Cambiemos fue el peor equipo de los últimos 50 años. No colaboró en políticas públicas sino que atrasó en dicho tema. Todo lo que sacó con excusas sin sentido se fue diluyendo, dejó lo logrado en la nada sin entender la continuidad jurídica. Sólo le dio fuerzas al anterior gobierno, sumándole sectores que tienen miradas parciales sobre política. 

Su incapacidad llevó a la quiebra económica, cruzando a todos los sectores con marcados caminos sin salida. Transformaron todo en una timba, desmontaron lo colectivo, lo que no sólo se construía en lo económico sino en los lazos humanos y se llevaron todo. La peor corrupción que llevaron adelante fue robarles hasta las necesidades a los jubilados, el empleo de miles de trabajadores, los pequeños empresarios, la educación, la salud, los pobres que siguieron cayendo sin piso a un vacío sin mañana.

Generaron pánico con su manipulación de las garantías constitucionales, proyectaron desde la ignorancia como si fuera una charla de asado en alguna estancia con sus amigos. Todo se fue quebrando tanto que hasta hoy siguen hablando desde la nada, de cosas que ni ellos se creen, con un fanatismo que sigue construyendo la cultura del odio que va ser difícil erradicar desde lo colectivo.

A un año del nuevo gobierno sabemos los problemas que dejó el gobierno anterior son complejos y graves pero no se solucionan con crónicas (es lo único que se escucha). Todo esto no hace bueno al peor gobierno de la historia pero tampoco debe garantizar como excusa para llevar adelante las mismas prácticas que ya vimos cómo terminaron.

"Vemos llorar la biblia junto al calefón”, pero las políticas neoliberales siguen, lo privado se antepone ante los intereses públicos, las limosnas como solución a la desigualdad social y lo triste que se siente culpa de estas malas prácticas.

La palabra cuando no se acompaña con la realidad no es creíble y a un año de un gobierno duele mucho. La pandemia termina siendo una excusa para la violencia institucional, desalojos, represión, acuerdos impunes con mineras, inflación como impuesto y ajuste directo sobre los necesitados, recortes para débiles, beneficios para los sectores que más se enriquecieron, etcétera. Se escucha mucho decir "esto es para beneficios del pueblo" y nada de eso llega, pero cuando anuncian aumentos de impuestos directos, al día siguiente logran trastornar nuestra economía.

Lamentablemente, el aislamiento de la política está marcando líneas paralelas: por un lado el gobierno y por otra los vulnerables. Siempre se está a tiempo para cambiar de rumbo. Ojalá se reflexione y se gobierne para las mayorías. 

Rubén Moreno