“Es como estar en un funeral”, se escuchó susurrar a una conmocionada voz el pasado domingo 24 de enero en el Tasmanian Museum and Art Gallery de Hobart, Australia. Ausencia de pompas aparte, el ritual era decididamente fúnebre: tras dedicar varias semanas a bocetar a gran escala una bellísima ave, la pintora Lucienne Rickard tomaba la goma de borrar y hacía desvanecer su pieza de notable detallismo frente al conmovido público presente. Un simbólico RIP, el final, que cerraba un ciclo de 16 meses, en los que esta artista local dibujó decenas de animales extintos, sobre el mismo papel, borrando todos y cada uno nomás terminarlos. “Si no hacemos algo pronto, esto seguirá ocurriendo”, explicaba antes de eliminar los trazos precisos de cada realista obra de Extinction Studies, como bautizó al proyecto que busca alertar sobre el estado crítico de la biodiversidad mundial. Variedades de ciervos y cangrejos de río, ratones, ranas y tortugas, pájaros, murciélagos y marsupiales fueron efímeramente revividos por el experto grafito de la australiana, frustrada porque la humanidad “cometa los mismos errores una y otra vez, no aprenda nada”.
Cuenta Rickard que la movilizó especialmente ilustrar una Xerces azul, mariposa de la familia Lycaenidae que solía encontrarse en la península de San Francisco; desapareció a mediados del siglo pasado tras arrasar el hombre con su hábitat natural en pos de “desarrollo urbano”. “Pude ver sus alas bajo microscopio, a partir de un ejemplar conservado en un museo, y eran alucinantes: un paisaje sin fin”, ofrece quien, informándose sobre las diminutas 113 mil escamas que componían esas alas, se embarcó en la faena de recrearlas al dedillo. Un proceso tortuoso, reconoce, que mereció la pena: devino digno homenaje del precioso insecto extinto.
“Estamos rodeados de detalles exquisitos, pero hacemos
caso omiso al mundo natural, así de extendida es nuestra necedad, nuestra
ceguera”, subraya Lucienne, que empezó el proyecto a fines del 2019, continuó
mientras los incendios forestales devastaban Australia “afectando a más de 100
especies, matado o desplazando a casi 3 mil millones de animales”, una pérdida
invaluable de vida silvestre. Acusa “al colonialismo y al capitalismo” de la
debacle, particularmente en su país, que tiene una de las tasas más altas de
extinción de mamíferos en el globo. “La situación es realmente desesperante”,
se rompe la comprometida dama, que de ningún modo exagera la nota: advierte la
Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza en su Lista Roja que
más de 35.500 especies están en peligro de extinción en el mundo; es decir, el
28 por ciento de las especies que componen la fauna actual.