El Presidente expresó lo que es el centro del debate político que enfrenta al campo nacional y popular con la oligarquía terrateniente argentina. Desde el 28 de mayo de 1946 que Perón creo el IAPI se discute lo mismo, que“Los productores de alimentos entiendan que no pueden cobrar el mismo precio que exportan”. La política histórica del neoliberalismo fue bajar el consumo para que crezcan los saldos exportables, y que el Estado no regule nada. Ése es el mundo ideal de la derecha y el infierno de los gobiernos populares. Parte de esto sucedió en el 2020 porque fue el año de menor consumo del último siglo y de mayor volumen de carne vacuna exportada en décadas: llegamos a las 917.200 toneladas, de cada 10 kilos de carne exportada, siete fueron a China..
La carne vacuna en la Argentina es antes que nada un dato cultural a diferencia de las otras carnes. La incidencia del maíz más soja en su costo de producción también es diferente. Los novillos para faena sólo consumen balanceado los últimos 100 días de engorde, el resto de los kilos se “hacen” con pastizales. En cambio, el cerdo o el pollo desde el minuto cero comen balanceado. Por eso es que se debe mirar con otra óptica lo que sucede en este mercado.
El Gobierno debería controlar más a supermercados y frigoríficos, impedir por ejemplo que Coto o la Anónima estén “integrados verticalmente” como lo están. Son dueños de la vaca, el feedlot, el frigorífico consumero, el frigorífico exportador y la venta minorista en la góndola. Que te pongan el mismo precio interno que el de la exportación es solo una decisión política de los accionistas. Entendió bien…dije: decisión política. Acá hay que analizar seriamente: prohibir a los supermercados vender carnes frescas (cualquiera), todo debe pasar por las carnicerías. Sería conveniente fortalecer los mercados de referencias como el de Liniers y el de Rosario (que lo tienen contra las cuerdas) y crear al menos cuatro más en el NEA, NOA, Córdoba y la Patagonia y prohibir la venta directa del productor-engordador al frigorífico o al menos un 50% de la hacienda de faena debería pasar bajo martillo físico o televisado.
La inefable Mesa de Enlace sostiene que el aumento del precio de la carne no es por el aumento del maíz, sino por los impuestos. Veamos: la carne en el último año aumentó un 75%, la inflación fue del 36,1%. No creció la presión fiscal en el 2020, sólo hubo una actualización de los DEX a partir de la sanción de la ley de solidaridad fiscal. Las tarifas estuvieron congeladas, el salario mínimo y vital aumentó 33%, el gas oíl 25% aproximadamente, y las minidevaluaciones del Banco Central siguieron la inflación. ¿ y entonces porque subió la carne como subió?. Una (sólo una) de las explicaciones es el aumento del maíz que fue de un 94% en el año y de la soja un 40% en dólares. Este fuerte aumento de los commodities incide, más que claro que incide, pero en la carne vacuna no tanto como en las otras carnes, donde su impacto es mucho mayor. Acá hay puja distributiva pura y dura y el Gobierno debe intervenir.
Ahora bien, el maíz necesita un tratamiento especial ya que es un insumo básico difundido de la alimentación animal que termina en la mesa de los argentinos y el Presidente dijo que: “el Estado tiene solo dos herramientas, subir las retenciones o poner cupos”. Tiene más hay que imaginar cosas. Hay que desacoplar--sin dudas--pero sería un error político fatal que ponga a todos los productores de maíz en la misma bolsa. Tenemos la exitosa experiencia del año pasado donde devolvimos retenciones a 35.000 pequeños productores de soja con un sistema segmentado novedoso, justo y eficiente. Hay que desacopla, pero… segmentando. Y en el maíz hay que bajar la escala a las 200 hectáreas. No diferenciar a los productores maiceros por tamaño sería un error político fatal con consecuencias electorales.
El Gobierno tiene otro instrumento de gran importancia para hacer valer en la discusión por el precio de los alimentos con las exportadoras de maíz y soja, que debe usarlo en plenitud y con rigor. Poner la lucha contra el contrabando arriba de la mesa de negociación. Se viene la licitación de la hidrovía y la caducidad de la concesión de varios puertos. Dos temas que, al principal segmento comercial, (sospechado de evasión y contrabando) que maneja la exportación de maíz y la soja le interesa de “sobremanera”. Controlando “eso” no necesitaría mover ningún DEX.
El presidente, al igual que Cecilia Todesca Bocco pusieron mucho énfasis en que el diálogo con el sector está abierto, que hay mesas por productos, y que espera que estas les aporten una solución que contemple la mesa de los argentinos. Es “difícil que el chancho chifle”, no obstante, tengamos fe. Pero sepamos que: razón sin fuerza es como un tractor sin motor…Salud, cosechas y vacunas ……
**Pedro Peretti es ex titular de la Federación Agraria