampa graciosa, que habla muy bien de ellos, de lo tramposos e inocentes que pueden ser.

Cattaneo no ahorra elogios para el reparto, pero cuando surge el nombre de Mónica Villa –en el papel de esa vecina que sabe que algo raro pasa y sorprende con sus reacciones- se detiene aún más: “Ella me atravesó el corazón. ¡Interpretó al personaje de una forma tan graciosa y con frases tan icónicas! Es un pilar del cine, y agregó una alegría tan linda a la película. Es uno de los personajes que más gusta”. Pero como señala el director, acá no hay personajes buenos, o tal vez no demasiado malos. Depende del ojo con el que se mire. “Si se logra empatizar con el trío protagonista, es porque no son malas personas sino que tuvieron malas decisiones en la vida y les tocó estar de ese lado”, explica.

“Soy un enamorado del cine, pero soy consciente de la actualidad y de cómo las nuevas generaciones lo están tomando. Creo que a mi película la verá más gente por streaming que si fuera en sala. Es triste, pero es una realidad. Es una nueva forma de llegar al público. Pero hay otro tema que me sigue pareciendo importante: no logro comprender por qué la gente no se entera de nuestras películas, del cine argentino. Nos falta una maquinaria de producto, para saber venderlo. Nuestro cine es como el de todo el mundo, hay de todo. Pero algo está faltando. Cine.ar es una plataforma espectacular, dinámica y accesible, pero no se la conoce demasiado. ¿Por qué Cine.ar no está en boca de todos pero Netflix sí? Además, me asombra que gente que quiere hacer cine en Argentina no vea cine argentino, cuando es acá donde van a trabajar”, concluye.