Estados Unidos trabaja con sus aliados internacionales y con el Gobierno chino para acabar con las provocaciones de Corea del Norte, que ayer volvió a hacer una demostración de su fuerza con un ensayo, aunque fallido, del lanzamiento de un misil. “Estamos trabajando junto a nuestros aliados y socios y con los líderes chinos para elaborar una gama de opciones que estén listas si el régimen norcoreano persiste en su ‘patrón desestabilizador y provocador’ y se niega a desnucleanizarse”, sostuvo ayer el asesor de Seguridad Nacional del presidente Donald Trump, H.R. McMaster. “Creo que hay un consenso internacional ahora, incluidos los líderes chinos, en que esta situación simplemente no puede continuar”, afirmó en declaraciones a la cadena estadounidense ABC desde Kabul, Afganistán, adonde llegó ayer para tratar la situación de ese país en materia de seguridad, donde el viernes pasado Washington lanzó la madre de todas las bombas en una zona de cuevas, ataque que ya se cobró la vida de 95 afganos.
En su visita a tierras afganas, McMaster defendió que existe un consenso entre el presidente Trump y aliados claves en la región –como Japón y Corea del Sur, en particular, pero también los líderes chinos– de que “este problema está llegando a una etapa crucial”.
Por eso, dijo el funcionario, “es el momento de que emprendamos todas las acciones que podamos, salvo la opción militar, para tratar de resolver esto pacíficamente”. Así, en las próximas semanas, meses, habrá “una gran oportunidad para todos de emprender acciones excepto el conflicto armado, de manera que pueda evitarse lo peor”, estimó McMaster. Consultado sobre si la opción militar continúa presente en relación a posibles acciones, el asesor respondió: “todas nuestras opciones están sobre la mesa, en proceso de mejora y de desarrollo más a fondo”.
Según el asesor, Trump encargó a su gabinete que le proporcione opciones que estén listas si el régimen norcoreano se niega a desnuclearizarse, un objetivo aceptado tanto por Estados Unidos como por los líderes chinos, así como por los aliados en la región. “Vamos a confiar en nuestros aliados como siempre hacemos, pero también vamos a tener que confiar en los líderes chinos. Quiero decir, Corea del Norte es muy vulnerable a la presión de los chinos, el 80 por ciento de su comercio procede de China”, indicó McMaster.
“El presidente Trump ha dejado claro que no aceptará que Estados Unidos y sus aliados y socios en la región estén bajo la amenaza de este régimen hostil con armas nucleares”, agregó el asesor.
Sobre el lanzamiento fallido ayer de un misil norcoreano, comentó que esa prueba militar encaja en el patrón de comportamiento provocador, desestabilizador y amenazante del régimen de Corea del Norte. “No está claro qué haremos y no queremos especificar de ninguna manera cómo responderemos a ciertos incidentes, pero está claro que el presidente Trump está determinado a no permitir este tipo de capacidad de amenazar a Estados Unidos”, indicó. “Nuestro presidente tomará la acción que sea mejor en el interés del pueblo estadounidense”, señaló. Corea del Norte acostumbra a informar de sus lanzamientos horas después e incluso al día siguiente, pero no lo hace si la prueba resulta fallida.
Por su parte, y como suele hacer toda vez que desea expresarse, Trump escribió ayer su habitual serie de mensajes en Twitter, pero en ninguna de sus intervenciones se refirió directamente al ensayo norcoreano, que anunciaron portavoces del ministerio de Defensa de Corea del Sur y confirmó el Pentágono con mutismo absoluto desde Corea del Norte. Quien sí se pronunció sobre el lanzamiento, desde Corea del Sur, fue el vicepresidente estadounidense, Mike Pence, quien aterrizó en Seúl poco después del ensayo para iniciar su gira asiática.
“La provocación de esta mañana (por ayer) de Corea del Norte es simplemente el último recordatorio de los riesgos que encara cada uno de ustedes cada día”, dijo Pence ante un grupo de militares estadounidenses. También hizo intentos por reafirmar que es más fuerte que nunca el compromiso de su gobierno con la alianza militar con Corea del Sur, país por el que tomó parte en la Guerra de Corea, que se disputó entre 1050 y 1953, liderando la coalición de Naciones Unidas que luchó contra las tropas norcoreanas.
Pence se reunirá hoy con el presidente surcoreano en funciones, Hwang Kyo-ahn, y se espera que analicen maneras de presionar a Pyongyang para que abandone su programa nuclear y de misiles a través de una mayor presión diplomática y también de sanciones aún más duras. Un asesor de la Casa Blanca explicó a la comitiva de periodistas que viaja con Pence que el misil disparado seguramente fue un proyectil de alcance intermedio y descartó que se tratara de un misil balístico intercontinental (ICBM), con capacidad para se lanzado desde una distancia de 5500 kilómetros.
En enero, el líder norcoreano, Kim Jong-un, aseguró que su país ultima el desarrollo de un ICBM que pueda alcanzar Estados Unidos. Las especulaciones corrieron como pólvora en los últimos días sobre la posibilidad de que Pyongyang realizara su sexta prueba nuclear o el lanzamiento de un misil, en honor al 105 aniversario del nacimiento de su difunto líder Kim Il-sung. Corea del Norte aprovechó esa efeméride para celebrar un gran desfile militar que estuvo presidido por el líder Kim Jong-un en el que se exhibió un potente arsenal de misiles, entre los que se encontraba un posible proyectil intercontinental que no se había visto nunca. Desde las exhibiciones de fuerza misilísticas y ensayos armamentísticos, Corea del Norte se unió más que nunca al grupo de países con el que Estados Unidos mantiene frentes abiertos. Siria, otra de las naciones en las que Washington interviene militarmente, fue bombardeada hace unos días después de que se cometiera un supuesto ataque con armas químicas contra opositores al gobierno de Bashar al Assad.