“Estamos recibiendo mucha ayuda solidaria, hay acompañamiento de organizaciones, de los vecinos y de las instancias de Gobierno, pero todavía hay treinta y cinco familias durmiendo a la intemperie, eso nos preocupa”, dice Miguel Ambas, referente de la FM comunitaria La Lechuza, desde el paraje El Abanico, en el sur de San Juan.
La zona, una de las más pobres de la provincia, fue de las más afectadas por el sismo del 18 de enero. Y aunque la asistencia institucional está presente –entre otras medidas, 25 de las 40 viviendas que dona Misiones irán a esa comunidad-, la radio fue el punto de referencia al que acudieron los vecinos esa noche, en busca de amparo. En “la canchita cerca de la radio” pernoctaron y comenzaron a organizarse. Para “asomar la cabeza” entre la nube de polvo en que se habían transformado sus casas.
La Lechuza es una radio que “nació bajo la Ley de Medios” y depende de la Asociación Civil Retamo, explica Ambas. Su inserción comunitaria fue esencial para que pudieran organizarse las ochenta familias de ese paraje del departamento de Pocito. No solo para sobrevivir a la intemperie luego del sismo sino para “dejar de ser un pueblo olvidado”, sostiene el periodista. El problema habitacional que dejó el terremoto expone su pobreza estructural: “eran casas de adobe, son familias humildes”, describe.
Más de novecientas viviendas deben ser reconstruidas totalmente según la proyección oficial en los departamentos de Pocito, Rivadavia y Sarmiento. En El Abanico, unas sesenta familias perdieron sus casas. Son familias campesinas, de peones rurales que trabajan en la uva, el tomate o el ajo, obreros de la construcción desocupados en tiempo de pandemia, changarines. Allí, al pie del cerro La Rinconada, 18 kilómetros al sur de San Juan capital, transitaban la calma del verano hasta esa noche en que el sismo con epicentro en Media Agua –departamento de Sarmiento--, hizo estallar las ventanas, rompió las vigas de los techos, crujían las paredes, las casas se desmoronaban.
Muchos estaban despiertos durante el sismo, por eso no hubo que lamentar la pérdida de vidas humanas. La mayoría pudo salir de sus casas antes de que se cayeran los techos o las paredes se rajaran. “Era la final de MasterChef celebrity, y muchos estaban viendo el programa”, recuerda Paula Aguilera, fotógrafa y vecina de La Rinconada, quien llegó hasta El Abanico esa misma noche cuando el susto pasó y vio que su casa estaba en pie “porque es sismorresistente”, detalla.
En otras casas vecinas de construcción antisísmica “se cayeron los muebles, se rompieron vidrios, pero la estructura de las casas no fue afectada” cuenta sobre esos minutos antes de medianoche en que sintió “como una especie de bramido”, y “empezó a moverse todo”. Paula atinó a una maniobra escuchada en su vida porteña y se resguardó bajo un dintel. Para ella, el movimiento de la tierra “duró unos diez o quince segundos, y encima se cortó la luz, fue muy dramático”.
La expansión del sismo de 6.4 grados Ritcher, nacía a unos 8 kilómetros de profundidad, muy cerca de la superficie. Y repercutió con fuerza en El Abanico: “las casas colapsaban”, cuentan. Por lo que esa noche, en asamblea, y con los niños abrazados a sus colchones, los vecinos tuvieron que comenzar a organizarse. A través de la radio el pedido de ayuda, con forma de colecta solidaria, se hizo efectivo de inmediato. A los dos días y pese a las condiciones de pandemia, comenzaron a llegar alimentos, agua, insumos de protección contra covid, elementos para la demolición: guantes y antiparras. Porque había que demoler lo que quedaba en pie de esas casas “caídas o partidas”, inhabitables. Algunas, construidas hace más de cincuenta años cuando todavía la provincia no había implementado la edificación antisísmica.
Las brigadas de demolición comenzaron a funcionar de inmediato. Como la olla popular del merendero Diego Armando, del club El Abanico que prepara las comidas diarias para ciento cincuenta personas. Con donaciones de vecinos, de comercios, de organizaciones como la UETP o la CCC, de cartoneros, de grupos feministas o religiosos, de fundaciones sanitarias. Expresas políticas de Devoto junto a la Asociación de expenitenciarios de San Juan. Bomberos voluntarios. La comunidad educativa, grupos ambientalistas, colectivos de comunicación popular. La red desde la cual La Lechuza se mantiene en el tiempo respondió al llamado.
