Desde Quito
Una crisis se abrió en Ecuador. Por el momento resulta difícil saber cómo terminará. Podría escalar o desarmarse en pocos días, un desenlace que estará ligado a los resultados electorales del Consejo Nacional Electoral (CNE) que indicarán quién, finalmente, quedará para una segunda vuelta presidencial: si Guillermo Lasso, de la alianza CREO y el Partido Social Cristiano (PSC), o Yaku Pérez, de Pachakutik.
La totalidad de votos computados, un 99%, por el poder electoral, indican una ventaja de Pérez sobre Lasso: 20,06% vs 19.53%. Se trata de un resultado que no había sido previsto por la mayoría de las encuestadoras que mostraban a Lasso en segundo lugar con distancia sobre Pérez, tercero. Tampoco había sido previsto el, por ahora, 15.97% de Xavier Hervas, candidato por el partido Izquierda Democrática.
En cuanto a los resultados para la Asamblea Nacional, los datos indican que Unidos por la Esperanza, liderada por Arauz, tendría 31.65%, Pachakutik 17.40%, Izquierda Democrática 12.25%, y CREO 9.70% y el PSC 9.73%.
La disputa por el segundo lugar comenzó el mismo domingo en la noche, al saberse una parcialidad del conteo rápido. Ambos se atribuyeron el lugar en el ballottage. Lasso acusó al CNE por haber entregado los números de forma irregular: “con todo el respeto que se merecen los consejeros del CNE, mal han hecho al confundir al pueblo ecuatoriano con un conteo rápido con 2.100 actas cuando la muestra acordada era 2.400 actas, e inducen a la confusión y al error cuando cinco minutos después, en un canal de televisión, informa que los resultados del conteo rápido nos ponen en segunda vuelta”.
En efecto, luego de darse el conteo rápido anunciado por la presidenta del poder electoral, Diana Atamaint, dando a Pérez en segunda vuelta, el vicepresidente del CNE, Enrique Pita, afirmó en televisión poco después que era Lasso quien estaba en segunda vuelta. Atamaint está vinculada a Pachakutik, y Pita, a Lasso, algo que, si bien no indica una modificación de los resultados como tal, evidenció la complejidad de un escenario con múltiples actores e intereses desplegados.
Pérez, por su parte, convocó a una movilización frente al CNE, en el centro de Quito, donde, ante simpatizantes de su candidatura afirmó el lunes que se estaba “confabulando un fraude entre el señor Correa el señor Lasso y el señor Nebot -del PSC- para impedir que lleguemos a la segunda vuelta”. Allí expresó su intención de no dejar que sea “robada la voluntad de los ecuatorianos”.
Pérez fue aún más allá y señaló que había ganado por sobre la candidatura de Arauz: “nosotros deberíamos tener 35 puntos para la presidencia, son 15 puntos que se sacaron en nuestra votación y transfirieron a otros candidatos”. Llamó a abrir las actas en tres provincias claves, Guayas, Manabí y Pichincha, con victorias de Arauz en las dos primeras y Lasso en la tercera.
Aún no ha sido señalado con claridad cuándo estará el conteo definitivo y es difícil anticipar si será aceptado por el candidato perdedor o si buscará acciones para impedirlo. El resultado abrirá escenarios de ballottage muy diferentes. En caso de ganar Lasso existirá una confrontación política prístina: un proyecto progresista y latinoamericano, llevado adelante por Arauz, y un plan neoliberal alineado a Estados Unidos, encabezado por el banquero de Guayaquil.
Esto se vería modificado en caso de ser Pérez quien llegara a la segunda vuelta. Si bien el candidato de Pachakutik, brazo electoral de la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (CONAIE) ha construido una estética de campaña en bicicleta, con un logo de agua, y una imagen de austeridad, sus propuestas de gobierno son, en cambio, contradictorias. Por un lado, ha propuesto una serie de medidas ligadas a la necesidad de pasar de “una etapa extractiva a una post-extractiva”, realizar una consulta para poner fin a la minería metálica o construir un ministerio de las mujeres.
Pero, por el otro, ha planteado la reducción del Estado con la eliminación de instituciones como el Consejo de Participación, el Tribunal Contencioso Electoral, subsecretarías, con sus, entre otras cosas, consecuentes despidos, un posible acuerdo de libre comercio con Estados Unidos, y, en política latinoamericana ha llevado adelante numerosos ataques públicos contra Evo Morales, así como contra Dilma Rouseff y Cristina Fernández, a quienes acusó de corrupción. Pérez, quien en el 2017 llamó a votar a Lasso contra Lenín Moreno -“es preferible un banquero a una dictadura”, afirmó- presentaría entonces otro tipo de escenario a la candidatura de Arauz.
Faltan aún días para saber cuál será la configuración definitiva de cara al ballottage del 11 de abril. En ese tiempo pueden ocurrir giros sorpresivos, agudización de una crisis o aplacamiento de la misma, en el marco de una institucionalidad con baja credibilidad, que ya ha demostrado su parcialidad, maniobras e irregularidades.
La perspectiva de la segunda vuelta también podría poner al candidato de la revolución ciudadana en la necesidad de conformar alianzas para ampliar el caudal electoral, ante lo que posiblemente será el intento de conformar un frente anti-correista que, sin embargo, puede debilitarse a medida que aumente una posible disputa entre Lasso y Pérez. Si bien Arauz alcanzó el primer lugar y un porcentaje elevado de votos en el marco de una persecución judicial-mediática contra el espacio y proyecto político que encabeza, por el otro lado, el número alcanzado resultó inferior al que había sido estimado.