Desde Brasilia
Democracia en declive. Jair Bolsonaro expandió su brazo de poder sobre el Senado donde el oficialista Rodrigo Pacheco fue electo presidente para un mandato de dos años. La victoria fue rotunda, Pacheco, del conservador partido Demócratas (Dem) obtuvo 57 votos contra 21 de la stambién derechista Simone Tebet, del Movimiento Democrático Brasileño (MDB). El resultado se conoció al final de la tarde del lunes cuando se realizaban los aprestos para la elección del titular de Diputados donde el favorito Arthur Lira, también bolsonarista.
El centro de atención, y de las disputas nada republicanas, estuvo sobre la Cámara baja dado que ésta es la Casa con atribuciones para abrir un impeachment.
La probable victoria de Lira hará naufragar, en el corto plazo, la apertura del debate sobre enjuiciamiento del gobernante de ultraderecha más poderoso de la región, a quien el mandatario venezolano Nicolás Maduro definió como el nuevo referente del trumpismo sin Trump.
Los últimos dos pedidos de enjuiciamiento – son más de sesenta - fueron respaldados por el Partido de los Trabajadores (PT) y otras fuerzas de izquierda, y por un sector de la Iglesia católica unida a grupos protestantes desvinculados de las iglesias electrónicas y el teólogo Leonardo Boff. Los dos proyectos consideran que el mandatario pudo haber cometido genocidio al desentenderse de la pandemia del coronavirus que costó la vida de 225 mil personas e infectó a 9,2 millones.
El favorito Lira pertenece al Partido Progresista (PP) - formación de derecha que ostenta el récord de ser la que tiene más denuncias de corrupción en el Congreso- anticipó durante que no dará curso al juicio político por considerarlo un un factor de "inestabilidad" .
Desde su perspectiva, que es la del Palacio del Planalto, es preciso garantizar el orden (o régimen) instaurado desde la concepción autoritaria de un capitán retirado cuyo partido de sustentación son las Fuerzas Armadas, que no tienen representación parlamentaria, ni fueron votadas, pero controlan los ministerios más importantes.
El general Eduardo Ramos, ministro de Gobierno, fue uno de los articuladores de las candidaturas del senador Pacheco y el diputado Lira, operación en la que se habrían negociado unos tres mil millones de reales (cerca de 580 millones dólares) en recursos estatales para beneficiar a los congresistas, según estimaciones de la prensa. En otras palabras, 580 millones de dólares para comprar votos.
Dentro del Legislativo la fuerza del bolsonarismo se apoya en las fidelísimas bancadas de la Bala y la Biblia, ligadas a las corporaciones policial y evangélica, respectivamente. Dipupolicías y dipupastores hicieron un acto a favor de la candidatura de Lira hoy durante el cual hubo oraciones y canciones gospel.
La mayoría que oró lo hizo sin barbijo siguiendo el credo bolsonarista que se opone a ese adminículo y al distancimiento social, y desconfía de las vacunas, sobre todo de la China, país al que culpan de haber generado la covid-19 como parte de una guerra bacteriológica.
Al contrario de lo que sugieren esos cánticos espirituosos el Congreso fue escenario de una guerra entre facciones de la derecha, que puso de un lado al bolsonarismo puro, neofascista, contra grupos encabezados por el saliente titular de Diputados, Rodrigo Maia (Dem) impulsor de la candidatura de Baleia Rossi (MDB).
Maia expresa una corriente que luego de apoyar el golpe contra Dilma Rousseff y la elección de Bolsonaro, parece haberse desengañado.
Fue así que Maia postuló al diputado Baleia Rossi para presidir la Cámara entre 2021 y 2023 con el apoyo de una coalición amplia, hegemonizada por la derecha, en la que participó el PT y el Partido Comunista do Brasil (PCdoB). Esta adhesión a la coalición de Maia causó debates intensos dentro del PT, donde se impuso la línea que consideró prioritario lograr el triunfo de Baleia Rossi para contener el desenfreno autoritario y alimentar las posibilidades de un impeachment.
Pese a la probable derrota de ese Baleia Rossi, y con ella del intento de construir una resistencia en el Parlamento, este fin de semana hubo nuevas caravanas por el impeachment en San Pablo, Brasilia y otras capitales. Tuvieron como protagonistas a partidos de izquierda, sindicatos y movimientos sociales. También hubo otras marchas y cacerolazos recientes, convocados por una franja de la clase media que en su hora votó a Bolsonaro, y ya se hartó de la barbarie. Tres encuestas publicadas en enero confirman el deterioro de la imagen presidencial.
Si ese descontento aún dispersom crece lo suficiente, si retoma el control de las calles, podría imponerle el impeachment a un Congreso dócil al gobierno.