Un nuevo dato clave de la realidad política argentina se impone: las continuadas y reiteradas críticas a la conducción política del Frente de Todos por autorizadas voces del propio espacio.No me refiero aquí ni a la guerra mediática de la oposición ni a los que por distintas razones desean el fracaso del Frente ni a los que homologan a Mauricio Macri con Alberto Fernández. Estos casos no interesan en mi argumento. Se trata de críticas autorizadas porque proceden de compañeros y compañeras con un honesto compromiso militante pertenecientes en general al espacio del kirchnerismo. Estas críticas inauguran un tiempo problemático ya que ponen en juego el destino del proyecto. A estas alturas descarto que las mismas sean funcionales a la derecha o que puedan ser caracterizadas como "fuego amigo". Quienes las profieren dan sobradas razones para hacerlas sin temor a enojar a nadie. Y además ya se ha entrado en un momento donde nada las puede acallar, las dinámicas políticas no disponen nunca de un manual de reglas de comportamiento normativo. Si una crítica toma la forma de un argumento que insiste, sean precios, Justicia, distribución del ingreso, actitud con las corporaciones, etc, ya no hay punto de retorno al momento anterior. El conflicto (y no el antagonismo) entre una posición más radical kirchnerista y la moderación del Gobierno ya tomó una consistencia evidente.
Ahora se trata de darle su lugar pertinente. Digo conflicto y no antagonismo, la distinción es importante porque en principio estás críticas no desean colaborar con el anhelo fundamental de las derechas: destruir el Frente de Todos. Por tanto si ésta es la dinámica con la que nos encontramos en el interior de nuestro propio espacio conflictivo es necesario puntualizar el modo en que el conflicto que se presenta enriquece el espacio tensando sus propios límites sin destruirlo. Para ello y en un sentido hipotético se deberían dar las siguientes condiciones:
1) El Gobierno y los sectores internos críticos deberían inventar y construir nuevas mediaciones para que esos conflictos terminen formando parte de una nueva elaboración política. Aceptando a su vez que el espacio crítico kirchnerista tiene la complejidad de que muchxs de sus grandes representantes forman parte del gobierno al que se critica. En este sentido, la crítica debería ser un momento lógico del devenir del Frente de Todos.
2) Las críticas para no ser meramente testimoniales o una mera consolidación del sector que representan deberían estudiar las condiciones de posibilidad que en la coyuntura actual se presentan, para que las medidas propuestas sean efectivas y realmente concretables, según la fuerza de la que se dispone. Aunque sea obvio, siempre habrá que recordar que el Gobierno no es el Poder.
3) El proceso crítico no puede ser sólo el resultado de grandes voces autorizadas, sin una articulación militante se corre el riesgo de que sólo se sume al coro de opiniones circulantes. Por último, y lo más apasionante, es que las críticas no pretenden constituir una nueva oposición sino lo más difícil, intentar una dialéctica desgarrada y tensa que le otorgue al Frente una pluralidad de corrientes que no sólo no desgarren su tejido sino que le otorguen un mayor compromiso con sus desafíos por venir.