Se suele decir que una buena negociación es ésa en la que ambas partes pierden algo. Se repite también que la desesperación no es buena consejera cuando de negociar se trata. Alberto Fernández es consciente de ambas cosas y es por eso que las tratativas con China por la adquisición de la vacuna contra el coronavirus requiere que sea un equilibrista. El Presidente negocia con con el país que conduce Xi Jinping la compra de un millón de dosis de vacunas contra la covid. Pero como el precio le resulta muy caro (cuestan el doble que la Sputnik V) la opción de compra de un total de 30 millones de dosis está sujeta a una negociación, como todo en política. El contrato por el primer millón está firmado por Argentina a la espera de la rúbrica de las autoridades orientales. Mientras tanto, el Gobierno, según pudo saber PáginaI12, está presionando a AstraZeneca para que empiece a entregar vacunas y siguen las intensas negociaciones con la Federación Rusa para apurar el envío de más dosis de Sputkik V.
La negociación por la compra de la vacuna Sinopharm no es sencilla, como ninguna en ningún país del mundo en medio de una pandemia. Durante todo el mes de enero, las comunicaciones por escrito, incluidas marchas y contramarchas respecto de las condiciones de compra fueron una constante entre ambos gobiernos.
A día de hoy, el dato concreto es que Alberto Fernández acepta adquirir un millón de vacunas a entregar antes del 15 de febrero a un valor de 30 dólares la dosis y que este lunes en el país oriental ya tenían la copia del contrato argentino para ser firmado por las autoridades de ese país. La opción de compra de un total de treinta millones de dosis está en veremos porque la desesperación, como ya fue señalado, suele ser mala consejera.
Si bien el gobierno de Alberto Fernández siempre priorizó la salud y está obsesionado con que el país disponga de la mayor cantidad de vacunas posible por todo lo que eso implica para terminar con la pesadilla de la pandemia, lo cierto es que no va a pagar una cantidad exorbitante de dinero que no le sobra al Estado sólo por apuro. El equilibrio entre conseguir el bien más demandado del mundo y no pagar un precio desmesurado es muy difícil, pero en el Gobierno apuestan a una palabra clave en la vida y casi obligatoria en política: la negociación.
AstraZeneca y Sputkik V
Mientras tanto, y como la multilateralidad del mundo que tanto defiende Alberto Fernández brinda la ventaja de que se puede negociar con distintos países, el Gobierno presiona a AstraZeneca para que entregue más dosis y siguen las negociaciones con la Federación Rusa para que los envíos comprometidos de las dosis de la Sputnik V avancen lo más rápido posible. En ese sentido, las comunicaciones entre los países que producen las vacunas son frenéticas y diarias para poder garantizar que el proceso de llegada se dé con la mayor rapidez posible.
Por su parte, la secretaria de Acceso a la Salud, Carla Vizzotti, dijo este martes que además de las entre 50 y 70 millones de dosis que el Gobierno tiene pactadas por la vacuna Sputnik V, la de AstraZeneca y las que llegarían por el mecanismo Covax, se está negociando con todos los productores. También se refirió a las demoras en la llegada de la Sputnik V y señaló que "a todos los proveedores, en todos los contratos, se los exime si no entregan a tiempo, porque cuando firmaron era una estimación. En este sentido, aclaró que "tiene una complejidad inmensa escalar la producción de una vacuna", pero que una vez que se logra se entra en un "círculo virtuoso".
A pesar de que en una pandemia es difícil hablar de logros, lo cierto es que el gobierno de Alberto Fernández tuvo un claro acierto a la hora de comprar vacunas: confiar muy tempranamente en la Sputkik V, que según publicó la prestigiosa revista científica The Lancet tiene un 91 por ciento de eficacia. El análisis de los ensayos clínicos fue publicado en la prestigiosa revista médica y validado por expertos internacionales. Se destaca que además de la "gran eficacia" ante el coronavirus, la vacuna fue bien tolerada por los voluntarios. Y esa confianza le fue devuelta por Vladimir Putin a la Argentina cuando a pesar de los problemas de producción de la Sputnik V que naturalmente empezó a haber por la alta demanda mundial, El Fondo Ruso de Inversión Directa y el Centro Gamaleya destacaron la “sólida alianza” que establecieron con Argentina y precisaron que por eso “seguirá recibiendo” la vacuna más allá de las dificultades que presenta su producción a gran escala y los posibles retrasos.
Las feroces negociaciones por conseguir el nuevo oro líquido continúan y la novela de la pandemia está lejos de ser terminada, pero cada día se escribe al menos una página.