A sus 132 años, la Torre Eiffel se prepara vestida de dorado para recibir a los Juegos Olímpicos de 2024, en la campaña de renovación más importante de su historia.
Luego de 19 capas de pintura sucesivas, el monumento más visitado del mundo cambiará su característico color “marrón Torre Eiffel”, un mezcla de tres tonalidades diferentes que la cubre desde 1968.
El edificio de 324 metros, presentado en la exposición universal de 1889 y convertido en un símbolo parisino a la altura de la catedral de Notre-Dame o la basílica del Sacré Coeur en Montmarte, era originalmente rojo, y ahora se busca recuperar el color soñado por su creador, Gustave Eiffel.
“Le dará un aspecto más dorado, coincidiendo con los Juegos Olímpicos”, señaló Patrick Branco Ruivo, director general de la Sociedad de Explotación de la Torre Eiffel (SETE). “El nuevo tono se puede ver ya en la punta de la Torre. No es un gran cambio pero con un bonito cielo azul de fondo, crea unos reflejos metálicos y brillantes”, agregó.
Color París
Los trabajos, que comenzaron en 2019 y durarán hasta noviembre de 2022, tienen un costo de 60 millones de dólares y consisten en decapar y pintar 18.000 piezas unidas por 2,5 millones de roblones. La presencia de plomo en la pintura de las anteriores renovaciones también obliga a reforzar el protocolo sanitario de la obra.
Por el momento, el trabajo de quitar las capas de pintura sucesivas está siendo concentrado en el arco sur de la estructura que da al Campo de Marte, debido a que se trata de la parte más degradada por el sol y la lluvia.
El propio Gustave Eiffel ya había previsto las condiciones de intemperie a la que sería sometida la torre, por lo que recomendó que se la repintara cada siete años, un ritmo que fue respetado desde entonces.
Pierre-Antoine Gatier, arquitecto responsable de los monumentos históricos franceses, explica que Eiffel había elegido un color ocre para su obra “para combinarla con la vista de conjunto de París, una ciudad construida en su mayoría en piedra caliza”.
Como si saltaran de árbol en árbol
A cientos de metros del suelo, equipados con arneses, herramientas y un bote de pintura, los pintores que saltan de una pieza a otra cuentan cómo se siente llevar adelante los trabajos de renovación.
Antoine Olhagaray, pintor de 22 años especializado en trabajo en altura, compara su trabajo con la práctica del turismo de aventura entre los árboles. “La mayor parte del tiempo nos movemos como si fuera un circuito de arborismo”, indica.
“No todos los días se tiene la oportunidad de trabajar a 300 metros de altura y con esta vista”, agrega su colega Charles-Henry Piret.