A Claudio Bonadio le cuidará el juzgado federal 11, donde fue amo y señor durante décadas, Julián Ercolini, uno de los jueces más activos en la persecución contra Cristina Fernández de Kirchner y sus hijos e iniciador de lo que fue el festival de prisiones preventivas contra funcionarios kirchneristas. Desde el 12 de febrero, Ercolini se hará cargo del despacho del cuarto piso de los tribunales de Comodoro Py, que hace un año subroga su colega Marcelo Martínez de Giorgi.
Ercolini fue uno de los cinco jueces que participaron del sorteo convocado por el presidente de la Cámara Federal, Martín Irurzun, y resultó beneficiado por la bolilla caliente de Comodoro Py. Si bien versiones indican que Martínez de Giorgi no tenía intención de continuar en la subrogancia --que podría haberse prorrogado por un año más--, él sí participó del sorteo junto con María Servini, Sebastián Ramos y Ariel Lijo. Los que se excusaron de intervenir fueron Sebastián Casanello --que subroga el juzgado que dejó vacante Sergio Torres cuando se fue a la Suprema Corte bonaerense-- y María Eugenia Capuchetti --que está a cargo del juzgado que supo pertenecerle a Rodolfo Canicoba Corral--. Luis Rodríguez tampoco quiso participar, al igual que Daniel Rafecas, quien suele explicar que no puede abarcar más causas ya que en su juzgado tramita la megacausa de Primer Cuerpo de Ejército y está a la espera de si el Senado lo convoca a defender su pliego para la Procuración General.
Al ocupar los dos juzgados --el suyo y el que tuvo Bonadio--, Ercolini tendrá una mirada total sobre uno de los casos más sensibles del fuero y de la política local: el que refiere a Alberto Nisman. Después de un sorteo no exento de irregularidades, Ercolini se hizo cargo de la investigación por la muerte del fiscal del caso AMIA cuando la causa pasó a la justicia federal. Él considera que Nisman fue víctima de un homicidio, aunque no logró determinar ni quién lo asesinó ni bajo qué móvil. El principal sostén para esa acusación fue un peritaje irregular aportado por la Gendarmería Nacional, cuyos resultados se anunciaron antes de que comenzara a realizarse. Desde la semana que viene, estará también a cargo de la investigación por las cuentas no declaradas de Nisman, que Bonadio supo cajonear durante años y se reactivó semanas atrás por decisión de Martínez de Giorgi.
Ahora, Ercolini tendrá, entre otras cosas, que investigar si a Alejandro Vandenbroele le pagaron con un hotel boutique en Mendoza por arrepentirse y así lograr la condena de Amado Boudou en el caso Ciccone, que la Corte confirmó en diciembre pasado. También quedan en el juzgado federal 11 desprendimientos de la causa de las fotocopias de los cuadernos.
Durante la subrogancia de Martínez de Giorgi se desactivaron algunas de las bombas que Bonadio había dejado, especialmente vinculadas a la causa de los cuadernos. En los últimos meses, Martínez de Giorgi estaba indagando, por ejemplo, cómo los cuadernos --inicialmente guardados en la casa de Oscar Centeno, después quemados en la parrilla y luego vueltos a renacer de sus cenizas-- llegaron a manos del periodista Diego Cabot justo antes de las elecciones generales de 2019. Martínez de Giorgi también sobreseyó al exjuez Norberto Oyarbide y al auditor Javier Fernández --uno de los caminadores de los tribunales-- en otro desprendimiento, diciendo que se trataba de una “excursión de pesca”.
Durante el último año, el juez subrogante también archivó por inexistencia de delito la llamada “Operación Puf”, que Carlos Stornelli, Elisa Carrió y el propio Bonadio usaron para intentar dinamitar la investigación sobre el D’Alessiogate.
La punta de lanza del lawfare
De larga carrera en los tribunales, Ercolini es el titular del Juzgado Federal 10 desde 2004, desde donde impulsó, por ejemplo, la causa Hotesur --que funcionó como un ariete contra CFK, Máximo y Florencia Kirchner--. En Sinceramente, CFK lo llamó “el mutante juez”, definición que repitió en 2019 cuando declaró en indagatoria ante el Tribunal Oral Federal (TOF) 2, a cargo del juicio de Vialidad. “Ercolini es el mismo que provocó que mi hija se enfermara”, dijo la actual vicepresidenta. “Cambió el gobierno y cambió Ercolini, por eso lo llamo el mutante. Me sobreseyó a mí y a Néstor. Fue en 2011 y Néstor había muerto en 2010. Es la primera vez que sobreseen a un muerto”, completó.
Durante el macrismo, Ercolini cerró sin más la causa por delitos de lesa humanidad en Papel Prensa, lo que le generó críticas de organismos de derechos humanos y la simpatía de los medios más poderosos del país. Fue, además, el primer juez en ordenar la detención de un exfuncionario kirchnerista. Fue el 2 de abril de 2016 y la orden se libró contra Ricardo Jaime. En marzo del año pasado, el columnista de La Nación Carlos Pagni relató que la detención de Jaime fue una decisión reactiva de los jueces de Comodoro Py que estaban al tanto de que al día siguiente el diario fundado por Bartolomé Mitre les iba a dedicar una tapa señalándolos como "responsables de la impunidad del kirchnerismo”. Así comenzaría el festival de las detenciones preventivas que más tarde quedaría convalidado con la llamada “Doctrina Irurzun”.
Al igual que el presidente Alberto Fernández, Ercolini fue discípulo de Esteban Righi. Sin embargo, sus caminos se separaron. Ercolini no fue de la partida en el homenaje que se le ofreció al exprocurador general en septiembre de 2019. Allí, Fernández, a punto de convertirse en presidente, recordó su ausencia: "Faltan algunos otros adjuntos que hoy son jueces, pero se olvidaron de todas las enseñanzas de Righi".