Los gobiernos neoliberales se multiplican nuevamente por América Latina o se fortalecen donde siempre han reinado. Sin embargo, sería un error considerar que se ha reconstituido la hegemonía conservadora de los 90. Enfrentamos hoy un neoliberalismo que se apropia y transforma algunas de las políticas de inclusión social que llevaron a cabo los gobiernos progresistas durante los últimos quince años. Un neoliberalismo que debilita las bases del estado de derecho democrático, que aumenta de forma exponencial la represión y la violencia institucional, que criminaliza la protesta social, reproduce la pobreza, amplía la desigualdad y, del mismo modo, aumenta las ganancias de los grandes grupos económicos y los privilegios de unas élites corruptas e indiferentes al sufrimiento y a la exclusión de millones de ciudadanos y ciudadanas.
En todos los países latinoamericanos, movimientos sociales, sindicatos, partidos y organizaciones populares, nacionales, progresistas y de izquierda, se movilizan contra esta nueva ofensiva conservadora.
Estas resistencias, de las cuales depende el futuro de la democracia en América Latina y el mundo, poseen un enorme valor estratégico, aunque también deben ser comprendidas, analizadas y revisadas para que las mismas puedan contribuir a la construcción de alternativas políticas viables y efectivas contra gobiernos que aspiran a refundar nuestras naciones sobre los escombros de la justicia social.
El primer desafío reside en crear grandes frentes de movilización y de lucha, donde se integren expresiones diversas, múltiples, transversales, no necesariamente identificadas partidariamente, aunque siempre comprometidas con la afirmación de derechos negados, como son las luchas por la igualdad, contra la violencia de género, contra el racismo, la discriminación sexual, la defensa de la escuela pública y del derecho a la educación, contra la violencia policial, por el derecho a la ciudad, la defensa de los bienes públicos, la protección y el respeto a los migrantes, las resistencias al extractivismo y las luchas socioambientales.
El segundo desafío es la unidad de las fuerzas políticas progresistas, populares, nacionales y de izquierda. La conformación de frentes amplios, diversos, plurales y abiertos a las diferencias, pero edificados sobre la base de un conjunto de reivindicaciones y propuestas concretas para la defensa del espacio público, la dignidad humana y los derechos ciudadanos.
Finalmente, aunque la agenda de las resistencias a la ofensiva conservadora nos obliga a actuar localmente, no podemos perder o abandonar la centralidad que deben jugar las alianzas y redes de solidaridad internacional entre las fuerzas progresistas de América Latina y del mundo. La lucha contra el neoliberalismo debe ser, al mismo tiempo, local y global, descentrada y regional, internacional y transfronteriza.
El Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales, Clacso, cumple 50 años de vida y lo festejará promoviendo debates y coloquios sobre estos asuntos en toda América Latina y el Caribe. Comenzaremos la semana próxima, en México. Nuestra invitada especial será la ex presidenta de Brasil, Dilma Rousseff. En Clacso, creemos que la reflexión crítica, académicamente rigurosa e informada debe contribuir con los procesos de movilización ciudadana, siendo parte activa de la construcción de sociedades más justas e igualitarias. Festejaremos nuestros 50 años reflexionando sobre el futuro de la democracia. Festejaremos, luchando.
* Secretario ejecutivo de Clacso.