El mejor pollo frito
Con patente estadounidense, el pollo frito viajó a Corea, donde sumó recetas y sabores propios que hoy cotizan alto en todo el planeta. Piezas de pollo jugosas y una cobertura crujiente lograda con una combinación de harinas y féculas que es el secreto de cada cocinero. “Para nuestro rebozador usamos más de 16 productos distintos. Hicimos un curso en Corea y al volver descubrimos que acá todo era distinto: el pollo, las harinas, el aceite. Empezamos las pruebas de cero: en la pandemia habremos cocinado unos mil kilos de pollo hasta encontrar nuestra fórmula. Desayunábamos almorzábamos, merendábamos y cenábamos pollo”, se ríe Pedro, creador junto a Claudia de Kikiriki, un lugar de pollo frito coreano con entrega propia a toda Capital Federal. Ambos nacieron en Corea pero viven en Argentina desde chicos. Con tres hijas porteñas, decidieron alejarse del rubro textil para adentrarse en su pasión gastronómica.
Solo con delivery y take away (están a punto de abrir el salón para ocho mesas, en Av. Juan B. Justo y Terrero), el menú incluye cuatro sabores de pollo: el crispy es crocante, simple y perfecto; el rojito suma picante a base de gochujang; el negrito debe su color y sabor a la salsa soja; y el nevado tiene sabor a una manteca melosa. “Todas las recetas involucran muchos productos. Así es la cocina coreana, con fermentaciones y mezclas complejas”, dice Pedro. Se suman acompañamientos que cruzan la frontera coreana con sabores americanos: porotos guisados, jalapeños, pickle de nabo, arroz cajun, coleslaw y un puré de papas con fondo de cocción. Lo mejor es pedir combos: el King sale $1850 (hasta 5 personas); el Festival sale $1500 (para 4); el Glorioso a $900 es para dos, e incluyen un poco de todo. Y se pueden sumar unas papas rejilla ($250) realmente crocantes.
Nacido como delivery, Kikiriki pensó cada detalle: packaging bien diseñado, salsas y acompañamientos por separado, cubiertos e incluso guantes descartables para comer con la mano. Un delivery para pedir al menos una vez a la semana.
Kikiriki recibe pedidos online a través de menu.loveat.com.ar/kikiriki. Horario de atención: lunes a sábados de 11:30 a 14:30 y de 17:30 a 21:30. Instagram: @kikiriki.oficial
Corazón del barrio chino
El 2020 quedará en los registros del Barrio Chino como un año de mal augurio. La pandemia y la cuarentena dolieron fuerte en esta zona que vive de su bullicio y de sus colores, de la alegría que genera encontrar sabores, aromas y productos llegados literalmente del otro lado del mundo. En medio de cierres de lugares icónicos (el ya extrañado Hong Kong Style, el tan popular Todos Contentos), por suerte sigue allí brillando Mian, ahora mudado sobre la calle Mendoza, un restaurante que mantiene perfil bajo, horarios diurnos, precios amigables y fiel clientela compuesta en gran mayoría por la propia colectividad asiática. Al llegar, un cartel advierte que solo toman pedidos por take away, pero preguntando si hay lugar, permiten pasar a un salón que mantiene puerta abierta, persiana cerrada y una estricta y generosa distancia entre mesas (más de tres metros).
La especialidad de Mian son sus sopas: “las mejores sopas chinas en el Barrio Chino porteño”, aseguran sin falsas modestias y con mucha razón. La carta en castellano incluye más de 20 opciones (entre $750 y $350; la carta en chino agrega varias más) y siempre hay camareros que pueden ayudar en la elección. Son sopas contundentes, sabrosas, con fideos de trigo pero también de arroz en versión finos y anchos, además de los traslúcidos a base de mandioca o de batata. Salvo una, el resto no son picantes (hay salsa aparte para agregar), hay un par vegetarianas y las proteínas elegidas van de los mariscos al mondongo pasando por carnes de vaca y de cerdo. Hay versiones con tofu, brotes de bamboo, maní, cilantro, pickles. Algunas sopas son más saladas, otras ácidas y algunas más sutiles. Lo bueno: todas son generosas.
Por fuera vale la pena pedir también un par de especialidades inevitables: los geniales dumplings al vapor, jugosos y de masa casera ($350 las ocho unidades); y los “churros salados”, una masa frita y alargada que se acompaña con salsa soja y es adictiva. Mian es sin dudas uno de los faros en un Barrio Chino que intenta recuperar en estos días todas sus luces.
Mian queda en Mendoza 1629. WhatsApp: 11-3906-1121. Horario de atención: todos los días de 12 a 20.
Una callecita de Osaka
La idea nació en diciembre de 2018, primero en eventos, ferias y pop ups, y, desde este 2020, como floreciente delivery. Se trata de Dotonbory, el proyecto de tres jóvenes argentinos (tercera generación en el país, descendientes de abuelos japoneses), que esta semana inauguró un pequeño local a la calle en Villa Crespo, ya una de las muy buenas noticias gastronómicas del año. “Viajamos a Osaka, probamos cosas que nos gustaron mucho y quisimos traer una muestra acá de esa cocina callejera que se puede comer en Japón”, cuentan Andrés, Carina y Emiliano, a minutos de inaugurar el primer servicio.
El local es pequeño, con una barrita, un par de mesas artesanales y unos posters en las paredes (cervezas japonesas, Karate Kid). Por ahora reciben solo ocho personas por noche, con reserva previa y un menú fijo que irá cambiando cada dos semanas. El actual incluye una ensalada de pepino, alga wakame y sésamo tostado, luego un yakisoba pan (suerte de pan de pancho relleno de fideos yakisoba, repollo y panceta); sigue un karaage (la versión japonesa del pollo frito marinado en sala de soja y jengibre), gohan (el clásico arroz japonés) y la especialidad de Dotonbory, los takoyaki, unas bolitas de masa fritas y rellenas (hay tres sabores, pulpo, langostino y hongos shiitake), cubiertas con alga nori y salsas de la casa. El precio ($1700/$1500 en efectivo) incluye bebida, postre (recomendada la cheesecake de oreo y matcha que prepara Carina) y té de jazmín.
Con tan pocos cubiertos, Dotonbory apuesta también al take away, con sus best sellers más conocidos: los takoyaki ($750 las 12 unidades) y el okonomiyaki, una sabrosa tortilla cubierta por salsa tonkatsu, mayonesa y alga nori, que también viene en tres versiones: la Osaka ($500), con repollo, verdeo, jengibre, panceta y katsuobushi; otra con panceta vegana y la Hiroshima, que suma huevo y fideos yakisoba ($600). De postre, son deliciosos los taiyaki, unos waffles con forma de pez rellenos de matcha, pasta de porotos o dulce de leche con chocolate, entre otros. Un Japón distinto, al alcance de la mano.
Dotonbory queda en Serrano 477. Pedidos por WhatsApp: 11-5815-4788. Horario: martes a sábados de 19 a 21 (take away) y de 21:30 a 23:30 (turno de cena en el lugar). Instagram: @dotonbory.ok