Esos primeros días, las mujeres distribuían las donaciones mientras los hombres encaraban la demolición, adobe por adobe, de lo que fue pared, de lo que fue una casa. Y entre juegos “los niños seguían agradeciendo a MasterChef” recuerda Paula. A ella le decían: “estábamos levantados mirando a ver si ganaba Claudia”, se admira, por la pregnancia del programa y el aura de Maradona. Allí el club de fútbol viste la casaca de Gimnasia y Esgrima de La Plata, y a sus juveniles los llaman “los lobitos del Abanico”. El club platense también envió su ayuda solidaria.
La respuesta institucional comenzó a llegar unos días después con soluciones intermedias pero necesarias: carpas, conservadoras y materiales de construcción. También llegaron alimentos, medicamentos, agua mineral. A nivel nacional se reforzó la AUH para las madres con hijos. Pero no hubo evacuación “por los peligros de contagio que puede traer reunir tanta gente en lugares cerrados”, señalan fuentes provinciales. Además “la gente no quiere irse a otro lado porque no quieren dejar sus pertenencias, las cosas que les quedaron”, explica Ambas.
En El Abanico, hay familias que resisten a los días de 40º de calor o las lluvias de verano bajo el módulo de resguardo provisorio: “Bolsas de cemento, machimbre, maderos y nylon, eso se recibe, es poco, por el momento”, lamenta Ambas. Pero agrega: “Ojo que ya se hicieron las plateas para levantar las casas que dona Misiones, son prefabricadas y van a reemplazar a las que colapsaron”, añade.
“Son 25 viviendas las que corresponden a la zona de Pocito” confirman a este diario desde la gobernación sanjuanina. Se entregarán a las familias que pueden acreditar titularidad de los terrenos que habitaban. Una solución definitiva al problema de la vivienda queda atada a las modalidades de tenencia de la tierra que es informal y compleja. Además de sucesiones, hay mucha gente que vive “en un lugar que le dio el patrón, para que se construya algo ahí nomás”, relata Ambas. “La expectativa es salir de la emergencia lo antes posible y que lo provisorio no se transforme en permanente” advierte el periodista.
Frente a esto, la provincia diseñó junto al Gobierno nacional, la construcción de 450 viviendas para los asentamientos de Pocito. Y se proyecta un barrio de 837 viviendas en Rivadavia. Potenciar la zona, a partir de la construcción de viviendas modificaría el panorama desolador. “Eso activaría muchos rubros, queremos armar cooperativas para facilitar la inserción laboral”, sostiene Ambas, desde la casa prefabricada desde donde funciona la FM. Allí solo se rompió un vidrio. “Pero al compañero de la radio que vivía al lado, la casa que era de adobe se le cayó encima, él pudo salir, pero se quedó sin nada”, concluye. Y en una epifanía de tono político rememora el adagio de “la comunidad organizada”: “El Abanico pudo hacerse visible por la organización y por la respuesta solidaria que tuvimos, eso es importante --sentencia--, salir del olvido, ser alguien”.
En las estimaciones provinciales, al sur de San Juan, más de 900 viviendas fueron afectadas totalmente por el sismo del lunes 18 a las 23:46 horas: En Pocito, se constató la destrucción completa de 495 viviendas, y 900 casas poseen daños considerables. En Rivadavia, con más de 800 familias afectadas, hay un 40% del total casas colapsadas. En Sarmiento, 95 personas perdieron sus viviendas, y otras 90 sufrieron daños parciales en sus casas, todas eran construcciones precarias.
SOLUCIONES A MEDIANO Y LARGO PLAZO
Alberto Fernández y Sergio Uñac firmaron un convenio para la construcción de 1800 viviendas en el marco del plan "Casa Propia – Construir Futuro", y así dar solucion efectiva a la crisis habitacional que dejo el sismo.
El Instituto Provincia de la Vivienda proyecta en ese marco construir dos barrios en el departamento de Rivadavia, con 837 viviendas destinadas a las familias de La Bebida. En Pocito, en un terreno de 46 hectáreas se proyecta construir 450 casas.
Mientras tanto, se estan entregando en la zona más de 50 módulos habitacionales de madera, de 3x6m, que se instalan en un día. Se trata de medidas de corto plazo hasta tanto se ejecuta la construcción de las viviendas definitivas.