Se suele escuchar en algunas políticas y políticos, intelectuales y en la opinión pública, expresiones sobre la grieta, la problemática que acarrea para el país y la necesidad de terminar con esa división, entre otras consideraciones.

Establecer como horizonte esperanzador para el crecimiento del país, el engrandecimiento de la Nación, la culminación de la pobreza y el fin de las inequidades, un acuerdo, una síntesis de objetivos programáticos es falso, ingenuo, impracticable y hasta gravoso para nuestro futuro.

¿Puede haber síntesis entre un gobierno que incrementó sin distinción los servicios públicos, y otro que implementa asignaciones para atender a los sectores más desfavorecidos de la sociedad?; ¿hay posibilidades de acuerdo entre un gobierno que derogó los artículos nodales de la ley de medios y otro que había impulsado esa ley para detener la formación de medios de comunicación hegemónicos?; ¿no son dos visiones de país un gobierno que se nutre de ceos de las principales empresas y de la banca internacional, mientras que otro impulsa la defensa de la banca pública y el desarrollo de la ciencia y la tecnología?; ¿pueden existir acuerdos entre un gobierno que pagó la deuda con el FMI para no depender de sus exigencias económicas y políticas, y otro que consiguió de ese organismo el mayor préstamo de su historia, y no se sabe aún en qué fue utilizado?

La democracia es un sistema de disensos, el mundo está ampliamente dividido; ¿o es lo mismo Trump que Biden?; ¿o Bolsonaro que Lula?; ¿o Lacalle Pou que Mujica?; ¿o Piñera que Bachelet?, o ¿Jeanine Añez que Luis Arce?

Una Argentina es la que bien representan los diarios Clarín y La Nación; un país para pocos y pocas privilegiadas, desinteresados del “africanizado conurbano” como escribe una de sus plumas; centralista; con apatía social; festejando e incentivando la producción primaria como modelo económico; bajando gravámenes a los sectores de mayor renta en el país, con un Estado mínimo salvo que sea para atender los negociados propios.

El otro país es el que impulsa el agregado de valor; visualiza en la ciencia y la tecnología la independencia estratégica; establece la supremacía de la salud por sobre lo económico, atiende a los sectores más perjudicados; debe atender las desastrosas herencias recibidas en términos macro y microeconómicos; visualiza a las pymes y las economías regionales, atiende y entiende a las minorías.

Salgamos del discurso naif: si hay grieta es porque hay dos modelos; bienvenidas sean las disidencias, las discusiones, las diversas formas de pensar e imaginar el país. Desde nuestros lugares y nuestras formas militemos la política. El discurso único se terminó con el advenimiento de la democracia; en la etapa anterior sufrimos las persecuciones, muertes, desapariciones y vejaciones de miles de argentinos y argentinas. Salgamos del facilismo; el otro o la otra no es un enemigo político, pero es posible que sea un adversario con metas y objetivos muy distintos, y un imaginario de país sólo para algunos y algunas.

La grieta, o los diversos modelos, o los distintos postulados, o los diferentes paradigmas de país son necesarios. Quizás está en nosotros, ciudadanos y ciudadanas complejizar la discusión política para entender y comprender qué caminos, metas y consecuencias nos presentan las y los líderes, y qué tipo de país subyace en sus postulados.

* Docente-investigador. CICEOP. Facultad de Periodismo y Comunicación Social. Universidad Nacional de La Plata