De acuerdo a los especialistas de la Agencia Espacial Europea (ESA), las imágenes recogidas las últimas semanas permiten asegurar que se habría desactivado por completo la amenaza ambiental que representaba el gigantesco iceberg A-68A para el achipiélago argentino de San Pedro, integrante de las Islas del Atlántico Sur.
El témpano, que llegó a ser el más grande del mundo y amenazaba a las islas, se había roto a fines de diciembre, pero los expertos seguían advirtiendo por entonces sobre una potencial catástrofe ecológica ante la falta de datos precisos.
Sin embargo, las nuevas imágenes revelaron que el iceberg sufrió grietas de mayor tamaño la semana pasada y que desde ese momento se rompió en pedazos aún más pequeños. "Podría indicar el fin de la amenaza medioambiental del A-68A para Georgia del Sur", indicó la ESA al referirse a la isla argentina con la denominación que utilizan los británicos desde su ocupación.
El sistema de satélites Copérnico monitorea al detalle la trayectoria del témpano desde 2017, cuando se separó de la barrera de hielo de Larsen en la Antártida. Su proximidad a la remota isla de San Pedro hizo temer que se anclara a la costa y afectara al frágil ecosistema que se desarrolla alrededor, mediante el raspado del lecho marino o el vertido de agua dulce y fría en el océano circundante.
No obstante, en diciembre pasado, el iceberg cambió de dirección, ya que las corrientes de la superficie del océano lo desviaron en dirección sureste, alejándose de la isla y perdiendo un enorme trozo de hielo en el proceso. A fines del 2020, el Iceberg se había roto en varios pedazos, presentando una reducción a la mitad desde un área inicial de 5.664 kilómetros cuadrados.
Los nuevos icebergs que se desprendieron de A-68A
Los últimos datos procedentes de la misión de radar Copernicus Sentinel-1 muestran que la semana pasada se desprendió de A-68A un nuevo iceberg, A-68G, que mide unos 53 kilómetros de longitud y unos 18 en su punto más ancho.
Una nueva grieta provocó el desprendimiento de otros dos bloques de hielo, denominados A-68H (de unos 20 kilómetros de longitud y 9 de ancho) y A-68I (30 kilómetros de longitud y 5 de anchura en su punto más ancho).
El iceberg principal A-68A ahora solo mide unos 60 kilómetros de longitud con una anchura máxima de 22 kilómetros. Los expertos indican que el grupo de nuevos icebergs "parece que se están separando" en varias direcciones y que "probablemente se alejarán de la isla", dejando de ser una amenaza para la fauna de la isla.
La mayor preocupación que representaba el iceberg para la isla argentina del Atlántico Sur ocupada por los británicos era el posible peligro para focas y los pingüinos locales, ya que las rutas normales de alimentación de los animales podían sufrir un bloqueo que les imposibilitara alimentar adecuadamente a sus crías.
"Los ecosistemas pueden recuperarse y lo harán, por supuesto, pero existe el peligro de que si este iceberg se atasca, podría estar allí durante 10 años", explicó en su momento a la BBC el profesor Geraint Tarling del British Antarctic Survey (BAS). "Y eso marcaría una gran diferencia, no solo para el ecosistema de Georgia del Sur, sino también para su economía".
Llamado originalmente A-68, cuando el iceberg se desprendió de la barrera de hielo tenía aproximadamente el doble del tamaño de Luxemburgo, pero al poco tiempo perdió un fragmento, lo que redujo su tamaño y se cambió su denominación por la de A-68A.