La reactivación de la economía requiere que mejore el consumo, ya que mueve el 70 por ciento de la demanda agregada. Para que arranque el consumo se requiere “alinear los salarios y jubilaciones con los precios de los alimentos y las tarifas”, tal como dijo la vicepresidenta. Sin embargo, los alimentos vienen a la cabeza de la carrera de los precios ganando de lejos a los ingresos de las mayorías. Los alimentos y bebidas aumentaron un 42,1 por ciento en 2020, 6 puntos porcentuales arriba del nivel general de los precios según el Indec. En enero, los precios de los alimentos que componen la canasta básica aumentaron 6,6 puntos en los grandes supermercados, casi tres veces arriba de los demás precios, según el relevamiento del IPS-CESO.
La suba de los alimentos tiene como motor al incremento del precio internacional de las materias primas, sumada a la política oficial de devaluar al mismo ritmo que crecen los precios. Mientras tanto, las naftas pegaron otro incremento con una nueva remarcación del 1 por ciento en los surtidores, luego de los casi 7 puntos que se incrementaron en enero, siendo la empresa con mayoría accionaria estatal YPF el jugador que regula los precios del mercado. Pero, si la política económica oficial busca evitar que el dólar y los precios regulados se retracen respecto a los demás precios, ¿cómo podrán los salarios y jubilaciones ganarle a la inflación, empujando el consumo para consolidar la reactivación?
Si los precios bajo influencia estatal van a la cabeza de los aumentos, la única chance de que los salarios crezcan en términos reales es que los precios libres de cualquier regulación marchen por debajo. Para ello es necesario que los empresarios decidan, por alguna razón, reducir los márgenes que aplican sobre sus costos productivos a la hora de fijar los salarios. De lo contrario, los incrementos salariales serán pasados a precios impidiendo su mejora real. De esa manera, el consumo quedará planchado y la reactivación trunca. Los empresarios mantendrán sus márgenes, pero como no incrementarán las cantidades vendidas respecto a los bajos niveles de producción que se encuentra la economía, su rentabilidad empresaria será baja y la inversión productiva se mantendrá estancada.
Si la decisión oficial es evitar el retraso cambiario y de los precios regulados, la recuperación del salario real requiere intervenir para reducir los márgenes en los sectores no regulados de precios. Si se lo logra, la mejora de los salarios reales podrá impulsar el consumo y reactivar la producción. Las mayores ventas permitirán incrementar la rentabilidad empresaria aún en los sectores donde los márgenes empreariales se encuentren disminuídos. La clave para ello es compensar con mayores unidades vendidas, el menor margen por unidad de producto que aplican los empresarios. Sin embargo, las señales oficiales van en camino a evitar regulaciones de precios, relajándose en los últimos meses las que regían sobre los formadores de precios en tiempos de cuarentena. Como en economía la magia no existe, queda entonces sin saberse de donde saldrán los recursos para sostener un incremento del salario real en 2021.
@AndresAsiain