Corea del Norte realizó ayer una demostración de poderío armamentístico, con motivo de la celebración del 105 aniversario del nacimiento de su fundador, Kim Il-sung, al exhibir por primera vez un misil de largo alcance. Además, lanzó una nueva dura advertencia contra Estados Unidos, en un momento de gran tensión en la región.
En el desfile militar de inmensa proporción (como suele mostrar el régimen comunista ante cada celebración) se incluyó un tipo de proyectil nunca antes mostrado en público: el misil balístico intercontinental (ICBM) de combustible sólido. A diferencia del combustible líquido, el sólido permite cargar los proyectiles más rápido y mantenerlos durante largas temporadas almacenados y listos para disparar.
A principios de año, el líder norcoreano Kim Jong-un, quien presidió ayer el desfile en la capital, Pyongyang, desde el balcón de la Casa de Estudios del Pueblo, enfundado en traje negro y corbata blanca, advirtió que el país ultimaba el desarrollo de un ICBM que sería capaz de alcanzar territorio estadounidense. El objetivo nominal del desfile era agasajar a Kim Il-sung pero el objetivo real, rendir homenaje a su nieto, Kim Jong-un, y que la población le enviara un mensaje de adhesión incondicional.
Aunque el líder de 33 años no tomó la palabra, el considerado número dos del régimen se encargó de mandar un mensaje claro y contundente al presidente estadounidense Donald Trump. En un tramo de su discurso, el vicemariscal Choe Ryong-hae aseguró: “Si Estados Unidos sigue con sus provocaciones temerarias, responderemos a una guerra nuclear con nuestras armas atómicas. Están creando una situación muy tensa que amenaza la paz y la seguridad, no sólo de la región, también del mundo entero”, aseguró Choe y exaltó los resultados de la apuesta de su país por la política “byeongjin” de llevar a cabo de manera simultánea su desarrollo económico y militar.
Corea del Norte garantizó la exacta difusión de sus advertencias gracias a que en esta ocasión permitió el ingreso de casi dos centenares de periodistas extranjeros, algo inusual en el cerrado régimen comunista. Por su parte, el portavoz del comandante general de las Fuerzas Armadas declaró: “Todas las acciones provocadoras y forajidas de Estados Unidos en los campos político, económico y militar para seguir con su política hostil hacia la DPRK (República Popular Democrática de Corea) serán contrarrestadas a través de una contra reacción del Ejército del pueblo. Nuestra contra reacción más severa en contra de Estados Unidos y sus fuerzas será ejecutada de forma tan despiadada que no permitirá a nuestros agresores sobrevivir”. Luego, para concluir dijo que la “grave histeria militar” del gobierno de Trump alcanzó una fase peligrosa que ya no puede ser pasada por alto.
Elevando otra vez el nivel de sus amenazas, el régimen reaccionó así a las advertencias de Trump, quien para impedirle a Kim Jong-un un nuevo ensayo nuclear y balístico desplegó un portaaviones y varios buques de guerra con baterías antimisiles cerca de aguas norcoreanas. No obstante y tal cual es su costumbre de tensar al máximo las relaciones pero sin llegar a romperlas, Corea del Norte no avanzó ayer más que en desafíos y advertencias dejando de lado la posibilidad que manejaba Washington de un lanzamiento de misiles balísticos o su sexto ensayo atómico en coincidencia con las efemérides de ayer.
Además de mostrar misiles de alcance medio Musudan y los misteriosos y temidos KN-08 y KN-14, que se lanzan desde plataforma móvil, desfilaron ante la plaza Kim Il-sung varios de los últimos desarrollos del régimen como el Pukguksong-1 y Pukguksong-2, exhibidos en público por primera vez. El primero de ellos es un misil balístico lanzado desde un submarino (SLBM) y el segundo, un proyectil de alcance medio que se tira desde plataforma móvil y que fue probado por primera vez en febrero y también el 5 de abril, ensayo que llevó a Washington a responder con el envío de un portaaviones nuclear a la península.
La preocupación aumentó desde que las fuerzas navales estadounidenses lanzaron misiles Tomahawk sobre una base aérea de Siria la semana pasada, en respuesta a un supuesto ataque con armas químicas de Damasco en contra de rebeldes y civiles. El bombardeo generó interrogantes respecto de los planes de Trump en torno a Corea del Norte, que realizó pruebas nucleares y de misiles en desafío de las sanciones de Naciones Unidas y de países occidentales. Por tal razón, Estados Unidos advirtió que la política de “paciencia estratégica” hacia Corea del Norte terminó. En esa línea estratégica, el vicepresidente estadounidense, Mike Pence, viajará hoy a Corea del Sur como parte de una gira por Asia que se extenderá por diez días.